Me permito publicar esta imagen desconcertante tomada en el aparador de una tienda de magias y bromas en el centro de la ciudad hace años, porque viene al cuento en estos días en que la barbarie se apodera del país. Podemos observar, en la acciones de los “inconscientes maestros de la CNTE”, las mismas tácticas vejatorias que los nazis aplicaban a los judíos al principio del atroz genocidio. Igual que los “maestros delincuentes” de la CNTE, a los judíos los nazis les colgaban un letrero y los exhibían públicamente como animales, como lo han hecho los del CNTE a maestros que no son de su movimiento, a periodistas y policías.

Me contaba Salvador, quién vivió en la Alemania nazi (1937), que a los niños del kinder judío, en los parques, a la hora del recreo, les tocaban las bancas donde no daba el sol. A los mamarrachos de la CNTE lo último que les importa son los niños, el país y el futuro de los propios hijos de esos “educadores de la CNTE” que propician del odio y la sinrazón.

Salvador Elizondo escribe Cuaderno de Diario número 34, páginas 175, 177 y 178

Viernes 4 de mayo de 1973.— (…) Habló David Huerta para pedirme algo, una cuartilla sobre los estudiantes que mataron en Puebla. Podría escribir cosas interesantes.

Borrador para mi opinión de los hechos en Puebla

(Extracto) A petición de los redactores de “México en la Cultura” doy con gusto mi opinión acerca de los acontecimientos en Puebla. Debo advertir que desconozco el fondo político de esos sucesos violentos porque sé que la política es la ciencia de lo efímero y no me interesa mayormente. Siempre he estado convencido de que los imperios que se proponen como milenarios son los que menos duran. Cada día se acentúa la crisis (empleo esta palabra en el sentido estricto) entre el Estado y la Universidad (ambos entendidos en el sentido abstracto), el conflicto de generaciones y la insuficiencia educativa no se avienen para nada con nuestro despliegue en el orden del consumo, de la prosperidad y de la industrialización amplificados por el enorme aparato burocrático que asfixia la administración congruente del Estado. (…) En México no se han propuesto enunciados políticos “generales” desde tiempos de Cárdenas. Cada año se suceden las matachinas absurdas de estudiantes, de gente mal armada o inerme. Hay algo podrido en la Dinamarca esencial de nuestra estructura.

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