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El día que Boo Junfeng conoció a uno de los más sanguinarios verdugos carcelarios de Singapur, se sorprendió al no ser lo que pensaba.

Se había predispuesto a ver un hombre violento y malencarado, pero se topó con alguien de 70 años, amable y de buen humor.

“Me puse en contacto a través de su hijo y, cuando lo vi, era alguien muy carismático, por dos meses no pude seguir escribiendo el guión porque me obsesioné con él, no era la persona que yo pensaba”, cuenta Boo.

El realizador de Singapur se encontraba preparando El aprendiz, filme que se estrena hoy en salas nacionales, contando la historia de un trabajador en la correccional de Malasia.

Después de mostrar interés en Rahim, el ejecutor principal, se vuelve su aprendiz aun sabiendo que este último ejecutó a su padre.

“Había cierta literatura al respecto de la gente que ejecutaba en cárceles, pero necesitaba hablar con ellos, así que lo hice de manera clandestina, quería gente que hubiera estado cerca de la muerte, sin que el gobierno lo supiera”, cuenta.

“Me costaba trabajo entender esas realidades que estaba viendo, si se podía hacer un documental de ello, pero yo soy un director de ficción, así que era lo que debía hacer”, apunta el realizador en una videoconferencia con medios mexicanos.

El aprendiz le ha traído maravillas para su carrera. Fue nominado en los pasados festivales de Berlín y Cannes, ganando en los certámenes de Fribourg y Hawai.

Nada mal para una cinta perteneciente a un país, Singapur, donde se filma poco.

Anualmente se realizan entre 15 y 20 producciones, de las cuales la mayoría son comedias y sólo unas cuantas, establece Junfeng, llegan a la cartelera o recorren certámenes internacionales de cine.

“En este caso fueron cinco años de investigación para tener todo lo posible, filmándose en 2014 en cárceles como las de Australia y muchos otros lugares; luego fue año y medio de posproducción”, detalla.

Protagonizada por Firdaus Rahman y Wan Hanafi Su, El aprendiz estrenó en salas de Francia y Estados Unidos, el año pasado, cosechando críticas favorables,

Es el cuarto largometraje de Boo de 33 años, considerado uno de los mejores cineastas en la historia de aquel país asiático.

“En esta historia, el protagonista se acerca cada vez más a donde estuvo su padre en sus últimos días y, en ese sentido, me preocupaba mucho mandar ese mensaje psicológico, que la gente lo viera”, apunta.

“Para mí era importante la estructura, digo, yo tengo una postura distinta respecto a la pena de muerte, no coincide con ella, pero sí creo era necesario hacer algo respecto a ella, ponerla en pantalla y que la gente tomara una decisión al respecto y conociera más”, agrega.

Por eso, el día que conoció al verdugo, del cual se han escrito varias cosas, se sorprendió. No había frente a él, nada de lo que su mente había previsto días antes del encuentro.

“Vi que era una persona”, dice.

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