Las últimas noticias desde Siria indican una escalada de violencia y confrontaciones entre los diferentes grupos de combatientes. Una coalición conformada por el ejército sirio, Hezbolá, fuerzas iraníes apoyadas por la Fuerza Aérea rusa y asesores, está avanzando desde diferentes puntos del campo de batalla en Hama, en el centro, y hacia Idlib y Aleppo, en el norte. El objetivo parece ser el de hacer retroceder las ganancias de la oposición obtenidas en dichas regiones durante los últimos meses, lo que ha debilitado al régimen de Bashar al-Assad política y militarmente.

La participación rusa, desde finales de septiembre, es un nuevo factor en la guerra siria, añadiendo mayor violencia y complicación a una escena ya abarrotada. Las operaciones aéreas rusas están siendo coordinadas con los estadounidenses, la OTAN y la fuerza aérea siria con el fin de evitar un conflicto entre los diferentes ejércitos. El presidente Vladimir Putin anunció que el objetivo será la organización del Estado Islámico (EI), a la cual fallaron en aniquilar los estadounidenses y sus aliados, después de un año de bombardeo, o de detener su expansión en Siria y en Irak.

Hasta ahora, los objetivos principales para los aviones rusos eran las fuerzas de la oposición, lejos de la localización de las posiciones del EI y sus campos. Este hecho ha enfurecido tanto a los europeos como a los árabes. El EI es el pretexto para que las naciones antepongan sus propios intereses. Unos meses atrás, Turquía anunció su intención de atacar al EI, en un acuerdo con Estados Unidos para utilizar su base aérea de Incirlik, pero los objetivos fueron los miembros del PKK, los combatientes kurdos en el norte de Irak y en el sur de Turquía. La intención rusa es la de apoyar a Al-Assad y mejorar sus condiciones en el terreno, en caso de negociarse y alcanzarse un acuerdo. Una solución política siempre significó, para el gobierno ruso, la de preservar a Al-Assad y a su régimen al final. Después de 300 mil fallecidos y de una destrucción total del país, no es realista legitimar a un presidente considerado como el responsable de la catástrofe del mismo.

A nivel regional, la intervención rusa es considerada a favor de la alianza chiíta que incluye a Teherán, Bagdad, Damasco y Hezbolá. El ministro de defensa saudita y el príncipe heredero de los Emiratos Árabes Unidos realizaron una visita al presidente Putin para advertirle sobre las implicaciones de su iniciativa, la cual complicará la crisis aún más. Los indicios de ello ya están en el terreno. Después de cuatro años de negársele un apoyo militar efectivo, la oposición siria se encuentra ahora recibiendo y usando nuevos armamentos para enfrentar a la coalición liderada por Rusia. Cohetes Taw fueron utilizados en las últimas confrontaciones contra vehículos armados sirios y hay algunas versiones sobre los suministros de misiles antiaéreos de la oposición, los cuales no fueron permitidos por la administración de Barack Obama por años, a pesar de las súplicas de sus aliados y de las miles de víctimas civiles de la fuerza aérea siria. Otro acontecimiento fue el lanzamiento de 50 toneladas de municiones por parte de la fuerza aérea de EU para una coalición militar kurda-árabe en la parte norte de Siria. Esto con el objeto de apoyarla en su lucha contra el EI y Al-Assad.

La intervención rusa fue apoyada por la Iglesia ortodoxa en Moscú como una medida para proteger a las minorías de Levante, una declaración que no fue bien recibida en las capitales regionales ni en las occidentales. Añade mayor provocación a una situación donde las divisiones religiosas son una razón principal y resulta de los conflictos en Siria, Irak y todo el Medio Oriente. También es un mal recuerdo relacionado con la práctica histórica de potencias extranjeras en la región durante el Imperio Otomano: la protección a las minorías siempre fue el pretexto para intervenciones externas e intentos de colonización. Mientras que los portavoces gubernamentales hablan sobre la solución política del conflicto sirio, y mientras el enviado internacional, Stefan de Mistura, viaja entre capitales, las confrontaciones en el terreno son más agresivas con nuevos combatientes, nuevas municiones y más sirios muriendo o huyendo de su tierra, y no se vislumbra la luz al final del túnel. El hecho confirmado en este caos es que el EI probó ser útil para cualquier gobierno que quiera intervenir en Levante. Todos van a luchar contra el grupo terrorista y ninguno le da al blanco.

El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011

nouhad47@yahoo.com

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