En espera de la llegada este jueves próximo a México de Rex Tillerson, el secretario de Estado de EU, dejo a ustedes la bonita biografía de este elegante señor, alto y de pelo blanco, que con Donald Trump y Vladimir Putin, forma el trío de violadores más connotado del planeta.

Rex era un buen muchacho de Wichita Falls, Texas, hasta que entró a trabajar muy joven a la compañía más depredadora de la Tierra. Exxon, el gigante petrolero.

31 años después, Rex había mostrado suficiente agresividad contra los suelos y los subsuelos del orbe, como para ser nombrado el CEO. Fue entonces que empezó a sobrepasar el legado de sus antecesores.

Se cansó del lenguaje políticamente correcto y más de las acciones moralmente responsables. Declaró que Exxon pagaba sobornos a los dictadores africanos, para tener acceso a perforar el subsuelo de sus dominios, “Porque así operan los gobiernos de buena parte del mundo”.

Declaró también que no consideraba a Exxon especialmente estadounidense: “Exxon es una entidad autónoma”, dijo.

Y así Exxon, cuya economía equivale a la del país número diez en la escala económica, se despojó de toda hipocresía y empezó a operar exclusivamente para agrandar sus ganancias.

Aunque se conocían de tiempo atrás, la amistad estrecha de Rex con el mayor violador de leyes y personas del planeta, Vladimir Putin, un bandolero de proporciones imperiales, data del momento en que Putin se volvió petrolero.

Sucedió así.

Luego de violar a cada institución de Rusia, tumbarla en el suelo, destriparla y enlodarla, para volverla a alzar corrupta, Putin enfrentó en el año 2002 por primera vez a un opositor serio.

Mikhail Khodorkovsky, el dueño de la mayor petrolera rusa, y el décimo hombre más rico del mundo, decidió poner su dinero a trabajar para ganarle a Putin en elecciones la silla del mando.

Su aventura democrática terminó en un arresto en octubre de 2003. Cuando su jet aterrizó en Siberia, fue arrestado por fraude y evasión fiscal, y encarcelado.

Entonces el zar Putin procedió a violarlo a él, hablando metafóricamente. Todavía tras las rejas de la prisión, su compañía de petróleo fue subastada y comprada por 100 rublos, es decir: 29 dólares, por la compañía petrolera Rosneft, que en realidad, vía a un prestanombres, era (y es) propiedad de Putin.

Ya el mayor petrolero de Rusia, Putin cultivó minuciosamente la amistad con Rex. Exxon y Rosneft se asociaron para perforar todo lo perforable en Rusia y sus alrededores, mientras en lo personal Rex recibió 250 millones de dólares en forma de acciones de Rosneft, y de manos de su socio Putin la orden de Violador Emérito del Club de Violadores de la Madre Tierra. (La orden se llama de una forma más honorable, pero menos verídica).

Naturalmente, cuando las tropas rusas invadieron a Ucrania el verano del año 2016, el bueno de Rex fue de inmediato invitado a visitar al país subyugado, para planear la explotación de sus entrañas.

Es conocida la llamada que por esos días le hizo el presidente Obama a Rex.

—Te pido que Exxon no participe en el saqueo de Ucrania —le dijo, según el vocero de entonces de la Casa Blanca—. Sería en contra de los intereses de EU. Y te pido, que por el contrario, apoyes las sanciones del gobierno hacia la Rusia de Putin, referentes al petróleo y los recursos naturales.

La mayor parte de los CEOs estadounidenses acataron la petición del presidente Obama. No Rex. Su respuesta fue la de un asesino a sueldo:

—Mi negocio es extraer todo el petróleo y las ganancias que pueda, no es cuidar los derechos humanos o la soberanía de los países.

En Ucrania, el corresponsal del New York Times le preguntó frontalmente a Rex qué pensaba de las sanciones de EU a los invasores. Micrófono en mano, Rex se volvió a ver al público de la conferencia de prensa y dijo:

—¿Hay alguien acá del gobierno estadounidense que quiera responder?

Y luego se rió de su broma mal cocinada, a la par que los ejecutivos rusos de Rosneft, sus socios, que le mostraban el dedo gordo en alto.

Este es el secretario de Estado del presidente Trump. Un hombre a quien Trump le tiene algo más que admiración, reverencia.

—Es un gran negociador —dijo al anunciar a la prensa que Rex era su elegido para representarlo ante el mundo. —A great deal maker. Y un hombre fuerte. A tough guy.

Un hombre fuerte que ante los débiles se impone con la fuerza, y con los fuertes se amista con abrazos e intercambio de acciones.

Un gran representante y colaborador de la era Trump, o la del regreso a los años donde los machos alfa, blancos y de corbata, violaban todo límite a placer, nadie se distraía con los derechos de las minorías o de las mujeres, y no existían aún los derechos humanos o los de la Naturaleza.

El mes de enero pasado, The Guardian publicó que al ser Rex Tillarson confirmado como secretario de Estado, Putin le traspasó a Trump el 19% de las acciones de Rosneft. Un regalo o un pago, o solo un vínculo más entre los tres violadores. En todo caso, las sanciones que impuso Obama a Rusia por su conducta vándala en Europa del Este, serán removidas en breve, según los expertos.

Este es pues el secretario de Estado de EU que esperamos en México este jueves. Nuestro canciller, Luis Videgaray, ha dicho que de la reunión con él espera mucho:

—Afinar los mecanismos de cooperación entre nuestros dos países, que se regirán bajo el principio del respeto a la soberanía nacional.

Hay inocencias que provocan miedo. La de nuestro canciller es de esas.

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