Sin duda el proceso electoral más esperado previo a la elección presidencial de 2018 está en el Estado de México, porque algunos creen que para el partido ganador sería una especie de pre triunfo en la carrera a la Presidencia de la República, creencia que resulta totalmente falsa.

Todo mundo espera, como en las carreras de caballos, tomar la foto final que acredite al vencedor, y es que así podríamos definir a los procesos electorales, como una fotografía instantánea, que sólo refleja un momento, un tiempo, sin que necesariamente sea el resultado del objetivo final.

Algunos han encontrado en las encuestas y en las redes sociales un instrumento para generar percepción, lo cual no necesariamente corresponde con la realidad, como ocurre con Morena, según ha presumido su confeso líder Andrés Manuel López Obrador.

La mejor oferta política es la que combina a un candidato carismático, base de toda propuesta político-electoral, y una estructura, ya sea partidista o de la sociedad civil, que esté perfectamente organizada. El contar con uno u otro elemento de ninguna forma garantiza un éxito anticipado.

La revelación en la elección mexiquense innegablemente es Juan Zepeda, como él se define: un hombre de barrio, que logró una preparación académica gracias a su esfuerzo, es alguien que evidencia con orgullo su origen, lo cual lejos de ser un obstáculo es lo que lo motiva para actuar con arrojo.

Y me refiero a él porque coincido con la opinión de propios y extraños y me sumo a quienes creen que Zepeda se ha convertido en la revelación política del año y para acreditarlo sólo basta observar su tendencia de crecimiento; al arranque del proceso electoral algunas encuestadoras le daban al candidato perredista cinco puntos, hoy lo colocan con 23 puntos porcentuales; lo que significa que registró un crecimiento de casi 500% en 60 días, convirtiendo a la elección del Edomex en una contienda de tercios, por la cercanía entre los candidatos punteros. Esto tiene muy nerviosos a sus adversarios políticos, porque caballo que alcanza, gana.

Incluso en el equipo de Morena hay quien cree que Juan se encuentra un punto arriba de Delfina y lo que más les preocupa es su tendencia de crecimiento, por eso el ataque sistemático en redes hacia Zepeda y el PRD, al extremo de que el pasado fin de semana bajaron el perfil de Facebook del candidato perredista de la red. Juan Sin Miedo representa una parte de la izquierda, la prudente, la que responde con sensatez.

El pleito electoral de las izquierdas en el Estado de México, no es entre Juan y Delfina, es entre Juan y Andrés Manuel. Siempre he dicho que en la política se puede elegir al adversario; pero ahora, a Andrés le falló el cálculo porque le salió respondón el muchacho.

Por eso es tanta la preocupación del eterno candidato de Morena, que en cuatro ocasiones ha lanzado un ultimátum para que otros partidos de izquierda declinen a su favor, porque en el equipo de Delfina están convencidos de que no hay forma de que ganen la elección, aunque la preocupación más grande de López Obrador es que Juan con el Partido de la Revolución Democrática supere a Morena, porque ese sería el escenario más catastrófico para el tabasqueño y su proyecto de 2018.

La realidad es que, ante la expectativa y el vaticinio de muchos, que aseguraban que nada tenía que hacer el PRD en el entorno nacional, Juan logró revertir por mucho esa idea y hoy es el ejemplo vivo de lo que he dicho al inicio de esta columna.

Parece ser que Andrés Manuel se dio cuenta de que las cuentas no le cuadran y no sólo porque su característica es no sumar, simple y llanamente los números son fríos, no admiten interpretación, basta un solo voto para ganar o perder una elección.

Hay personas del equipo cercano de López Obrador que le han sugerido pasar del ultimátum a invitaciones serias en proyectos comunes; lo que se ve difícil se concrete.

Por el momento que se vive en el Estado de México, me aseguran cercanos a López Obrador que su equipo espera que la ambición sea más fuerte, que la soberbia.

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