cesar.huerta@eluniversal.com.mx

A mediados del siglo pasado se contabilizaban en la Ciudad de México unos 300 baños públicos, donde la gente iba al vapor o cortarse el cabello; sobrevive menos de una sexta parte.

Para Dalia Reyes su infancia fue entre ellos, pues su familia acostumbraba acudir a uno en Xochimilco.

“Mi abuela materna vivía en Tlaxcala y no tenían agua corriente; entonces los ocupaban, para mí no fue un descubrimiento sino hacer un homenaje a la parte de mi familia que le gustaban”, dice.

Así nació el documental Baño de vida, que se presentó en la Cineteca Nacional de la Ciudad de México y pronto se exhibirá en salas de Veracruz y Guanajuato.

Se toman como base a usuarios de esos lugares: Felipe, encargado de uno de ellos desde 1984; Juana, barrendera del centro de la Ciudad de México y Jose, clienta asidua desde hace más de cuatro décadas.

Dalia, estudiante del Centro de Capacitación Cinematográfica, el cual también produce, deseaba inicialmente un documento fotográfico, pero halló personajes atrayentes. Luego descubrió que existía una asociación de baños públicos y los buscó sin éxito.

“El problema fue que Laura en América les había hecho un reportaje amarillista y tenían miedo, hasta que me presentaron a una chava dueña que había estudiado diseño y siempre veía cine, y apoyó.

“Entré a trabajar, sin cobrar, a unos baños para conocer gente, que me fueran viendo y así me relacioné; cuando ya tenía todo, la grabación se hizo en 15 días”, relata.

Baño de vida ha sido exhibido en festivales como el de Guadalajara, Monterrey y DOCS DF, así como el Mix. Obtuvo el premio Pantalla de Cristal a Mejor Fotografía.

Dalia se encuentra por ahora en la edición de un nuevo documental sobre la Copa Benito Juárez en Oaxaca, en donde juegan mixes y zapotecos, entre otros, basquetbol con influencia de la liga profesional de EU.

Google News

Noticias según tus intereses