Texto y foto actual: Mario Caballero

Diseño web: Miguel Ángel Garnica

Al ingresar al Museo de la Caricatura, en lo que antes fuera un lugar dedicado al estudio y la meditación, se percibe un súbito silencio que de inmediato es invadido por carcajadas, bromas y alegría; enseguida nos encontramos con unos personajes que dibujan a petición de los visitantes, la parodia de sus rostros, resaltando los rasgos más llamativos de la persona, exagerándolos y haciéndolos reír de su propia imagen. Son los caricaturistas que diariamente acuden a trabajar al antiguo Colegio de Cristo, en el primer cuadro capitalino.

Situado en la 4a calle de  los Cordobanes, hoy Donceles, sobre un basamento prehispánico, se encuentra este antiguo edificio de estilo colonial que hoy alberga al Museo de la Caricatura, sede de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas.

De centro educativo religioso a casa del humor
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Dos jóvenes, Alberto y Delia, se miran entre sí y deciden que se les haga un dibujo. Se acomodan en las mesas de madera, frente al cartonista Ricardo Salazar Berber, quien es nada menos que el creador de los logotipos de todos los equipos de fútbol de primera división en México.

Los ojos del cartonista Berber parecen iluminarse cada vez que toma el pincel entre sus manos, mezcla colores, observa detenidamente a la pareja que recién le solicitó un retrato, como si ya imaginara la forma en que van a quedar caricaturizados e inicia con una leve y decidida línea para dar forma al rostro.  Pasada una media hora, el caricaturista Berber finaliza con su inconfundible firma.

“Parece pasto mi firma, eso me salvó de todos los que me piratearon en algún momento, siempre creyeron que la firma era pasto en el dibujo y así lo dejaron, entonces en cualquier copia que hacían, ya sea en playeras, estampas, carteles, lo que fuera, mi firma aparecía ahí”, dice a EL UNIVERSAL el hombre de 84 años de edad.

Durante la entrevista con el señor Salazar Berber llegó otra pareja, dos estadounidenses, provenientes de Texas: Caroline y John. De apariencia amable y desinhibida, preguntaron en un comprensible español: “¿Quién poder hacer cartón?”. De inmediato el señor Salazar levantó la mano para dibujarlos. Mientras Caroline y Jonh se acomodaron de frente al dibujante, el cartonista inició el relato sobre sus inicios en el mundo de la caricatura.

De centro educativo religioso a casa del humor
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“Desde que salí de la Academia de San Carlos, siempre quise ser caricaturista, quería ver mi trabajo en los diarios, en las revistas y mi primera oportunidad se dio en  El Novedades e inicié dibujando para la sección deportiva, en portada porque entonces nadie criticaba lo sucedido en el ámbito deportivo”, dice el caricaturista.

La habilidad del dibujante Ricardo Salazar es tal que podía dibujar a la pareja de extranjeros,  mientras respondía a nuestras preguntas.

—¿Cómo inventó los logotipos de los equipos de fútbol?

—Lo chistoso es que en los años 70 y 80 no había mascotas en los equipos de fútbol, había apodos pero ningún nombre de mascotas que le dieran identidad a cada equipo; entonces yo las inventé. La idea era que las mascotas hablaran y se pelearan unas contra otras, lo cual le fascinó a la gente.

La pareja de estadounidenses  cuchicheaba para sí, señalando con entusiasmo la manera en que el dibujante trazaba con habilidad sus rostros, con sendas sonrisas y señalando con el dedo pulgar hacia arriba que el dibujo estaba quedando de maravilla. “I love it”, expresó con alegría Caroline mientras su acompañante solo atinaba a asentar un sí con leve movimiento de boca.

—¿Ya han estado en nuestro país anteriormente, conocían la Ciudad de México? —se les preguntó.

—¡Oh, yeah! Me gusta mucho México City, es un lugar adorable y éste es un edificio muy bonito —volvió a responder la chica rubia.

Ricardo Salazar es considerado el decano del caricaturista deportivo en México, porque en la actualidad muchos hacen caricatura deportiva en diferentes diarios y revistas pero hace 40 años era sólo don Ricardo Salazar Berber quien trabajó esa línea.

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Los trazos del Museo de la Caricatura

El Museo de la Caricatura fue inaugurado en marzo de 1987 por el entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Ramón Aguirre Velázquez. También es casa del Salón de la Plástica. En 1995 se desocupó el recinto para prevenir un posible derrumbe y tras una restauración en diciembre de 1997 fue entregado a los caricaturistas.  No obstante, los rescates que se han realizado, señala el caricaturista Ramón, “los estragos del tiempo se han dejado sentir y es necesaria una nueva restauración en el total del inmueble”.

