Uno de los más grandes problemas en biología es explicar el surgimiento de nuevas especies, para lo cual se han propuesto varios mecanismos, entre ellos la especiación. La especiación es el mecanismo mediante el cual una sola especie forma dos o más especies. Dicho mecanismo es diferente al de la evolución filética, en la que una especie se transforma en otra, y de la fusión de especies, en la que dos o más especies se unen para formar una sola. En términos actuales, el proceso de especiación tiene como resultado el aislamiento reproductivo entre al menos dos especies hermanas. En este sentido, el primer paso para comprender cómo se generan nuevas especies es definir qué es una especie.

Es importante entender que las especies existen en la naturaleza, aunque distinguirlas puede llegar a resultar sumamente complicado. Si bien un gato y un ratón son lo bastante diferentes para que salte a la vista que se trata de dos especies distintas de mamíferos, puede que tengamos problemas para señalar diferentes especies de ratones. Incluso puede suceder que al estudiar un grupo de animales que creíamos de la misma especie nos encontremos con que se trata en realidad de dos especies genéticamente diferentes y reproductivamente aisladas, como ocurrió en 2001 con el elefante africano, del que ahora se reconocen dos especies: el elefante africano de bosque (Loxodonta cyclotis) y el elefante africano de arbusto (Loxodonta africana).

La enorme complejidad de definir qué es una especie ha derivado en la gran diversidad de conceptos que tenemos hoy en día. Tal diversidad responde a que cada uno de los conceptos puede resultar adecuado para determinada disciplina o atender distintos parámetros. En mi opinión, un concepto lo más inclusivo posible debería comprender las siguientes características: que se aplique al mayor número posible de organismos; que corresponda a las entidades que observamos en la naturaleza; que nos permita clasificarlas de una manera sistemática; que represente la historia evolutiva de los organismos, y que nos ayude a entender cómo estas entidades discretas se originan en la naturaleza. Sin embargo, no existe todavía un concepto que incorpore todos estos objetivos.

Es interesante ver cómo a pesar del gran desarrollo que ha tenido la biología en general —y la biología evolutiva en particular—, varias controversias surgidas en los inicios del evolucionismo (e incluso antes) continúan sin resolverse, como la definición clara del concepto de especie, para el que existen múltiples acepciones, como por ejemplo: “grupo de poblaciones naturales que se reproducen o tienen el potencial de reproducirse entre ellas y que están reproductivamente aisladas de otras especies” (biológico); “grupos de individuos que se separan estadísticamente de otros grupos” (fenético); “grupo monofilético [rama en la que todos los organismos han evolucionado a partir de una población ancestral común] excluyente más pequeño que comparte un ancestro común” (filogenético); y “un linaje (o un grupo de linajes cercanamente relacionados) que ocupa una zona adaptativa diferente de cualquier otro linaje en su rango de distribución, y que evoluciona independientemente de todos los linajes fuera de su rango” (ecológico), por mencionar algunos.

El objeto de estudio de la biología, es decir, todas las formas de vida y sus distintos ambientes, no permite abordar los problemas con un solo método ni interpretar todos los fenómenos biológicos desde una perspectiva única. Sin embargo, es indispensable contar con claridad metodológica y de conceptos para mantener una ciencia unificada, y el mejor punto de partida, sin duda, sigue siendo la teoría de la evolución. De manera que deberá seguir tomándose en cuenta para afinar el concepto de especie biológica y partir de allí a la explicación de los diferentes mecanismos de generación de nuevas especies, entre ellos la especiación.

Directora Facultad de Ciencias UNAM

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses