El viernes pasado se realizó el encuentro Huatusco XIII. Un grupo de economistas plurales, con diversas formaciones académicas y filiaciones políticas, nos reunimos como lo hacemos cada año desde 2003. Javier Beristain, ex rector del ITAM, nos convocó inicialmente a reunirnos para abordar la pregunta: ¿por qué México no crece? Durante estos años, dichas reuniones han generado múltiples opiniones y documentos de gran interés, pero con poco o nulo efecto sobre la realidad de la economía mexicana. De 2003 a 2014, el PIB creció a una tasa media anual compuesta de 2.5%, y el producto per cápita de 1.3%. En este periodo, la economía mexicana se rezagó aún más respecto a las de otros países.

Lo interesante de esta última reunión es que se trataron aspectos “estructurales” que subyacen el fenómeno del crecimiento. Más allá de la inversión, de la capacitación de la fuerza de trabajo, de la absorción de tecnologías, se ubican diversos aspectos de gran relevancia para el crecimiento. De ésos, en esta ocasión se trataron el de distribución del ingreso, pobreza y movilidad social, así como el de justicia. Además se revisitaron temas de finanzas públicas del gobierno federal.

En materia de distribución del ingreso la lamentable conclusión es que, a pesar de múltiples políticas y programas, la distribución del ingreso no sólo no ha mejorado, sino que, hasta donde se puede inferir de las estadísticas, ha empeorado, en paralelo a lo que ha sucedido en otras latitudes. Las graves deficiencias e inequidades del sistema educativo explican en parte la cada vez más baja movilidad social. La proliferación de programas sociales ha dispersado y diluido su efectividad. Progresa-Oportunidades-Prospera, el más importante y eficaz, canaliza sólo 73 mil millones de pesos (0.4% del PIB), mientras que por otros 290 programas federales que existen se canalizan más recursos.

Es evidente que la falta de crecimiento impide que se generen empleos con remuneraciones razonables, que permitan absorber y promover en plazas mejores a la creciente población joven. En todo caso, para el encuentro la pregunta relevante fue: ¿en qué medida la concentrada y rígida distribución del ingreso explica el magro crecimiento? La idea convencional de “crecer para distribuir” se debilita cada vez más frente a la de “distribuir para crecer”.

El segundo gran tema es el de la justicia. Reiteradamente se señala que la vigencia de un Estado de derecho es indispensable para que las instituciones y mercados funcionen en favor del crecimiento y el empleo. En México hoy, se “negocia la desobediencia de la ley”. En Huatusco XIII resonó la tesis de que hoy el principal obstáculo para crecer es que la gran mayoría de los mexicanos no tiene acceso a la justicia, pues sólo lo logran quienes más tienen. Además, los negocios, empresas y unidades productivas son víctimas permanentes de la violación flagrante al Estado de derecho, de la extorsión y del incumplimiento de contratos, aún de los más sencillos. La mayoría de los Ministerios Públicos no funciona bien, y 94% de los litigios no pasa de la primera instancia, que es la más deficiente. Se planteó que México sigue transitando de una situación en la que el arreglo social se basa en que las élites resuelven disputas por medio del reparto discrecional de privilegios, en vez de que el orden social responda a la ley y al Estado de derecho.

Al abordar estos dos temas, y el fiscal federal, surgió el asunto de la obsolescencia de la organización federal de México, cuya disfuncionalidad es cada día más evidente y afecta todos los ámbitos de la vida económica, política y social del país. En el contexto de “precariedad fiscal”, más que un presupuesto base cero, lo que se requiere es una reorganización base cero del Estado Mexicano.

Considerando que el PRI, el PVEM y Nueva Alianza alcanzaron mayoría en la Cámara de Diputados, la pregunta obligada es si la administración Peña Nieto tendrá la visión y voluntad para impulsar y lograr reformas en estos cuatro aspectos.

Economista

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses