Más Información

Reaparece Raúl Rocha Cantú; mensaje navideño desvía conversación hacia polémica de Miss Universo 2025

Noroña, entre los morenistas menos productivos del Senado; ha presentado solo tres iniciativas en la actual legislatura

Giran 25 órdenes de aprehensión contra responsables del incendio de Waldo’s en Hermosillo; cierran 68 sucursales en Sonora

VIDEO: Muere taxista al volcar su vehículo en la CDMX; fue captado bailando semidesnudo minutos antes del accidente
Esa exclusividad de vivir en el país más surrealista del mundo quedó atrás hace mucho; si Breton o Dalí estuvieran vivos, rectificarían aquella afirmación de principios del siglo XX que decía que no había lugar más surrealista que este. “En Irán no hay homosexuales”, dijo una vez Mahmud Ahmadineyad en la Universidad de Columbia, en parte para creer su propia mentira y en parte para evadir las acusaciones de brutalidad de su gobierno para con la comunidad gay. Una cruzada poco más brutal que la que se tiene contra, entre tantas muchas cosas, la pornografía; tan férreo es el muro iraní, que las conexiones de Internet que buscan aterrizar a sitios con contenidos para adultos, y que pasan, física o virtualmente, por el país persa se ven bloqueados; millones de inocentes onanistas han pagado: rusos, indios, chinos, indonesios…
Japón, por otro lado, ha tenido que cancelar su primer festival de porno y realidad virtual, el Adult VR Festa, no por presiones del gobierno, ni mucho menos, sino por exceso de interés; las calles en torno al recinto que acogería tan curioso festival estaban abarrotadas horas antes del inicio del mismo, el temor a no poder controlar a las masas fue lo que llevó a la cancelación. Pero algo bueno les dejó a los nipones (hombres en su inmensa mayoría) frustrados por el cierre repentino del Adult VR Festa, y es que a partir de la evidente demanda de pornografía, una empresa está por inaugurar una serie de salas privadas para disfrutar, por tan sólo unos 100 pesitos, de una hora de realidad virtual para adultos.
Pero mientras en medio y lejano oriente unos sufren y otros gozan al extremo, por acá los occidentales —con una buena dosis de cinismo y otra de sentimientos de culpa, para equilibrar y no caer en aquellos extremos— llevamos el gozo contenido. La felicidad por acá, aunque parezca extraño, no está basada tanto en una obsesión sexual tanto como en la sensación de felicidad que provoca la socialización, aunque, según dicen, ésta es tan real como una moneda de cuatros pesos. Esta felicidad aparente es parte de un síndrome de la posmodernidad —y surrealista, por supuesto— que tiene nombre: Síndrome de quedarse fuera, o Fear of missing out (FoMO), en inglés. El FoMo implica esta obsesión de muchos usuarios de las redes por aparentar que su vida es tan satisfactoria como la de los usuarios a los que sigue, le siguen o acosa en silencio (y que resultan ser tan falsas como la propia); detrás de estas obsesiones, dicen los expertos, hay una profunda depresión, aquí no aplica aquello de que se puede ser feliz a fuerza de sonreír. Estas obsesiones surreales occidentales son y han sido exploradas por el arte; hay por ahí el corto de un noruego llamado What’s on your mind?, acerca de los usuarios de Facebook, y que en su momento se volvió, paradójicamente, viral en las redes; o “Caída en picada”, primer capítulo de la temporada tres de Black Mirror, en la que la protagonista vive en estrés permanente por su estatus en las redes sociales del “futuro”. ¿Qué hay más surreal que esto?
@Lacevos
Noticias según tus intereses
[Publicidad]
[Publicidad]









