La incertidumbre se respira en las calles, en las pláticas, en las reuniones de la gente en Estados Unidos, sobre todo de nuestros paisanos migrantes.

Incertidumbre de no saber qué puede pasar al otro día con un presidente bravucón y pleitista como Donald Trump.

Si bien esta sensación de desasosiego es enorme con los indocumentados, se extiende a los que tienen documentos que avalan su estancia: “Aunque tengo mi green card no puedo salir del país, porque no sé si vuelva a entrar”, me dijo una sindicalista de Chicago que tiene 10 años de residencia legal.

El temor no deja en paz a los paisanos, y en miles de poblaciones de México, la incertidumbre es aún mayor, cuando familias enteras viven de las remesas que genera la migración.

Después de platicar con legisladores, dirigentes sindicales y de organizaciones sociales, y que todos los días hay pequeñas y grandes manifestaciones anti Trump en Estados Unidos, se ve esperanza; porque lo que está en juego no sólo son las políticas migratorias de un país cuyo origen y actual composición es de migrantes. El verdadero problema es la amenaza a la democracia y todo lo que ello implica.

Sin embargo, instituciones como la Corte estadounidense abren una pequeña luz a nuestros paisanos. La movilización social también apoya.

La pregunta es: ¿qué estamos haciendo en México? Orientar a los mexicanos sobre cómo comportarse ante las inminentes deportaciones no es suficiente. Los mismos paisanos manifiestan que ellos esperan un gobierno más firme, no sólo en la defensa de los que ya están allá, quieren ver las oportunidades que deben generarse en México, para que nadie tenga la necesidad de irse, y los que regresan, no regresen a la nada.

Desde el PRD hemos planteado la urgencia de una política exterior de Estado; hemos llamado a que se haga realidad el desarrollo integral de nuestro país, la diversificación económica, la revisión de las políticas públicas, y sobre todo el combate a la corrupción y a la impunidad, que son las verdaderas generadoras de la violencia.

México tendría que ser más osado en sus planteamientos, tendríamos que preocuparnos por el desarrollo de los estados expulsores de migrantes, planteando que la revisión del Tratado de Libre Comercio sea en términos económicos, pero también sociales y culturales; así como el libre tránsito de trabajadores, reconocimiento de títulos entre ambos países, intercambio de estudiantes; incluso tendríamos que avanzar seriamente en el aumento al salario mínimo y en la legalización de las drogas.

Es una oportunidad para revisar nuestras asimetrías: estados capaces de exportar productos y estados que siguen expulsando migrantes ilegales al no encontrar oportunidades de desarrollo.

No es suficiente buscar la unidad frente a Trump, es urgente revisarnos a nosotros mismos; tenemos que repensarnos. Mientras no vayamos a fondo en el combate a la corrupción e impunidad, seguiremos siendo débiles en las negociaciones ante Estados Unidos.

México no es un país cualquiera, no es un territorio pequeño. Está entre las 20 economías más fuertes del mundo. Con 120 millones de habitantes, es posible impulsar y fortalecer el mercado interno para generar otras condiciones, porque somos viables económicamente. La reactivación debe pasar por plantear una política industrial seria, la revisión de sectores desprotegidos como el campo y un modelo diferente de desarrollo integral que permita una distribución más equitativa de la riqueza. Esa es la ruta.

Secretaria general del PRD.

@Beatriz_Mojica

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