Ayer en Los Pinos, el presidente Peña Nieto habló sin censuras con un grupo de periodistas sobre varias cosas, más sobre el precio de las gasolinas, pero también sobre Trump, sobre lo complicado de tomar la decisión entre lo malo y lo menos malo, sobre Agustín Carstens, sobre los mitos y sobre las realidades; habló mucho sobre México.

Sin que me limitaran el uso de la palabra, en un marco de total apertura, le pregunté al presidente sobre la corrupción y, en particular, pregunté sobre el caso del prófugo Javier Duarte en este ambiente de toma de decisiones difíciles, como el aumento en los precios de la gasolina, que carecen del respaldo de la credibilidad de una sociedad que percibe a su gobierno con una corrupción generalizada.

Me quedo con una respuesta firme, igual de difícil que el entorno: el Presidente y su gabinete no toman las decisiones de Estado basándose en la popularidad o en el beneficio electoral, sino en lo que consideran será lo mejor para el país aún asumiendo costos políticos enormes, el problema del combate a la corrupción es una tarea de la que se han derivado herramientas que reflejarán resultados, pero, de manera categórica, Peña Nieto niega que la corrupción sea un asunto generalizado en toda su administración.

Y de Duarte dijo que hay varios equipos trabajando en su localización, si han podido ubicar y detener a otros sujetos más complicados (¿El Chapo?), el Presidente asegura que se detendrá también al ex gobernador de Veracruz.

Me queda claro, en gran parte por las explicaciones de ayer de José Antonio Meade, Pedro Joaquín Coldwell y José Antonio González Anaya, que no había otra alternativa más allá de la desestabilización económica para no incrementar el precio del combustible y es que las refinerías, por ejemplo, no representan salvo un costo reducido en el precio final de la gasolina. Por otro lado desde hace años somos un país con déficit en hidrocarburos, es decir que importamos más de lo que exportamos, aunado a que, debido a las variaciones del dólar y otras referencias internacionales, desde hace dos años no existe un escenario de excedentes a lo presupuestado en la Ley de Ingresos… Dicho de un modo más coloquial: ¡no había de dónde agarrarse a menos que nos endeudáramos más!

Inclusive, si se suspendieran los salarios desde el cargo de directores generales de toda la administración federal el ahorro sería apenas de menos de 5 mmdp cuando el boquete a llenar es más de 200 mmdp. Simplemente, las cuentas no daban para un subsidio que nos llevaría a un escenario económico aún más engorroso que el actual.

De fondo, el problema creo que no radica en la explicación del porqué subió el precio de los combustibles sino en algo más mundano: el malhumor social.

DE COLOFÓN. Walmart y Exxon podrían abrir 400 gasolinerías en México, pero, ¿en dónde almacenaremos el combustible para surtirlas?

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