Texto: José Antonio Sandoval Escámez

Fotos Actuales: Xochitl Salazar

Diseño Web: Miguel Ángel Garnica

Este recinto ubicado en la calle del mismo nombre, casi esquina con Eje 1 Oriente Circunvalación, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, puede albergar sólo a 20 personas sentadas y algunas más paradas.

Pareciera que es por su tamaño que niños y jóvenes se acercan a participar en sus actividades, pues asemeja una casa de muñecas o una maqueta casi en medio de la calle. Dentro tiene seis bancas para que apenas quepa la gente sentada. El autor del libro Iglesias y Conventos Coloniales, Lauro E. Rosell afirma que “es la más pequeña de la capital...y el único ejemplo de esta índole que existe en nuestro México querido”.

Tiene la advocación del Señor de la Humildad y su fachada actual es de estilo barroco churrigueresco del siglo XVIII, con columnas en forma de pirámide invertida y remate floral, flanqueada por dos torres coronadas por pequeños campanarios y una muy pequeña ventana coral de menos de un metro de diámetro.

La Capilla Miniatura de la Ciudad de México
La Capilla Miniatura de la Ciudad de México

El interior del coro es muy pequeño, y a pesar de ello tiene un órgano de principios del siglo XX, para su acceso se tiene que atravesar la pequeña sacristía que tiene una estrecha escalera adornada con azulejos de talavera, desde donde también se tocan las campanas que llaman a misa.

Este recinto no tiene un sacerdote fijo que oficie misa todos los días, son los vecinos los que organizan todo y llaman al padre, sobre todo el día de la fiesta patronal que es el 6 de agosto.

En cuanto a su origen, algunos autores señalan que fue construida en el siglo XVI y otros dicen que a fines del XVIII, lo cierto es que la fecha de su construcción no se tiene con precisión, es incierta. Una segunda versión es que es un monumento a manera de exvoto, es decir, un ofrecimiento de algún particular por un milagro recibido, pues sus dimensiones no son las de una Iglesia oficial.

Otros autores también afirman que es de las siete capillas o ermitas que mandó construir el conquistador Hernán Cortés en el siglo XVI en los alrededores de la Ciudad de México para iniciar la evangelización  y que es la única que aún queda en pie.

Su retablo barroco está bañado en oro y el atrio, al encontrarse casi en medio de la calle, ha sufrido varias modificaciones. Antes había una especie de barandales alrededor del atrio, los cuales protegían bastante de los automóviles -nos relata Ana Luisa - con la última remodelación los quitaron y pusieron unos cubos de metal que sólo delimitan el espacio pero no protegen de los automóviles.

La Capilla Miniatura de la Ciudad de México
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La capilla más visitada de esta zona

La festividad más importante de la capilla es el seis de agosto, la cual dura cerca de tres días, desde el cinco y hasta la madrugada del siete. Este festejo inició con el Padre Manuel Rodríguez, quien levantó la zona y especialmente la iglesia, nos cuenta la señora Rosa María Ubaldo, de 78 años, quien ha visto varios cambios en esta zona.

La señora Guillermina y su madre fueron también pilares importantes para el inicio de la celebración, además del Padre Rodríguez. También la familia Pérez, que siempre ha puesto la portada con flores en la entrada y quienes son comerciantes que estaban en lo que era la vieja Merced, pues aun cuando su negocio lo pasaron a la Central de Abastos siguen participando en actividades para la celebración.

Es durante las festividades que el Señor de la Humildad sale al pequeño atrio para que todos puedan verlo y pedirle milagros, por el espacio reducido al interior del recinto y la gran afluencia de personas, pues sólo pueden acceder 20 personas a la vez.

Además, la zona se convierte en una feria con bailables, un castillo pirotécnico se enciende por la noche, la puerta es decorada con flores, hay comida durante todo el día, la cual hacen y regalan los vecinos; pero son los niños los grandes protagonistas de la festividad con bailes y la puesta en escena de alguna obra, este año, nos comentan, será el musical “Vaselina”.

Los preparativos duran más de un mes antes y todo es gracias a la cooperación de los vecinos y personas que vivieron mucho tiempo en la zona y que aun sienten como de ellos la celebración de este Cristo que, dicen, “es muy milagroso”; incluso vienen de otras zonas de la ciudad.

Es una conmemoración muy familiar, como si fuera una fiesta de pueblo, la calle se cierra por los juegos mecánicos y la comida se regala a los visitantes.

La Capilla Miniatura de la Ciudad de México
La Capilla Miniatura de la Ciudad de México
La Capilla Miniatura de la Ciudad de México
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Semana Santa representada por niños

El otro gran evento para esta comunidad es Semana Santa, cuando los niños y jóvenes de Manzanares hacen la representación de la Pasión y muerte de Cristo. La tradición tiene ya 20 años de llevarse a cabo, gracias a la iniciativa de la señora Ana Luisa, quien vio en los niños del barrio de Manzanares la materia prima para lograr, no sólo la representación escénica del Viacrucis, sino también unir a una comunidad estigmatizada por un pasado de violencia.

