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“Ni siquiera soñamos que esto se iba cumplir”. Con la voz entrecortada, la maestra Gabriela del Pilar Ruiz narra cómo surgió la Preparatoria Oficial 314 en la colonia Granjas Independencia 1, en Ecatepec, como un plantel municipal, hace cinco años.
Trabajaron dos años en un centro cívico de diez metros por diez metros. Una bodega abandonada, donde se instalaron tres aulas provisionales. Con pasión y entrega, el esfuerzo de las familias, los profesores y los alumnos se sostuvo inalterable.
Al ver que inició la obra, la primera preocupación de los alumnos era saber si los salones “ahora sí iban a tener ventanas”. La maestra Gaby platica todo lo que enfrentaron, algunos vecinos, incluso, señalaban como vándalos a los estudiantes de aquella bodega.
Aún con todas esas circunstancias en contra, en el año 2013, una de las alumnas ganó el primer lugar en la Olimpiada de Química. Entrenaban actividades físicas en las banquetas y así los alumnos han llegado a semifinales en competencias deportivas.
“La verdad es que no esperábamos esto, esperábamos solamente un edificio. Las sorpresas se fueron dando cada vez más”, cuenta la joven directora con gran brillo y pasión en la mirada. Se emociona al recordar su asombro cuando el gobierno estatal les dijo que necesitarán cinco tráilers para llevarles el mobiliario y equipamiento.
Hoy, la preparatoria está por cerrar el ciclo escolar con instalaciones completas, aunque en el Estado de México, con una matrícula de 4.8 millones de estudiantes en todos los niveles, la inversión nunca es suficiente. Hoy, en un predio propio, tienen dos edificios, un centro de idiomas (único en el municipio) y una sala de computación con 80 equipos. Atiende a casi 300 alumnos, en seis grupos en el turno matutino y cinco en el vespertino.
Cuando el pasado 29 de junio, la Comisión Permanente aprobó mi licencia por tiempo indefinido para separarme de mis funciones como senadora, a fin de aceptar la invitación del gobernador Eruviel Ávila para asumir la Secretaría de Educación en el Estado de México, tenía clara la magnitud del reto.
Ahora vivirlo todos los días, sentirlo en la mirada y las palabras de las familias —mamás, papás, incluso abuelitos— que llevan a sus hijos; escuchar testimonios de gratitud, pero también las preocupaciones e inquietudes de muchos otros maestros, me permiten ratificar que la reforma educativa, una de las más trascendentes de la administración del presidente Enrique Peña, tiene en su implementación el mayor desafío.
Es necesario reconocer, sin burocratismos, el invaluable papel del magisterio frente a sus grupos, escuelas y comunidades. Atender sus derechos, sin duda, permite garantizar el de la niñez y la juventud para alcanzar una educación de calidad.
Como millones de personas en nuestro país, tuve acceso a la educación gracias a que es pública y gratuita. Hoy necesitamos que la educación vuelva a ser un factor de movilidad social.
Como madre, abrazo la esperanza y el coraje de millones de hombres, mujeres y familias que cada día —con mucho esfuerzo— envían a sus hijos a la escuela para darles honor y libertad. El honor y la libertad que merece encontrar nuestro país por la vía de la legalidad, la justicia, el diálogo, la inclusión y —por supuesto— por la vía de la paz.
Los más de 20 años que llevo en el servicio público me han enseñado que la realidad se transforma en lo local, con la fuerza y las ideas de quienes viven la complejidad de una realidad en permanente cambio.
La directora Gabriela Ruiz lo dejó en claro: “Esto es prueba de que nuestro gobernador apoya a nuestros jóvenes mexiquenses, y a nosotros como docentes lo único que nos queda es asumir el compromiso de una educación de calidad y hacer que esta inversión valga la pena”. Ése es el reto: hacer que valga la pena.
Secretaria de Educación Estado de México
@AnaLiliaHerrera
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