Después de un año de pelear en contra de todos los representantes de lo políticamente correcto, de lanzar insultos a diestra y siniestra, el candidato republicano, Donald Trump, al que todos sus dardos envenenados lo hacían crecer en las preferencias de voto de los blancos de clase media baja, parece que ha encontrado su límite y ha empezado a caer. El hombre del marketing que marcaba la agenda y parecía imparable se ha convertido en su peor enemigo. ¿Se agotó su estrategia de golpear y ganar?

Varios hechos han llamado la atención, pero el caso del soldado Humayun Khan, quien murió en Irak como parte de las bajas de Estados Unidos en esa guerra, ha generado un malestar particular. Los padres del soldado se presentaron en la Convención Demócrata de Filadelfia para defender a su hijo como héroe estadounidense, para resaltar su origen musulmán, y para decirle a Donald que necesitaba leer la Constitución del país. La respuesta del republicano no se hizo esperar, descalificó al padre y a la madre y dijo que había sido “viciosamente atacado por el señor Khan” (EL UNIVERSAL, 1/VIII/2016). Después le vino la critica por haber dicho que Rusia debería piratearse el correo de Hillary, pero no se disculpó, simplemente afirmó que había sido sarcástico. Varios republicanos lanzaron fuertes críticas por el manejo del caso Khan, sobre todo el senador John McCain. Además, el presidente Obama señaló que tiene un problema de incapacidad: “Trump no está capacitado para gobernar” (EL UNIVERSAL, 3/VIII/2016). De esta forma, la montaña rusa al alza —en la que el republicano se había montado desde que empezó esta carrera—, ha empezado a bajar de forma acelerada.

Muy pocos entendieron por qué este personaje logró quedarse con la candidatura, cuando parecía una broma de muy mal gusto; sin embargo, hoy muchos consideran que quizá ha llegado la gota que derramó el vaso y la pregunta es si se trata de una tendencia o simplemente de un bache. Por lo pronto, el martes pasado se reportó una baja en la intención del voto. Ya se sabe que estos datos son muy volátiles, pero muestran el efecto combinado de la Convención Demócrata y las secuelas de los últimos tropiezos del republicano. Una encuesta de CBS, levantada entre el 29 y el 31 de julio, le dio a Hillary siete puntos de ventaja, 46 contra 39, con lo cual se revirtió la subida que tuvo después de su Convención en Cleveland.

Hoy aparecen ya con claridad los dos bloques que se disputarán el poder en las elecciones del 8 de noviembre. En las convenciones se mostró el tipo de discurso que pondrán en práctica los candidatos, pero una campaña tiene muchos momentos que no se pueden prever y que surgen del día a día, de los resultados inesperados o no deseados, como sucedió con el caso Khan. A pesar de que los manuales de propaganda política indiquen que no se puede seguir la misma estrategia en la precampaña que en la campaña, será difícil cambiarle el gesto y los impulsos agresivos a Donald y mostrarlo como un candidato políticamente correcto, sería como cambiarle
su naturaleza.

Seguramente en el cuarto de guerra de la campaña republicana estarán valorando qué hacer frente al problema más importante: el mismo candidato. Desde el inicio de la carrera presidencial Trump ha sido el mismo, lo que ha cambiado es el contexto, por eso el misterio parece tener un código para entender la clave que planteamos como una hipótesis: la suma de errores que resultaban en victorias, ha cambiado de signo y ahora cada equivocación tendrá un costo negativo. El principal adversario de Donald no será Hillary, sino el mismo Trump.

Investigador del CIESAS.

@AzizNassif

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