Pero la señora Ana Luisa, no es la única involucrada con los niños, sino también los padres de familia e incluso las abuelitas ayudan en los ensayos. Un ejemplo es el de la señora Marisol, vecina de la calle, quien llevó a sus nietos desde pequeños para que participaran en la actuación del Viernes Santo.

El pequeño Cristian Tadeo, aún en brazos de su abuela Marisol y con tan solo un año de edad apenas empieza a caminar y ya representó al Ángel durante el Viacrucis; también ya formó parte de la representación de la Pasión y muerte de Cristo y es parte importante de una tradición en la comunidad de la Capilla del Señor de la Humildad.

La Capilla Miniatura de la Ciudad de México
La Capilla Miniatura de la Ciudad de México

Todos mis nietos participarán hoy- nos comentó la señora Marisol momentos antes del inicio del Viacrucis en Viernes de la Semana Santa que se celebró este año- quien cargó al pequeño Tadeo para que no ensuciara su trajecito blanco y acompañara a sus hermanos y primos en todo el recorrido que hizo un joven “Jesús” hasta su crucifixión, la cual se improvisó frente a la vecindad que lleva el número 25 de Manzanares, que actualmente está cerrada y en abandono, solo un policía en su interior la resguarda.

Zona segura y familiar

“La gente anda más libre. Fue un cambio favorable para los niños y para la gente que anda de paso”, nos cuenta Ana Luisa Rivera, Anilú como la conoce la gente de este barrio, al preguntarle sobre los cambios luego del operativo de mayo de 2011 contra la trata de personas en las calles cercanas a esta capilla muy cercana a la zona de la Merced. Luego de este hecho se logró quitar la llamada “Pasarela” o “Carrusel”, donde mujeres desfilaban para ofrecer servicios sexuales.

Anilú llegó hace 40 años a esta capilla de Manzanares. “Llegué a los cinco años ofreciendo flores, después hice mi primera comunión, me integré al coro de jóvenes”. Fue a los 15 años cuando comenzó a trabajar con los niños en el coro, que después se convertiría en estudiantina. Dice que prefirió trabajar con los niños porque para ella es cuando son más puros, más sanos y hay forma de moldearlos a diferencia de los jóvenes que ya traen otras ideas.

La Capilla Miniatura de la Ciudad de México
La Capilla Miniatura de la Ciudad de México

La señora Ana Luisa organizando a los niños previo a la representación del Viacrucis de Manzanares

“Ya no hay venta de droga en esta zona y los niños pueden salir a jugar aún a las 10 u 11 de la noche”, comenta Ana Luisa. La seguridad de la zona también se debe a que “la gente que vive aquí ya tiene otra educación y forma de pensar, los niños ya crecen con nuevas ideas y, con el apoyo necesario, no caen en las drogas, ni (tienen) malas influencias”, nos dice esta mujer y continúa:

“Yo le puedo decir que se puede andar aquí a las 3 o 4 de la mañana, pero de este lado de la delegación Cuauhtémoc, a la hora que quiera, es mi barrio, es mi gente, siempre lo he dicho. Pero del lado de Venustiano Carranza no, y ahí viví durante 20 años, ahí si no me siento segura, tenemos que ir tres o cuatro personas juntas cuidándonos. Aquí se vive en familia”, explica Anilú. Al estar ahí nos percatamos que a pesar de estar a una calle de la Merced, se siente un ambiente tranquilo y seguro para los que habitan en Manzanares.

En años recientes esta capilla también fue restaurada hace algunos años por gestión del padre Manuel Ramírez Jasso, cuyo nombre aparece en una placa al costado de esta construcción.

Antes del cambio del antiguo mercado de la Merced a su sede actual, la capilla se encontraba completamente rodeada de puestos de madera donde se vendía todo tipo de mercancía, la señora Rosa María tenía aquí su puesto de hierbas – ella misma nos comenta en entrevista- mientras nos muestra el lugar, a un lado de la entrada principal de la ermita. “Aquí estaba mi puesto”, señala, ahora no hay ninguno en el atrio. Dice que la gente de la zona llama a esta capilla como “la segunda catedral que fundó Hernán Cortés”.

La Capilla Miniatura de la Ciudad de México
La Capilla Miniatura de la Ciudad de México
La Capilla Miniatura de la Ciudad de México
La Capilla Miniatura de la Ciudad de México

Ya solo están los comercios fijos al costado izquierdo de la iglesia de Manzanares, entre ellos “Abarrotes Juanito”, el actual negocio de Rosa María, el cual atiende junto con su hija Mónica y sus nietos.

A pesar de su tamaño y antigüedad, este recinto se mantiene firme, gracias al apoyo de la comunidad y sigue transformándose en medio de la gran ciudad de México.

Fuentes: Extracto del libro: Iglesias y Conventos Coloniales de Lauro E. Rosell; entrevista a Ana Luisa Livera Suarez y Rosa María Ubaldo López vecinas del lugar.

Foto antigua comparativa: Colección Carlos Villasana-Torres

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