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Hace 11 años —14 de febrero de 2005— titulamos el Itinerario Político de la siguiente manera: PRD y AMLO: Síndrome de Estocolmo.
En esa fecha cuestionamos “el amor” que tanto el jefe de los amarillos, el señor López Obrador, como el resto del partido habían desarrollado por su secuestrador: el PRI. Dijimos que a pesar de que el PRD nació para derrotar al viejo partido, a la vuelta del tiempo, los amarillos terminaron enamorados del tirano que los pervirtió y secuestró.
Con el tiempo —y a pesar de que entre 2000 y 2012 el PRI fue echado del poder—, el amor del PRD por el PRI y por su cultura de la transa y la corrupción también se extendió al partido azul, al grado que en otras fechas también dijimos que el PRD y el PAN no podían vivir sin el PRI; sus candidatos a puestos de elección popular provienen del PRI, sus prácticas políticas son copia del PRI, sus gobiernos son igual o peor de rateros y corruptos que los del PRI.
Y no es casual que en 2012, tanto el PAN como el PRD hicieron todo por el regreso del PRI. Y, en efecto, hoy el PRI está más vivo que nunca y hasta se da el lujo de prestar dirigentes y candidatos a sus adversarios, a pesar de su edad.
Y es que hace horas —el pasado 4 de marzo—, el PRI cumplió 87 años. Es decir, es uno de los partidos en el poder más antiguos del mundo. Aún así, y a pesar de que estamos ante un anciano que debía ser decrépito, el PRI aún se lleva al baile —y hasta a la cama, en estricta metáfora político electoral— a los opositores del PRD y del PAN.
¿Tienen dudas?
Frente a sus primeros 25 años de vida y ante la peor crisis de su historia —los gobiernos de Iguala, Guerrero y la muerte de los 43 de Ayotzinapa—, el PRD tiró la toalla y corrió a buscar un nuevo presidente venido del PRI. No resultó difícil. Pronto encontró a Agustín Basave. Pero en el PAN —partido que aún no se repone de la derrota del poder— tampoco cantan mal las rancheras.
Los azules de Ricardo Anaya no encuentran otra fórmula para superar su propia tragedia que la alianza con PRD y PT, además de aceptar la postulación de candidatos surgidos de las filas del PRI. Es decir, el PAN vive en el fango, del que no saldrá más que embarrado.
Y el mejor ejemplo de lo anterior son las cinco alianzas entre PAN-PRD a gobiernos estatales —para la elección de junio próximo—, en donde el candidato de unidad es del PRI. Van los datos.
1. Pedro Joaquín González, candidato de la alianza PAN-PRD en Quintana Roo, a pesar de que González fue priísta hasta hace un par de semanas y militó en el partido por más de 20 años.
2. Miguel Ángel Yunes Linares, candidato del PAN y PRD al gobierno de Veracruz, a pesar de que Yunes militó en el PRI durante 35 años y hasta 2004.
3. En Zacatecas toda la clase política es del PRI, con cachuchas azules y/o amarillas. El candidato de la alianza PAN-PRD es el ex priísta Pedro de León Mojarro, cuñado del gobernador priísta Miguel Alonso Reyes. Y Mojarro fue impugnado por el ex priísta Rafael Flores Mendoza.
4. En Durango, el candidato de la alianza PAN-PRD se llama José Rosas Aispuro, priísta hasta 2010, cuando renunció al tricolor para contender —por primera vez— por el gobierno de Durango con el apoyo del PAN y del PRD.
5. En Oaxaca, el candidato del PRD —y probable del PAN—, José Antonio Estefan Garfias fue priísta hasta enero del año pasado. Antes de esta fecha, Pepe Toño militó en el tricolor 38 años.
Con líderes del PRI, con candidatos del PRI y con todos los vicios del PRI, PRD, PAN y Morena quieren echar al PRI del poder.
Al tiempo.
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