Es un amuleto japonés que “ayuda” a cumplir objetivos. Su imagen es la representación del monje Bodhidharma, fundador del budismo zen , quien después de meditar nueve años en una cueva, alcanzó la iluminación. Después de tanto tiempo sin moverse, su cuerpo se atrofió, perdiendo brazos y piernas. Incluso, se arrancó los párpados para concentrarse mejor y evitar quedarse dormido.

Es por ello que el daruma no tiene ojos ni extremidades. Sin embargo, cuando se cumple el deseo pedido, es obligatorio dibujarle un ojo, como símbolo de agradecimiento.

 

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