Cuando el escándalo de Tajamar se dio a conocer, la reacción inmediata de medios de comunicación y de las personas interesadas en el tema ambiental fue de condena hacia las actuales autoridades por permitir la tala de dicho manglar en Cancún, Quintana Roo. En este mismo espacio hace unos días se dijo que la información disponible hasta ese momento alcanzaba para criticar el deterioro general que ha tenido ese ecosistema en México en los últimos años; cualquier otra cosa requería de más datos. Hoy, este periódico los publica.

Hasta la semana pasada lo que era conocido públicamente era que los permisos para construir en la zona habían sido emitidos en 2005, durante el gobierno de Vicente Fox. Luego la administración de Felipe Calderón tuvo la oportunidad de parar la obra, no sin una pérdida de varias decenas de millones de pesos de inversión. En este año lo que ocurrió fue la culminación de dicho proyecto, con el desmonte de la vegetación restante.

Ahora se añaden más datos: fue entre los años 2007 y 2012 cuando el proyecto en Tajamar recibió la mayor parte de la inversión pública: 578 millones 392 mil 540 pesos, a través del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur). Con Vicente Fox se habían destinado apenas 40 millones.

¿El gobierno de Enrique Peña Nieto pudo haber parado todo? Por supuesto. El detalle está en que haberlo hecho —cuando ya se había vendido a privados gran parte de los terrenos— habría implicado echar a la basura más de 600 millones de pesos de presupuesto público. Todo para “rescatar” una zona del manglar que, como lo han manifestado los especialistas en biología desde el principio, ya estaba condenada porque el corte al flujo hidrológico de esa zona del manglar se había hecho al menos desde diez años atrás. Es un principio básico en biodiversidad: una porción de flora y fauna —cuando está separada del resto del ecosistema por la actividad humana— tiene los días contados.

El ex presidente Felipe Calderón no fue el culpable de todo lo ocurrido, mas su gobierno fue el que dio más dinero para ello. La lección debe servir para que la opinión pública se tome el tiempo de hallar elementos de juicio sobre un tema antes de emitir su sentencia. En el periodo 2007-2012 fue cuando Tajamar realmente “murió”, pero también en esos años ocurrió la prohibición de destruir manglar que hasta la fecha protege a ese ecosistema de cualquier tentación inmobiliaria conjunta.

Pocas veces hay sólo “buenos” y “malos” en una historia. Saber distinguirlo nos permitirá encontrar todas las responsabilidades y en consecuencia hallar mejores soluciones.

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