Desde su llegada, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, no ha hecho otra cosa más que entorpecer la investigación del caso Ayotzinapa.

Ninguno de sus miembros, Alejandro Valencia, Ángela Buitrago, Claudia Paz y Paz, Francisco Cox o Carlos Beristain, son expertos en temas sujetos a la persecución del delito, mucho menos saben sobre peritajes forenses o conocen algo sobre la metodología de la quema de cuerpos. Serán muy respetables defensores de derechos humanos pero no son fiscales, ni actuan, como es su mandato, como coadyuvantes en la investigación de la PGR del caso Ayotzinapa. Son voceros de un movimiento político, con intereses particulares.

Los expertos nos han mentido descaradamente en al menos dos ocasiones, la primera, cuando hace meses le vendieron al mundo la idea de que una pira que pudiera quemar a 43 cuerpos era “científicamente” imposible de realizarse en el basurero de Cocula, para su temeraria declaración usaron a un perito, José Torero, que dedicó su informe a descalificar una entrevista periodística realizada a Jhon DeHann, experto en crímenes relacionados con fuego, publicada en el libro La Noche Más Triste, de Esteban Illades, donde afirmaba que este hecho, quemar a 43, era de facto posible.

Torero estuvo menos de 20 minutos en el basurero de Cocula, no recolectó muestras, no hizo cálculos ni mediciones, a ojo de buen cubero decretó “científicamente” que, aunque hubo un incendio, éste no era suficiente para quemar los cuerpos. Sin pruebas, sin evidencias, sin mayor autoridad que el fuero heredado de la falta de credibilidad gubernamental, echó por la borda decenas de peritajes de prestigiosos científicos mexicanos.

La segunda vez, fue hace unos días, cuando los expertos desacreditaron a su propio perito, José Torero, señalando que no hubo fuego en el basurero de Cocula porque ese día llovió en Iguala en “una precipitación acumulada de 21.8 mm entre el 26 de septiembre, y de la 1 am a las 4 am del 27 de septiembre de 2014”. Su argumento “científico”, surge de fotografías satelitales que no quisieron mostrar a la prensa pero que pueden consultarse en el sitio público de la NASA, solamente un satélite, el Terra 1, tomó fotografías el 27 de septiembre de la zona de Cocula y no se ve absolutamente nada, pues la nubosidad impide apreciar a cabalidad la zona, inclusive, aunque no hubiera nubes, debido a las dimensiones del basurero de Cocula, la imagen del satélite no permitiría ver si hubo o no un incendio, pues la medida mínima visible es de 250 metros.

Iguala queda a más de 20km de Cocula, incluso está separado por zonas montañosas, por lo que pudo llover en un lugar sí y en otro no. Reportes meteorológicos indican que hubo una lluvia ligera en Iguala, no una tormenta como dicen los expertos.

Mintieron de nuevo. ¿No será hora de que se vayan?

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