Chicago tiene una larga historia de lucha de los trabajadores industriales y de los movimientos sociales, entre ellos los inmigrantes.

Es una ciudad santuario, en el sentido de que la policía local no coopera con las autoridades federales para exigir papeles de inmigración a los trabajadores indocumentados que cometan una falta administrativa.

El barrio de Pilsen en el surponiente de Chicago ha sido durante 150 años la puerta para inmigrantes, inicialmente de Europa del Este y específicamente de Bohemia, cuna de la cerveza Pilsener. Ya en el siglo XX, la mayoría procedentes de México.

El viernes 17 de marzo, una docena de activistas, legisladores, ex funcionarios y académicos mexicanos nos encontramos con una docena de abogados estadounidenses que litigan casos sobre migración en las cortes federales.

Nos reunió la abogada Susan R. Gzesh, directora del Centro de la familia Pozen para los derechos humanos, en la Universidad de Chicago. Ella es desde hace décadas un referente crucial para la comunidad migrante michoacana, y por extensión, mexicana. Nuestro anfitrión fue Artemio Arreola —migrante michoacano, director político de la Coalición de Illinois para los derechos de Inmigrantes y Refugiados— activista y organizador de numerosas movilizaciones con inmigrantes de todos los continentes.

Uno de los abogados, Kalman D. Resnick, nos habló de cómo, cuando joven, fue acogido con gran hospitalidad por una familia de la colonia Pensil en la delegación Miguel Hidalgo de la capital de la República. Más adelante se casó con una mexicana, se convirtió en abogado litigante y en su práctica de abogado le dio un lugar prominente a la defensa legal de los inmigrantes mexicanos.

La familia del abogado, de origen judío rumano, había encontrado refugio entre los musulmanes en Turquía al escapar del antisemitismo que antecedió a la caída de Rumania en la órbita nazi y se intensificó durante ésta.

En el trayecto de Kalman de la Pensil a Pilsen, algún creativo compatriota le añadió a su nombre la ‘i’ intermedia para convertirlo en Kalimán, el hombre increíble, quien en su afán de justicia combate a las fuerzas del mal.

El abogado Resnick es un experto en litigio de casos de reunificación familiar, asilo y refugio, nacionalidad y ciudadanía, sanciones a empleadores, y la defensa de extranjeros sometidos a procedimientos de deportación.

La Declaración de Derechos en la Constitución estadounidense no distingue entre quienes son ciudadanos y quienes no lo son. Como no querían mencionar la esclavitud, los padres fundadores partieron del principio de que todas las personas fueron creadas como iguales.

Los abogados han preparado guías sobre qué hacer en caso de que los agentes federales de inmigración se presenten en la casa de los migrantes. Los consulados y los organismos civiles impulsan campañas de ciudadanización para quienes son elegibles, iniciativa por cierto impulsada por la administración Obama.

Es previsible que aumente la exigencia de las autoridades federales en el sentido de que quienes aspiren a quedarse en Estados Unidos aprendan inglés, paguen sus impuestos y obedezcan las leyes de ese país. Para que el apoyo y la asesoría legal sean eficaces, las comunidades tienen que crecerse al desafío fundamental: convertir su peso demográfico en la ciudadanización de los elegibles y en una mayor capacidad de incidencia electoral.

Al igual que los electores blancos de clase trabajadora que sufragaron por Trump, los inmigrantes mexicanos se darán cuenta de una lección de historia estadounidense: ni siquiera el voto y la mejor defensa legal son suficientes; nada sustituye a la organización política y a la construcción de movimientos con fuerza propia.

Profesor Asociado en el CIDE.
@ Carlos_Tampico

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