Texto: Ruth Gómez y Carlos Villasana
Diseño web: Miguel Ángel Garnica

Adentrados en un mundo de tacones, zapatos de charol, automóviles clásicos y acordes que recuerdan a Carl Perkins o a Elvis Presley, EL UNIVERSAL se acercó a Liz y Liliana, dos chicas dentro del movimiento rockabilly para conocer, desde su experiencia, el gusto por un género que te transporta a una época lejana a la nuestra.

La escena es una forma de vida

"En los años ochenta había varias escenas alternativas en México. "Los Gatos" fueron una de las primeras bandas en tocar rockabilly en el país. Con la falta de apoyo que caracteriza a México hacia diferentes géneros musicales, dejó de haber continuidad en las escenas. Pero en el revival de los noventa y dos miles, las nuevas generaciones deciden hacer sus bandas de neo-rockabilly", comenta Lizbeth Álvarez, conocida como Liz Munzter.

Liz explicó que, a diferencia de ahora, eran contados los seguidores del género y sólo se llegaban a encontrar en los conciertos. Al principio, los comentarios que recibían en las calles, muchos de ellos de manera despectiva, era que su vestimenta aludía a los de la película Vaselina o que los chicos se veían como el personaje de la caricatura de "Johnny Bravo".

Tiempo después, con la llegada del internet y el auge del rockabilly alrededor del mundo, se gestó un nuevo estilo de vida unido por la música, la vestimenta, el baile y los sitios de encuentro.

En la parte estética, los "rockabillys" se distinguen por llevar copete, gafas, chamarra de cuero o, en caso de las chicas, los labios pintados de rojo, un peinado y maquillaje impecable en sus vestidos que combinan a la perfección con tacones y demás accesorios.

La entrevistada nos explica que la vestimenta va cambiando conforme a la persona, una adolescente probablemente utilice un vestido muy lindo y adorne su cabello con un paliacate. Una chica más grande podría utilizar faldas más entalladas y escotes pronunciados tipo pin up y una adulta, regresar al uso de vestidos. Tanto chicos como chicas cuidan mucho de su aspecto y arreglo personal.

"En una conferencia me preguntaron que si para ser pin up, la mujer debe de ser delgada con cinturita y pues no, el pin up tiene más que ver con la feminidad. Es más una actitud en la que gusta el uso del maquillaje, el hacer la vida diaria con tacones, el vestir "cuca" y sentirte bonita, no importa si eres delgada o gordita", platicó Liz.

Los bailes se distinguen por ser en solitario, en grupo y en pareja. El primero es el bop, que es un tipo de baile libre y lo único que importa es dejarse llevar por el ritmo de la música. El stroll es nuevo en México y en él, un grupo de personas se mueve con pasos establecidos que se podrían comparar con la popular canción "No rompas más" de Caballo Dorado. Por último, está el jive, que se baila en pareja.

La cultura de lo retro
La cultura de lo retro

Debido a la popularidad del movimiento, en la capital se empezaron a inaugurar espacios que evocan a los diner estadounidenses, restaurantes que cuentan con piso de mosaico blanco y negro, autos clásicos como mesas, música, venta de hamburguesas y malteadas. En algunos de ellos, al caer la noche, se dan clases de baile para cualquier interesado. La unión de los diner con las personas cuya forma de vida es el rockabilly, logran transportarte a los años cincuenta.

Rockabilly y los eventos masivos

Liz y su novio, Kike Cadillac, son los creadores del festival Rockalavera, uno de los eventos más representativos de este género en la ciudad. La entrevistada cuenta que el día que se les ocurrió hacerlo, empezaron a llamar a los conocidos de Kike, quien es vocalista de la banda de rockabilly "Los Black Jacks", para invitarlos y con todos entusiasmados aceptaron.

En 2011, el festival Rockalavera tuvo su primera edición y contaron con la participación de 20 bandas nacionales de rockabilly. El internet favoreció a que grupos extranjeros se enteraran de la existencia de la escena en México y les empezaron a escribir para ser contemplados para ediciones posteriores. Entre las actividades que realiza el festival destacan conciertos, la exposición de carros o motos clásicos, concursos de baile y de pin-ups.

