Durante siete días no fue un hombre poderoso, no miró a las calles de San Cugat desde la ventana del lujoso departamento en Barcelona, no hizo ejercicio que le marcara el abdomen para las fotos de galán. Durante siete días, fue un reo más de Soto del Real, en Madrid.

¿Qué habrá pasado por la cabeza de Humberto Moreira durante las horas de confinamiento en una de las cárceles más estrictas de España?, ¿qué siente el hombre que lo tiene todo cuando, de pronto, de un chasquido, no es más que un número?, ¿se habrá reído Humberto?, ¿habrá pensando en su carrera de maestro que transformado en político lo llevó a los cuernos de la luna?, ¿recordaba acaso los trajes caros, los discursos simbólicos, los besamanos, las cenas magnánimas para pactar acuerdos?, ¿extrañaba el poder o lo sentía ahí, preso, más que nunca, seguro de que en poco tiempo volvería a sentir el sol y a respirar el aire invaluable de la libertad?

Seguramente, Moreira se rió de todos los que lo imaginamos preso por mucho tiempo, se supo, de nuevo, salvado por la ley que siempre puede buscar reductos favorables para quién sabe usarla, para quién puede pagar honorarios exorbitantes de abogados cuasi mágicos, tal vez, Moreira se rió desde que escuchó la acusación de “blanqueo de dinero por 200 mil euros”, más o menos cuatro millones de pesos, que con una mano en la cintura podía comprobar, cuatro millones para los chicles, para los suvenirs del posgrado en España, ¿qué son 4 millones para Moreira?

Al final, no lo investigaban por el desvío de recursos para comprar estaciones de radio y televisión en Estados Unidos, tampoco por haber falsificado documentos para adquirir una deuda multimillonaria que endrogó a Coahuila, al final, no lo investigaban por la sospecha de sus vínculos a la delincuencia organizada, esa maldita delincuencia que hasta le arrebató un hijo, ¿habrá pensado en su hijo mientras estaba preso?, ¿se habrá arrepentido de algo mientras estaba preso?

Humberto Moreira regresa a México como un hombre libre.

Un fiscal en España se da de topes contra la pared por acelerar una acusación tan enclenque que se hundió como piedra.

¿Y la justicia? Bien, gracias.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses