La edición 31 de la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH) inició de forma virtual y con la tradicional entrega del Premio Antonio García Cubas ; sin embargo, este año, por el recorte presupuestal, el galardón no incluyó un monto económico, solamente se hizo la entrega de un reconocimiento simbólico.

La feria arrancó con una ceremonia en la que participaron Natalia Toledo, subsecretaria de Cultura; Diego Prieto , director del INAH; Alejandro Torres Lépori , encargado de negocios de la Embajada de Argentina en México; Guadalupe Lozada, encargada de despacho de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, y María Luisa Passarge, presidenta del jurado del Premio Antonio García Cubas.

El acto inaugural se llevó a cabo en el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, espacio al cual solamente tuvieron acceso las autoridades y algunos invitados especiales.

Como es tradición, la FILAH reconoció a los mejores trabajos en los campos de la antropología y la historia. Sin embargo, este año, debido al recorte presupuestal, los condecorados no recibieron un premio económico.

El antropólogo Diego Prieto, director del INAH, dijo que fue “difícil” tomar la decisión de que el encuentro librero se trasladara a una plataforma digital, pero se hizo porque “toda crisis representa una oportunidad”, y la FILAH no es la excepción, por lo que se preparó el portal www.feriadelibro.inah.gob.mx

Prieto señaló que cuando se trabajaba en la planeación de la Feria, Rebeca Díaz Colunga, encargada de la Coordinación Nacional de Difusión del INAH, le preguntó si este año se haría entrega del Premio Antonio García Cubas:

“Quisimos sostener el premio. Se han tenido que ocupar presupuestos para atender las emergencias sanitarias y apoyar a los sectores de la sociedad más desfavorecidos. Le dije a Rebeca: Vamos a entregar el premio, lo que le interesa a los colegas y editores es el prestigio del premio. Este año no hay un premio en dinero, lo habrá el año que entra, espero mayor que antes. Lo que sí hay es la admiración, el reconocimiento, y el festejo por el trabajo que hacen autores, creadores, editores, investigadores, para nutrir las publicaciones impresas y virtuales en antropología, historia y patrimonio cultural”, indicó Diego Prieto.

En su oportunidad, María Luisa Passarge, presidenta del jurado del Premio Antonio García Cubas, dio a conocer los trabajos ganadores, que evaluó junto con Adriana Konzevik, Juan Arzoz, Ricardo Pérez Montfort y José Enrique Ortiz Lanz.

Passarge detalló que para deliberar a las obras ganadores de la edición 22 del Premio García Cubas, los integrantes del jurado se reunieron a través de una plataforma digital el 18 de septiembre.

“El objetivo del premio es estimular la producción de libros sobre el patrimonio cultural de México, cuyo contenido sea garantía para el conocimiento y diseño sean cuidados”, dijo Passarge.

En total, recibieron 56 libros para nueve categorías, pero a propuesta de Adriana Konzevik, dijo la presidenta del jurado, fueron descartados desde el inicio aquellos libros que no contaran con los créditos de los profesionistas editoriales participantes: diseñadores, correctores, editores, traductores, impresores.

“Convenimos que un libro bien hecho, bien cuidado y editado no significa necesariamente pastas duras, papel caro, formatos grandes”.

En la categoría de obra científica, el premio fue para “Arquitectura en el Códice Florentino y los primeros memoriales”, de Andrea Rodríguez y Leopoldo Valiñas, y en la categoría de Obra juvenil, el “No son micro. Machimos cotidianos”, de Claudia de la Garza y Eréndira Derbez.

María Luisa Passarge indicó que la categoría de Novela histórica se declaró desierta, porque se presentaron cuatro propuestas, tres carecían de créditos editoriales y la cuarta es una reedición, característica que en la convocatoria se estableció como no permitida.

Durante la inauguración, también se dedicó la FILAH a Mario Vázquez, museólogo y museógrafo, primer director del Museo Nacional de Antropología; al escritor Carlos Monsiváis, al historiador Ricardo Melgar Bao, la arqueóloga subacuática Pilar Luna y al restaurador Sergio Arturo Montero.

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