Hasta hace unas semanas, el escenario de acoso y descalificación a la prensa que hoy observamos en Estados Unidos por parte de su presidente Donald Trump hubiera sido impensable en una nación que se presenta a sí misma —y de ese modo es vista por buena parte del mundo— como la gran democracia del orbe.

Desde la llegada del magnate a la Casa Blanca, los ataques e insultos a la prensa son rutinarios, lo que ha ido erosionando cada vez más la confianza ciudadana en los medios —apenas el pasado viernes 19 de febrero Trump llamaría a los medios “el enemigo del pueblo de EU”. Y esta batalla que hoy se libra en Washington entre Trump y los periodistas más pareciera propia de alguna dictadura que de la primera potencia mundial, lo que supone un foco de alarma y un posible y peligroso retroceso para aquel país.

En este sentido se manifestó hace días el senador republicano y ex candidato presidencial John McCain, al afirmar que lo primero que hacen los regímenes dictatoriales es censurar a la prensa, en clara alusión a las denostaciones de Trump a los medios. Sobre el tema igualmente se han pronunciado diversas figuras del vecino país, entre ellas el ex presidente Barack Obama, quien justo antes de abandonar el cargo elogió el papel de vigilante de la prensa, y resaltó su importancia en cualquier democracia. El viernes pasado la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) también se dijo alarmada por las descalificaciones de Trump a los periodistas.

Dato revelador de lo que significa la prensa para esta nueva administración lo dio la primera semana de gobierno uno de los asesores más cercanos al presidente, Steve Bannon, quien dijo en una entrevista que el partido de la oposición para la administración Trump es “la prensa” y no el Partido Demócrata. Además, apenas ayer, en un claro gesto de desdén hacia el ramo periodístico, el ocupante de la Casa Blanca anunció que no asistirá a la tradicional cena de corresponsales, evento tradicional y simbólico de acercamiento entre el Ejecutivo estadounidense y los medios.

Ante esta abierta hostilidad es indudable ya que los medios de comunicación y periodistas enfrentarán un difícil panorama en los meses por venir. Lo que acontezca en este frente de batalla, el de la libertad de expresión, sin exagerar, será determinante para el futuro de EU. Esta podría ser de las pruebas más difíciles para las instituciones estadounidenses.

Cobran por ello especial relevancia las afirmaciones de ayer del Licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL, en la presentación de dos libros coeditados por este diario, cuando dijo que el hecho de que en Estados Unidos se prohíba la entrada a diversos medios de comunicación a una conferencia de prensa en la Casa Blanca, “lastima a la prensa en el mundo entero”.

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