“El remordimiento no tiene precio”, subraya Imanol Caneyada en su novela Hotel de arraigo, publicada por Penguin Random House en abril de 2015, en México DF, y con ello marca el grado de cinismo al que puede llegar una persona en esta época. Se trata de una novela negra sobre el perfil de la sociedad contemporánea, llena de acción, donde varios personajes representativos muestran su miserable vida y los condicionamientos que han creado para sobrellevarla sin perder la sonrisa, que resulta más conveniente que respetar y aplicar las leyes. En esta novela, quizá usted sea el único que pueda tirar la primera piedra.

Imanol Caneyada es un novelista nacido en San Sebastián, España, en 1968, con toda una vida transcurrida en Sonora, donde ya domina el arte de camuflarse tras las choyas. Su interés por el efecto de la corrupción en los seres humanos es tema fundamental de sus novelas. En una época en que nada es lo que parece, Imanol trabaja sobre algunas de las interrogantes que plantea Martín Solares en su libro, Cómo dibujar una novela: ¿Conseguirá Arnulfo superar la trampa en que ha caído?, ¿Detendrá algo o alguien al joven Gabriel en su costumbre de filmar con su celular a las chicas con las que tiene sexo?, ¿Qué debe suceder con Carmen como para que le ponga el cuerno a su marido? Sobre esas líneas narrativas sucede la mayor parte de la historia que, como siempre, ocurre en una ciudad del norte, que podría ser la que a usted le gustaría conocer, y comprobar si existe: “esa geogonía de perros famélicos.”

Con un estilo envolvente y desenfadado, el autor transita de un personaje a otro en un universo donde los puntos de coincidencia son dolorosos y bíblicos: el que mal anda mal acaba, por ejemplo. Desde luego, los personajes que viven una vida correcta son los que sufrirán las consecuencias más notables, aunque siempre aparece ese resquicio por el que algunos alcanzan a escapar. Isabel es la parte cachonda, una mujer que sabe cómo ejercer los atributos sensuales de su cuerpo en sus relaciones con Heriberto, “que sabía que una falda muy corta y un saco escotado, unos tacones altos y unos labios colágeno eran suficientes para transformar el poder de un hombre en deseo.” Pero que por nada del mundo evitaría caer en la tentación.

Arnulfo, casado con Carmen, con quien ha procreado a Verónica, es un policía de Antisecuestros que colabora con una banda de secuestradores; sin embargo, por un error termina de custodio en un hotel de arraigo, lugar donde retienen a delincuentes que aún no tienen sentencia. Aquí tendrá una experiencia significativa que marcará su vida para siempre. Gabriel es un junior que estudia prepa y todas las chicas quieren con él, a pesar de que saben que las filmará y publicará su conducta sexual en las redes sociales. Es hijo de Heriberto, un poderoso empresario de la construcción, habilidoso para corromper funcionarios y amante de Isabel. Carmen es una señora que asiste al gimnasio todos los días y que ama su cuerpo. Caneyada hace coincidir a estos personajes y a otros en un coctel estético que mantiene la tensión en la mayoría de las 317 páginas.

Hotel de arraigo es una novela displicente. Cada capítulo expresa la percepción de la vida como una triquiñuela sin remedio. Incluye la premisa de que en este país nadie se interesa por vivir correctamente sea cual sea la clase social a la que pertenece. Ni la riqueza material ni el éxito académico ni la religión salvan a nadie de las tormentas negras de los corruptos. A veces, el tono de Imanol es desesperante, como si estuviera contando la última alternativa: “Se concentraba en masticar, en beber, en apurar los sabores industriales que asaltaban su paladar violentamente”. O el contraste: “Saboreó el chocolate con una felicidad indecente”. Por supuesto, la novela ofrece un mundo en que la emoción y la reflexión pueden ir de la mano.

Hotel de arraigo es una novela negra con carácter, su trama es seductora y cada personaje es representativo de lo que nadie quiere ser. Hay una ola negra que ensombrece las páginas y que mantiene el interés en vilo. Imanol Caneyada, uno de los autores más destacados de los que trabajan la novela policiaca con convicción, sabe señalar los puntos que más duelen en una sociedad que se empeña en engañarse a sí misma y que, en consecuencia, resulta fácil de engatusar. Ustedes tienen la palabra y aunque no se atrevan, la pueden utilizar para transformar el país. ¿Listos para lanzar la primera piedra?

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