El caricaturista Ramón aprovechó para recordar su época de bonanza en las páginas de EL UNIVERSAL y señaló que el diario tuvo épocas muy floridas en cuanto a libertad de expresión, ya que a él le dieron la oportunidad de publicar cartón político mezclado con deporte, y eso fascinaba a los editores, directores del periódico y a los lectores.

Por su parte, Juan Terrazas, quien es director del Museo de la Caricatura y también es caricaturista,  dijo que ha colaborado en Publimetro, Tiempo Real y también en EL UNIVERSAL durante un año en la sección de Cultura, en la época en la que se encontraba como editor Paco Ignacio Taibo I. Comenta que en ese periodo fue la cuna de muchos caricaturistas, pues fue un semillero de aquellos que les gustaba trabajar con don Paco; entonces todos eran nuevos, autores de caricatura muy fresca, quienes una vez publicando en EL UNIVERSAL podían consolidar su carrera en otros medios.

Juan también comenta sobre la historia del edificio y rememora que el lugar ha tenido transformaciones muy importantes. Desde la época en que este inmueble era la sede de un Centro Educativo de élite en donde se daba clases a hijos de nobles y sacerdotes en la época Mexica, conocido también como Calmécac, y después sería la sede del Colegio de Cristo, para dar lugar no hace mucho a despachos, librerías del abogado y oficinas de constructoras; situación que cambió con el sismo del 1985. Para finalmente convertirse en el museo y sede de los caricaturistas.

Así, al Museo de la Caricatura, de acuerdo con el director del recinto, asisten diariamente 10 caricaturistas, entre los que destacan: Ricardo Salazar Berber, Mateo Villa y Ramón.

De centro educativo religioso a casa del humor
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En una de las bancas del patio del Museo de la Caricatura de izquierda a derecha aparecen Juan Terrazas, director del recinto, Ricardo Salazar, Ramón y Mateo Villa.

“El edificio actual estaba agrietado y tenía daños importantes porque otro inmueble contiguo  estaba recargando su peso sobre el actual Museo de la Caricatura”, relató Ramón, quien en 1998 fue presidente de la Sociedad Mexicana de Caricaturistas. Según recuerda, el último regente del extinto Distrito Federal, los tomó en cuenta y vino a visitar el lugar para  corroborar que realmente corría peligro el inmueble.

“Subió a la parte de la azotea y fue cuando le dio miedo; así ordenó la demolición del edificio de atrás y permitió la restauración de la actual sede de los caricaturistas. Tardaron casi tres años para  reconstruir el  recinto histórico”, relata el caricaturista.

A la charla también se unió Juan Terrazas, director del Museo de la Caricatura, quien refirió: “En el interior del museo se encuentran alrededor de mil quinientas caricaturas originales, las cuales datan desde el año 1828 con trabajos de diferentes autores. Las actividades en esta sede son diarias, no hay día de descanso, con horario de 10 de la mañana a 6 de la tarde”.

Respecto al mantenimiento del edificio, de acuerdo con el director, no se recibe un peso del gobierno federal ni del gobierno local, todo es a base del donativo que paga el público al momento de entrar al museo que es de 15 pesos para estudiantes, profesores e Inapam y de 20 pesos para el público en general.  “Los recursos que se recaudan se utilizan para el pago del  mantenimiento: luz, teléfono, internet, y el pago del personal que labora aquí, la museografía, pintura para el edificio y el material de aseo. Apenas el museo es auto suficiente para no depender de ninguna institución”, continuó el director.

Así, como prioridad, el director mencionó que se requiere la restauración a la estructura en una de sus bases del edificio,  la cual ya tiene hundimiento. “Por eso, el gobierno local ha decidido intervenir para darle una ‘manota de gato’, pero aún  es un proyecto sin concretar. Sin duda la urgencia es el tratamiento del inmueble a nivel estructural en materia de mecánica de suelo”.

De centro educativo religioso a casa del humor
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De pronto aparece un despistado visitante que pide se le haga una caricatura con Salazar Berber, quien sin duda ha tenido un día afortunado, pues hasta ese momento fue el dibujante más solicitado. El director Juan Terrazas lo envía a unos pasos de ahí, muy cerca del patio central del edificio donde reposa sin agua una fuente redonda, característica básica de la mayoría de los inmuebles de estilo colonial como lo es la sede de la Caricatura Mexicana.

