Poco antes de la gran inauguración del Paso Exprés, concretamente el 16 de marzo, Graco Ramírez le escribió a Gerardo Ruiz Esparza:

“Estimado Secretario, recibe un cordial saludo y, en relación a la obra Paso Exprés del libramiento de Cuernavaca, extiendo la presente para solicitar su invaluable apoyo y someter a tu consideración la posibilidad de establecer su denominación como Vía Express Tlahuica (sic)”.

Al menos en papel, no existe documentación alguna que pruebe las advertencias del gobernador, que inmediatamente después de la tragedia levantó el dedo para señalar culpables y erigirse como el héroe que lo sabía todo, pero al que nunca hicieron caso, de hecho, la solicitud para bautizar la obra fue, me afirman varias fuentes, la única aportación concreta del gobernador al tema.

Cuando Juan Mena López y Juan Mena Guerrero cayeron en el socavón del Paso Exprés no murieron al instante, de hecho, de acuerdo con su necropsia, quedaron vivos durante bastante tiempo, en el cual poco a poco se les terminó el aire, a la vez que su vehículo se hundía en la tierra. Por los traumas en sus manos y pies puede inferirse la desesperación que sufrieron al ir muriendo lentamente

Los primeros en llegar al hecho fueron los elementos de Protección Civil de Morelos, aunque la vía es federal, en un accidente no aplica de forma tajante la jurisdicción de las autoridades en cuanto a las medidas y acciones a tomar.

Cosa lógica, pues al tratarse de una emergencia lo más importante es resolver el percance y salvar vidas, no echarse bolitas. De hecho, el artículo 21 de la Ley General de Protección Civil es muy claro cuando dice: “La primera instancia de actuación especializada, corresponde las Unidades Internas de Protección Civil de cada instalación pública o privada, así como a la autoridad municipal o delegacional que conozca de la situación de emergencia”.

Algunos expertos en el tema, de los que reservo el nombre a petición expresa, señalan que hubiese bastado con emprender acciones para impedir que el automóvil se hundiera y terminara por asfixiar hasta la muerte a sus ocupantes, como sea, dicen, lo peor que pudieron hacer fue simplemente esperar a que llegaran los federales.

Por debajo del concreto pasaba un tubo que desahogaba el exceso de líquido de las lluvias, el tubo no fue suficiente, debido a la cantidad de basura acumulada que terminó por taponearlo y llenar de agua la zona, debilitando la estructura y provocando un agujero lo suficientemente grande para que se cayera un automóvil, como lo que al final ocurrió.

El 3 de marzo la Conagua envió un oficio a Cuauhtemoc Blanco, alcalde de Cuernavaca, solicitando mantener limpias y desazolvadas alcantarillas, vados, escombros u obstáculos que impidan el libre escurrimiento de las corrientes.

Por lo que se ve en algunas imágenes, eso tampoco se cumplió.

Y la SCT le dio la obra a una constructora que despierta miles de dudas… ¡Viva el México de socavones!

DE COLOFÓN.— “El problema es que entraron muchos zetas a operar en los territorios de El Ojos, de la venta de drogas pasaron al secuestro, extorsión y valió madre todo”, dicen sus cercanos.

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