Una de las preguntas centrales de los mexicanos es cuándo se recuperará el precio del petróleo en general, y cuándo el de la mezcla de Pemex. No se trata de hacer pronósticos imposibles, sino reflexionar sobre este asunto de gran importancia para el país.

La abrupta caída del precio del crudo en julio de 2014 fue resultado de un aumento sostenido de la producción mundial de crudo, sumado a una demanda estable e, incluso, en contracción. La producción global alcanzó 77.3 millones de barriles diarios (mmbd) en junio de 2014, un mes antes de que se precipitara su precio, y 79.9 en diciembre de ese año. A la producción de la OPEP, que se mantuvo alrededor de 33.0 mmbd entre 2012 y 2014, se sumó el incremento de la de los países no OPEP (de 42.7 a 45.5), en particular EU, que aumentó su producción de 6.5 a 8.7 mmbd en ese periodo. El incremento anual de EU alcanzó un máximo de mil 557 miles de barriles diarios (mbd) en diciembre de 2014, se redujo a 610 mbd en junio de 2015, y la proyección indica que para enero de 2016 será 700 mbd inferior a la de enero de 2015. En suma, la producción mundial aumentó 2.9 mmbd en sólo 2 años, pero ha comenzado a disminuir.

En paralelo, la actividad económica internacional se desaceleró. El crecimiento de la economía de China lo hizo de 9.3% anual en 2011 a 6.8% en 2015. En términos agregados, el Fondo Monetario Internacional estima que la tasa de expansión de la economía global se desaceleró de 3.9 a 3.1%. La concurrencia de un aumento de la oferta y de una pérdida de dinamismo de la demanda produjo el resultado obvio: una abrupta caída del precio.

Las consecuencias de esa reducción del precio han sido múltiples, aunque dilatadas. Primero, las empresas petroleras revisaron sus proyectos, posponiendo algunos y cancelando otros. Como resultado, se estima que se han dejado de realizar proyectos por 350 mil millones de dólares, con el consecuente impacto en la capacidad de producción. Además, las empresas petroleras iniciaron despidos, muchos de personal calificado, difícil de reemplazar en el corto plazo. En síntesis, la industria petrolera internacional ha observado una contracción sustancial de su capacidad productiva. Segundo, esas reducciones impactan en el corto y, sobre todo, el mediano plazo.

La caída del precio tardó en tener efecto sobre la capacidad, pero ya llegó. Por ejemplo, el número de plataformas en producción alcanzó mil 967 en junio de 2012, para reducirse a 848 en octubre de 2015 en EU. Está pendiente su efecto sobre la oferta. Lo relevante es, ¿cuál será la capacidad de la industria petrolera global para recuperar niveles previos de producción, cuando se presente escasez y aumento del precio?

En el mediano plazo, tres factores inciden en la demanda: crecimiento demográfico, aumento del consumo per cápita, mayor ingreso y efecto sustitución, y las necesidades para contrarrestar la declinación de los campos viejos con nuevos. En los hechos, la demanda aumenta a un ritmo de 1.5 mmbd por año; y se requiere de mayor producción (al menos 4 mmbd por año) para reemplazar la declinación de campos maduros. Esto contrasta con una capacidad ociosa sostenible de 2 mmbd.

La pregunta también es pertinente para México. Pemex no está exento del impacto negativo de la disminución de su programa de inversión y su gasto de operación. Su presupuesto llegó a 530 mil millones de pesos en 2014 (356 en inversión y 174 en gasto operativo), disminuyó en 2015, y está presupuestado reducirlo aún más, a 478 mil millones de pesos en 2016 (293 en inversión y 185 operativo). El impacto sobre la restitución de reservas y sobre la producción ha sido directo. La tasa de restitución de reservas (1P) disminuyó de 104.3% en 2012 a 67.4% en 2014, y la producción de 2 mil 548 en 2012 a 2 mil 263 mbd en agosto de 2015.

La pregunta central, pertinente para la industria petrolera internacional y para la nacional, es a qué velocidad podrá recuperarse la producción cuando concluya el ciclo de precios bajos y se reviertan. Lo previsible es que será lenta, pues no se acaba de entender que en esa industria los ciclos son largos, por lo que las decisiones deben de tomarse considerando escenarios de mediano plazo.

Economista

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