Cuando alguien lo ha tenido todo, o casi todo, sin el menor esfuerzo y de pronto se lo quitan de golpe y porrazo es normal que reaccione con violencia, con una pataleta que desboque en el berrinche y la sinrazón. Con rabia. Con resentimiento. Pueril.

Durante muchas décadas en la historia del sindicalismo mexicano los problemas se arreglaron a billetazos que hicieron nacer líderes charros, tartufos que hablan de la lucha obrera mientras manejan un Ferrari. Hipócritas.

Los líderes se hicieron, y se hacen todavía, multimillonarios, grosera, asquerosamente ricos; si se fiscalizara, si se buscara con ganas, ¿cuánto dinero podría encontrársele a un líder de un sindicato petrolero, minero o educativo?, ¿cuántas casas?, ¿cuántos coches?, ¿cuántos viajes y lujos que parecen del jet set son realizados por líderes de la “clase obrera”, voceros de la fuerza laboral del “pueblo”?

Una gran parte de los trabajadores en este país no gozan de los beneficios de las migajas salpicadas por sindicatos charros a sus agremiados, no pueden comprar plazas, no pueden faltar cuando se les dé la gana, no obtienen puntos por marchar o acampar. Una gran parte, la mayoría de los trabajadores, obreros, profesionistas o empresarios de este país tienen que trabajar para vivir. Como todos.

Imagínese que después de muchos años de estirar la mano y cobrar sin que nadie supervise su trabajo, le dicen que ahora tendrá que ser evaluado, imagínese que de pronto le dicen que ahora sí tendrá que trabajar… ¿no se enojaría mucho?

Es como un niño al que le quitan los estímulos de bebito mientras crece. Sufre. Berrea.

Es como un lactante que deja de mamar. Creo que así se siente la CNTE.

DE COLOFÓN. ¡Haga sus apuestas! ¿Quién manda en la estructura partidista tricolor de Veracruz? A) El líder nacional B) El gobernador C) El candidato. Los resultados, el próximo 5.

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