Una democracia jamás debe olvidar su responsabilidad fundamental: servir como un instrumento colectivo para impulsar el progreso de todos sus integrantes por igual.

El PRI es una institución política que nació desde las masas y para las masas, para construir un México más moderno y más justo.

Sin duda alguna en este partido se generaron las ideas renovadoras del Siglo XX, que permitieron transformar a nuestro país.

Este 2017 y la coyuntura política que representan las elecciones de 2018, deben ser un nuevo parteaguas para la vida de este instituto, pero también para la transformación de la realidad.

El desafío no es muy diferente de lo que se está enfrentando en el mundo entero. Lo primero que debemos reconocer es que el mundo cambia a un ritmo nunca antes imaginado.

Las ideas y la tecnología impulsan un progreso vertiginoso, al cual el sistema económico le ha sabido seguir el paso.

No obstante, cuando el desarrollo de tecnología privilegia a unos pocos y concentra en ellos la riqueza, la brecha que separa a los más vulnerables de los más ricos se profundiza.

La política, al no evolucionar con la misma celeridad, ha dejado de servir como contrapeso y se ha convertido en una herramienta para perpetuar la inequidad.

Esta es la razón por la que el mundo vota por quienes impulsan políticas cerradas, que frenan a la humanidad.

Los partidos políticos estamos obligados a impulsar una transformación de fondo para que los sistemas de gobierno recuperen su confiabilidad, permitan el progreso de la nación, pero garanticen al mismo tiempo la igualdad para todos los mexicanos.

La Asamblea Nacional del PRI debe servir como punto de partida para un ejercicio de autocrítica.

En el debate tenemos que escuchar, pero también hablarle a la sociedad, particularmente a las generaciones más jóvenes.

Retirar el fuero a los funcionarios, eliminar los privilegios para los privilegiados, garantizar fiscalías autónomas y órganos de vigilancia independientes, contemplar la revocación de mandato bajo esquemas claros, someter las compras y licitaciones al escrutinio de organismos internacionales y discutir sobre las pensiones a presidentes, son algunas de las exigencias de la sociedad.

En Jalisco ya estamos traduciendo en políticas muchos de estos reclamos sociales; también estamos emprendiendo acciones para combatir el cambio climático.

Romper nuestra dependencia de los hidrocarburos como fuente de energía puede ayudar a romper la que tenemos con Estados Unidos, como principal socio económico.

Estos son sólo algunos de los puntos que debemos discutir para comenzar con los cambios de fondo que exige México.

Si el PRI fue la piedra sobre la que se fundó el México que hoy vivimos, hoy el PRI es la mejor opción para construir el México del Siglo XXI.

Gobernador Constitucional del Estado de Jalisco

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