Primero será el Tribunal Electoral de Coahuila el que decida si la elección debe o no anularse. El fallo, sea cual sea, será seguramente apelado y la decisión quedará en la cancha de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal, la fecha fatal para la decisión puede ser, incluso, hasta un minuto antes del 1 de diciembre cuando, legalmente, debería tomar protesta el nuevo gobernador.

Vimos ya una película muy parecida en Colima hace casi dos años, en aquel entonces, sin embargo, la cosa fue más complicada, pues la elección se anuló debido a la filtración de un audio donde el entonces secretario de Desarrollo Social ordenaba apoyo al candidato priísta y entonces, acorde al criterio de los magistrados, la elección había sufrido injerencia gubernamental para el beneficio del ganador… o sea: ¡todo a la basura por andar apoyando al ungido y va de vuelta!

El caso de Coahuila es aún más simple que el precedente de Colima, supuestamente el tope de campaña para cada candidato era de apenas 19.24 millones de pesos. Según la fiscalización del INE, ambos punteros lo rebasaron: Riquelme, de PRI, con 5 millones 981 mil pesos, y Anaya, del PAN, con 5 millones 118 mil pesos.

Una causal de nulidad de elección apunta al rebase de tope de campaña en un resultado cerrado, concretamente a menos de 5 puntos porcentuales entre el primero y segundo lugar, escenario verificable en Coahuila donde la diferencia apenas rebasa los 30 mil votos.

De anularse la elección, Coahuila podría convertirse en la bandera de salida para el 2018, celebrándose comicios estatales quizá meses antes de la gran elección presidencial.

Pero, en el fondo, Coahuila es también una pataleta de los grandes equipos nacionales del PRI y del PAN que se juegan el todo estadístico en un territorio que, aunque no es decisivo para una elección federal, sí lo es para un eslogan: los panistas podrían decir que ganaron 3 de 4 (Veracruz, Nayarit y Coahuila) y los priístas que ganaron 2 de 3 (Estado de México y Coahuila)... ¿suena estúpido?, lo es... y es al mismo tiempo fundamental para el control interno de ambos partidos en la búsqueda de la carrera presidencial.

Una pataleta que puede darle al traste a una posible alianza de facto, pero no de boleta, de las opciones sistémicas para el 2018, frente al crecimiento de Andrés Manuel López Obrador con su reacomodo y fortalecimiento, luego del aprendizaje en la efímera derrota del Estado de México.

Mordieron la cápsula del veneno del triunfo y todos, soberbios, parecen listos para ser derrotados por sus propios egos… todos, menos uno.

DE COLOFÓN. Entre las voces de la élite tricolor, solo en corto, dicen una y otra vez: ¿cómo fueron a perder Coahuila si venía envuelta para regalo?

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