Cultura

Repartición de libros se vuelve homenaje a Taibo II

En medio de la desorganización, jóvenes mojados recibieron libros de la polémica colección “25 para el 25” en la explanada del Zócalo de la Ciudad de México

Algunos jóvenes contaron que fueron obligados a asistir y no alcanzaron ni un ejemplar a pesar de venir, incluso, de municipios del Estado. Fotos: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
18/12/2025 |05:30
Yanet Aguilar Sosa
Reportera de la sección CulturaVer perfil

La imagen de queriendo conseguir títulos de la colección “25 para el 25”, mojados por la lluvia, venidos de todas las alcaldías, incluso de municipios como Chalco, Ecatepec o Ixtapaluca, que viajaron con la invitación impresa en mano para recibir libros gratis pero que se fueron con las manos vacías o con solo dos ejemplares es la estampa con la que terminó la tan anunciada primera entrega, en el Zócalo de la Ciudad de México, de una colección que ha costado 25 millones de pesos y que ha sido cuestionada por tener a solo siete autoras mujeres —de una selección de 27— hecha por el Fondo de Cultura Económica (FCE).





La entrega comenzó mal, tarde y con lluvia. Eran las 4:15, ya en medio de la rechifla por el retraso de 15 minutos cuando apareció la presidenta , con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada; la secretaria de Cultura federal, Claudia Curiel de Icaza, y , director del FCE.

La lluvia comenzó y llevó a muchos chicos a abandonar su silla antes de que salieran los funcionarios de Palacio Nacional. Pero ya ante la gente los discursos se volvieron homenaje a Taibo II y a la Brigada para Leer en libertad. “Que viva la lectura, que vivan las y los jóvenes y qué viva México”, dijo Sheinbaum al concluir su discurso y mantenerse de pie escuchado el Himno Nacional.

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Antes, la presidenta agradeció a Paco Ignacio Taibo II seguir al frente del FCE, haber creado la Brigada para Leer en libertad y por emprender “25 para el 25”. Evocó cuando por primera vez se reunieron y le dijeron que repartirían los libros el 17 de diciembre “y recordé una fecha hace 39 años, la primera vez que hablé en un mitin en la Universidad Nacional Autónoma de México contra el incremento de cuotas. Nunca imaginé que 39 años después ibamos a estar regalando libros a las y los jóvenes de México y en un hecho extraordinario de la vida publica”.

Esta iniciativa democratiza la Cultura, rompe los muros de la desigualdad, dijo Clara Brugada, quien aseguró que hace muchos años la Brigada para Leer en libertad comenzó a transformar la vida en este país; “este evento es un homenaje a la Brigada para Leer en libertad”, le dijo a un Taibo II encantado. Aunque la sonrisa se le fue borrando cuando los beneficiarios de los programas Jóvenes construyendo el futuro no esperaron a recibir sus libros porque se soltó el aguacero. Contrario a los estudiantes de otros programas, como Becas Benito Juárez y becas al transporte, que sí esperaban su libro.

Quienes sí se llevaron su paquete, aunque con 19, no 27 libros, fueron los coordinadores de salas y clubes de lectura que lograron ocupar un lugar. Otros no lo lograron a pesar de llegar temprano. Fue el caso de Sergio Ordaz, director operativo del Libro Club Tita Valencia, en la colonia Guerrero, quien lamentó la desorganización, porque los animaron a acudir, pero al final no los dejaron entrar.

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Al parecer los organizadores temieron no llenar la plancha del Zócalo porque pidieron, incluso obligaron a ir, mediante calificación o entrega de beca, a los beneficiarios de programas como Jóvenes construyendo el futuro, becas para Universitarios Benito Juárez o de alimentos y transporte, pero al final se vieron rebasados.

Centenares de estudiantes se mantuvieron en filas para conseguir los libros prometidos: “¿No que para todos los jóvenes?”, gritaba mojado un chico que cuestionó ser usado: “Nada más nos quieren para la pinche foto de cuando estábamos todos concentrados”.

Las mesas que dispusieron los trabajadores del FCE y de Educal, con libros y cajas de cartón llenas de libros, quedaron armadas. Muchos libros fueron tomados por los jóvenes, mientras otros trabajadores, bajo una carpa, trataban de entregar ejemplares a manos extendidas e incluso los lanzaban a quienes pudieran tomarlos, apretados, en medio de empujones.

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