En los laterales del patio se distinguen los arcos iluminados por lámparas incandescentes y las puertas que dan acceso a la museografía del lugar, mientras una figura de Memín Pinguín extiende sus brazos para recibir a los entusiastas que deseen retratarse con él. Al otro extremo del mismo patio, apostados y en aparente calma, están varios caricaturistas: Villa, Castrux, Ramón y Ricardo Salazar Berber, quien entrega precisamente el dibujo a la pareja de estadounidenses quienes gustosos no dejaban de admirar el profesional trabajo de don Ricardo.

De centro educativo religioso a casa del humor
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Con cuatro salas temporales y una permanente, el Museo de la Caricatura forma parte de la Noche de Museos; además se procura que cada mes se inaugure una sala abierta al interés del público y de las escuelas que visitan el recinto.

Una pincelada al futuro

Considerando la interesante labor de todo el gremio de Caricaturistas en México se preguntó a los dibujantes acerca del futuro de la caricatura mexicana.

—¿Ante la velocidad para entregar la noticia por redes sociales y la forma en que el lector recibe las noticias, piensan ustedes que la caricatura en México podría desaparecer?

—Antes la caricatura se hacía en piedra y de ahí paso a madera o en grabado y se pensaba que iba a desaparecer. Pienso que no desaparecerá, sino evolucionará, pues ahora la caricatura está en tabletas, en iPhone y otros medios digitales y es precisamente por eso que en cada momento encontrará los medios para sobrevivir —respondió Juan Terrazas.

Por último, los caricaturistas presentes expresaron su opinión personal de lo que significa la caricatura para cada uno de ellos.

En opinión del dibujante Mateo Villa, la caricatura forma parte de las artes: “Hay que entrar con humor a la vida, si ustedes están a la par con la caricatura les apuesto que ustedes van a tener mejor humor y el carácter se va a depurar un poquito más. Las ideas se van a desarrollar en el sentido de lo educativo, lo cultural, es polifacética la caricatura”.

Para el señor Ricardo Salazar Berber su vida ha sido el dibujo, caricaturizar es su modus vivendi; sin embargo, le preocupa que la juventud actual no tenga espacios suficientes dónde publicar sus trabajos: “Los jóvenes de hoy no sé qué van a hacer porque ya no hay diarios, existen aproximadamente 100 caricaturistas y 15 diarios no es suficiente; entonces probablemente el trabajo como caricaturista en medios impresos tiende a desaparecer, pero la buena noticia es que si en un periódico nos ven 300 mil personas, en la redes sociales nos podrían ver un millón de internautas. Esa es la opción más grande que tiene el caricaturista joven”.

De centro educativo religioso a casa del humor
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El trazo final

Al salir del inmueble, observamos a una familia que esperaba con cierta actitud de duda,  entrar o no al edificio, pues por fuera la fachada  es sobria e impone respeto. Con atención nos acercamos a saludar al señor Ezequiel, padre de varios menores que le acompañaban.

—Es el Museo de la Caricatura, pasen, la visita será muy divertida —sugerimos a la par que les consultamos sobre por qué les había llamado la atención ese edificio.

—Bueno, sé que es un museo de caricaturistas, pero creí que nos habíamos equivocado pues la fachada es muy bonita y creí que era una dependencia de gobierno. Sin embargo, la Catrina que está ahí en el recibidor nos animó a regresar. Vamos a entrar porque quiero una caricatura con toda mi familia.

Lo cierto es que, como bien dijo el señor Ezequiel, la fachada del edificio causa curiosidad por su arquitectura, incluso, el portón de la entrada fue tomado como fachada durante la filmación de la película de producción mexicana, El Castillo de la Pureza, dirigida por Arturo Ripstein en 1972 y que contó con las actuaciones de  Claudio Brook, Rita Macedo, Diana Bracho y guión a cargo de José Emilio Pacheco; la historia se basa en hechos reales de un padre acusado de secuestrar a toda su familia al interior de una casona, sucesos que se dieron  en la ciudad de México a finales de la década de los años 50.

Foto antigua: Archivo fotográfico de EL UNIVERSAL.

Fuentes: Entrevistas a los caricaturistas: Ricardo Salazar Berber, Mateo Villa, Ramón y Juan Terrazas; página oficial del Museo: http://museodelacaricatura.blogspot.mx/ y publicación de EL GRÁFICO.

Ramón, en primer plano, y luego el señor Salazar Berber dibujando a algunos de los visitantes al museo. 

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