Como decía Yogi Berra, es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro. Pero el calendario, ni modo, exige sacar la bola de cristal en estos días tempraneros del año. Así que van mis cuatro pronósticos para 2017:

1. El Chapo se irá. Salvo que ocurra algún evento inesperado (algo nunca descartable con Joaquín Guzmán), el capo mayor del Cártel de Sinaloa será extraditado a Estados Unidos en el transcurso del año. Los recursos jurídicos para evitar su traslado al país vecino se han casi agotado y un nuevo escape luce complicado en sus condiciones actuales de encarcelamiento (la prisión de Ciudad Juárez está aislada, rodeada por el Ejército y construida sobre terreno arenoso). En consecuencia, yo apostaría a que Joaquín El Chapo Guzmán estará bajo custodia estadounidense antes de que culmine el primer semestre de 2017.

2. La violencia se quedará. 2016 fue el año del repunte de la violencia homicida. Con alta probabilidad, se acumularon más de 25 mil víctimas de homicidio (en la cuenta de Inegi) en los últimos doce meses. 2017 pinta peor: si el número de víctimas de homicidio se mantiene a lo largo del año cerca del promedio de los últimos cinco meses, el total anual será muy cercano al de 2011 (27 mil 213), el año más violento de la historia reciente. No veo nada en el horizonte que nos desvíe de esa trayectoria. La intervención del gobierno federal en los 50 municipios con más homicidios no ha arrojado mayores resultados en cuatro meses y no parece haber ninguna idea alternativa para hacer frente a la escalada de violencia. Lo anticipable es por tanto un año rojo carmesí.

3. La Iniciativa Mérida se acabará. Desde hace una década, la relación de seguridad entre México y Estados Unidos ha estado regida por la Iniciativa Mérida. Ese marco de cooperación probablemente llegará a su fin en 2017. Nadie va a anunciar formalmente su cancelación, pero va a morir en los hechos. La suspensión o la reducción de la asistencia económica a México podría ser un mecanismo relativamente indoloro para que Donald Trump demuestre a su electorado que nos está “cobrando el muro”. Eso en sí mismo no importa mucho (son menos de 200 millones de dólares al año), pero sí podría ser una señal de un vuelco más amplio en la relación de seguridad. La llegada de un equipo de personalidades de línea dura (Jeff Sessions en el Departamento de Justicia, particularmente) va a hacer más tenso y menos fluido el trato con México. Seguirá habiendo cooperación en varios frentes, pero va a depender más de relaciones ad hoc entre agencias estadounidenses y dependencias mexicanas, y menos de un marco general de colaboración. No es buena noticia.

4. Habrá al menos un cambio significativo en el gabinete de seguridad. Esta predicción no requiere muchas dotes de oráculo. Según todas las encuestas, Miguel Ángel Osorio Chong es el puntero para hacerse de la candidatura presidencial del PRI. Buscar la nominación priísta probablemente lleve a Osorio a dejar la Secretaría en algún momento del último trimestre del año ¿Quién lo sustituiría? Difícil saberlo a estas alturas, pero dada la predilección del presidente Peña Nieto a escoger colaboradores sólo dentro de su círculo más cercano, no sería improbable un regreso de Luis Enrique Miranda a Bucareli. Eso probablemente llevaría a cambios en cascada en algunas dependencias cruciales del sector, en particular la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) y el Cisen.

En resumen, lo que se ve bien es un año movido, con altos niveles de violencia, muchos cambios de personal y un entorno externo hostil. Nada muy alentador, por desgracia.

alejandrohope@outlook.com

@ahope71

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