La frase es de César Camacho, líder de la bancada priísta de los diputados, y es una lástima que su voz en México no sea de profeta.

Sin embargo, algo está demasiado podrido en Veracruz como para que todos los partidos, incluido el PRI, hayan decidido dar la espalda al gobernador Javier Duarte de Ochoa.

Camacho fue enfático: en su partido no se protege a nadie; nadie, por lo pronto, que se llame Javier Duarte.

No hay defensa que alcance para salvar a este gobernante frente a sus tropelías. Es una falta de respeto a la inteligencia decir que los señalamientos de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) tienen sólo propósitos electoreros.

Este gobernador aseguró que “no se ha empleado un solo peso fuera de las actividades propias de la gestión de gobierno”.

También afirmó que “(está) con las manos limpias… (porque) todos los recursos observados por la ASF se han destinado y aplicado en actividades propias de la gestión pública”.

Salvo intrigantes excepciones, no hay bobo que pueda ser engañado por este señor.

Veracruz es el estado que colecciona la mayor cantidad de recursos gastados sin comprobación y en rubros desvinculados de los objetivos previstos.

Entre 2011 y 2014 esta entidad exhibe irregularidades por un valor aproximado de 35 mil 400 millones de pesos. Se dice rápido pero el monto es mayor que la suma total de transferencias irregulares registradas por 16 de las 32 entidades de la República.

La ASF recurre sólo en el extremo a perseguir por la vía penal a los funcionarios que puedan ser responsables de estas y otras anomalías. Tan grave está la situación en Veracruz que ese órgano fiscalizador presentó denuncias por 4 mil 700 millones de pesos. Es una cifra grande si se considera, por ejemplo, que el presupuesto anual de la Secretaría de Energía (Sener) es de 3 mil 100 millones.

El modus operandi del gobierno de Javier Duarte fue burdo. Durante años transfirió alegremente los recursos que recibió de la Federación a otras cuentas, públicas y privadas, sin que existiera para ello justificación legal.

La ASF destaca por ejemplo el desvío de fondos federales originalmente destinados a obras de infraestructura para el beneficio de zonas de atención prioritaria. En relación con esto, pesa sobre el gobierno de Duarte una acusación por más de 700 millones de pesos en perjuicio del erario público.

Al parecer también se cometieron daños en contra de los servicios de salud que atienden a la población veracruzana. Asegura la Auditoría que en este caso el desvío habría sumado más de mil millones de pesos.

Sucedió igual en contra del Fondo de Aportaciones para la Educación Tecnológica de Adultos; el gobierno veracruzano tomó dinero que no era suyo para gastarlo como le dio la gana.

Tan desaseadas están las finanzas públicas veracruzanas que el gobierno de Duarte se habría robado incluso la retención de impuestos sobre la renta de la Universidad Veracruzana.

“El que la hace la paga”, dice César Camacho y sin embargo todos sabemos que eso no es cierto. Sólo algunos de los que la hacen la pagan y Javier Duarte merece ser uno de tales elegidos. Él y todos los cómplices que tiene, dentro y fuera de su gobierno.

ZOOM: ¿Por qué nadie al interior del PRI está dispuesto a defender a este político corrupto? ¿Será que en México la impudicia todavía tiene límites?

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@ricardomraphael

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