La cabalística jornada 13 del Apertura 2015 en el balompié mexicano fue prolífica para el comentario, sobre todo, en materia arbitral.

Primeramente me gustaría referirme a la expulsión que sufrió Fidel Martínez, delantero universitario en el duelo León vs. Pumas. El ecuatoriano fue pintado de amarillo al minuto 60, cuando impidió un saque de banda de Fernando Navarro; sin embargo, su enardecido adversario lo alcanzó y le propinó un cobarde y violento empellón por la espala, para que (lejos de llevarse la tarjeta roja) el silbante Roberto García Orozco le regalara un tibio cartón preventivo (a Navarro).

Ocho minutos después (al 68’), en una descolgada, el balón le pega en la mano a Fidel Martínez, el árbitro (equivocadamente a todas luces) la sanciona y lo manda a bañar temprano.

Como era lógico, la directiva de la UNAM protestó ante el tribunal de penas que inexplicablemente se negó a quitar la sanción a Fidel Martínez, haciendo más infame aún la injusticia con que había sido tratado el pasado sábado en el Nou Camp ¿Qué tiene que pasar para que la Disciplinaria quite un castigo? ¿Verdad que sí hay equipos que pesan más que otros? ¡Expulsiones mucho más claras las han condonado!

Esto toma matices dramáticos al recordar el partido Toluca vs. Querétaro, celebrado un día después. Al minuto 70, Christian Alberto Cueva, mediocampista choricero, se lleva también el balón con la mano, en una jugada “prima hermana” de la que le valió la segunda amarilla a Fidel Martínez (pero deliberada y mucho más clara). Pues resulta que el nazareno en turno, Jorge Isaac Rojas, se limitó a señalar la infracción sin mostrar el cartón preventivo. ¿En qué quedamos, pues? ¿Por qué, en jugadas similares, aplican un criterio en un partido y uno distinto, en otro?
Continuando con las anormalidades arbitrales, en ese mismo encuentro (Toluca vs. Querétaro) fue de pena ajena ver cómo Alfredo Talavera, cancerbero de los Diablos Rojos, jaloneó a Jorge Isaac protestándole el segundo de los Gallos Blancos, sin que viera la tarjeta roja (simplemente una amarilla). Si ya los árbitros se dejan jalonear ¿Qué sigue Dios mío?

En la pasada convención de árbitros, Jorge Campos cuestionó la falta de dignidad, valor y autoestima de los silbantes.

Ya lo cantó el célebre intérprete y compositor Cuco Sánchez en su inmortal tonada “Maldito Corazón”: “¿A dónde está el orgullo, a dónde está el coraje? ... hoy que estás acabado... qué lástima me das”.

ebrizio@hotmail.com

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