La cultura de lo retro
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La cultura de lo retro
La cultura de lo retro
La cultura de lo retro
La cultura de lo retro

Para Liz, el festival le ha demostrado que el gusto por este género musical es multi-generacional: "Puedes ver a gente de 50 años conviviendo con chicos de 16. El rock and roll es socialmente aceptado tanto en música como en su vestimenta, ya que es muy amable comparado a las de otras escenas como el metal o el punk. Alguna vez me dijeron que era una subcultura con tintes conservadores y quizá lo es, porque seguimos la cultura de los años cincuenta".

La cultura de lo retro
La cultura de lo retro
La cultura de lo retro
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El ingreso al mundo rockabilly

Nuestra segunda entrevistada fue Liliana, quien fue invitada por una amiga al festival Rockalavera del año 2013, donde descubrió su pasión por el género.

"Al escuchar tocar a las bandas y al ver bailar a las primeras parejas que conocí, no podía explicarme cómo era posible que hubiese vivido alrededor de cinco años en la Ciudad de México, sin conocer eso. Desde ese momento, se convirtió en un verdadero deleite auditivo y visual que me atrapó irremediablemente".

Poco después se enteró que había grupos y clubes que impartían clases de baile, a las que acudió entusiasmada, pero no fue fácil. La falta de una pareja "estable" y su escasa habilidad previa, hacían complicado su progreso, por lo que estuvo a punto de desertar. Sin embargo, conoció a varias personas que la animaron y que el día de hoy son sus amigos e incondicionales compañeros de pista.

Conoció los fundamentos del rockabilly, como lo son el estilo greaser en los hombres y el pin up en las mujeres, también la distinción entre el rock and roll, rockabilly, rhythm and blues, swing y por último los estilos de baile.

"El cumplimiento estricto —y no tan estricto — del look me fue muy complicado, mi ritmo de vida me impide dedicar el tiempo necesario para lograr unos victory rolls perfectos, o un maquillaje que resista las jornadas de baile. Al principio me desanimaba, pero también fui aprendiendo que no es un requisito indispensable. Aunque algunas veces no lo parezca, la escena es amable, permite la entrada y permanencia a todo apasionado que en verdad quiera estar", compartió Liliana.

Entre los lugares que se han sumado a la esencia de la cultura rockabilly y que Liliana ha visitado son Lucy's Diner, Kocat's Diner, Candy Blue, el famoso Be-Bops Diner y la explanada de la Delegación Cuauhtémoc que desde hace años, cada sábado se convierte en la "Plaza del Rock and Roll".

Liliana se despidió de EL UNIVERSAL diciendo que estar envuelta en la escena le ha permitido percibir que cada persona le impregna un estilo único tanto al baile como a la forma de vestir, por lo que el rockabilly no deja de transformarse. Añadió que para ella "la alegría se convierte en aquello que nos une y nos hace comunidad, nos identifica y nos permite comunicarnos de esta forma tan peculiar, donde pequeños detalles como una sonrisa o una mirada complementan estos momentos tan especiales para cada bailarín".

La cultura de lo retro
La cultura de lo retro

A nuestra forma de ver, la cultura rockabilly ha permitido que decenas de jóvenes se encuentren y convivan en un ambiente donde reina el baile y la música. En la actualidad, existen múltiples espacios donde se pueden aprender los pasos cuya cadencia llevan a las parejas saltar de un lado a otro o girar tan rápido que tanto las faldas como el cabello de las chicas hacen figuras en el aire, siempre adornando sus pasos con una sonrisa.

Los y las rockabillys están presentes en foros, centros culturales, restaurantes temáticos, en automóviles clásicos o explanadas públicas, que han abierto sus puertas a la difusión y expansión de este género.

Fotografía actual: Ariel Ojeda, EL UNIVERSAL. Cortesía de Lizbeth Álvarez,  Liliana Luna y  Tona Siegel.

Fuentes: Lizbeth Álvarez, Liliana Luna y artículo "Rockabilly halla un lugar en la juventud" de Cinthya Sánchez, EL UNIVERSAL.

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