'Jóvenes espartanos ejercitando', circa 1860. Edgar Degas. National Gallery, Londres
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Los espartanos creían que la disciplina estricta y una educación dura era el secreto para hacer los mejores soldados. Los niños dejaban a sus familias a la edad de 7 años para comenzar su entrenamiento de 23 años que los convertía en feroces guerreros.

¿Qué queremos decir cuando decimos "espartano"?

Como adjetivo, espartano significa austero, sobrio, firme, severo, sin lujos.

Eso viene directamente del antiguo estereotipo de los espartanos, los habitantes de Esparta, en el sur de la Antigua Grecia, en la península del Peloponeso.

Los espartanos fueron los guerreros por excelencia, criados desde la infancia para soportar terribles sufrimientos y dificultades.

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La personalidad espartana se resume perfectamente en los antiguos relatos de la Batalla de las Termópilas.

Ocurrió en 480 a.C., cuando los persas marcharon con la intención de invadir Grecia y el rey espartano Leónidas, con 300 espartanos, los enfrentó en el estrecho paso de las Termópilas. Leónidas murió después de que los arqueros persas cumplieran la orden de "oscurecer el cielo con flechas".

Aunque no lograron detener a los persas, lucharon valerosamente y dieron sus vidas retrasando el avance de los enemigos durante toda una semana, ganando así un tiempo precioso para sus compañeros griegos.

Disciplina y frases ingeniosas

Esa batalla ejemplifica mucho de lo que admiramos de los espartanos. Su lealtad a una causa más grande que ellos mismos. Su devoción por la libertad y la preservación de su patria.

Y encima lo hicieron desplegando una especie de humor sombrío, que nos es familiar hoy en día cuando los héroes de las películas, en los momentos de peligro, sueltan sus frases seudograciosas que se quedan en la memoria colectiva (como el "¡Hasta la vista, baby!", de Terminator II).

Por ejemplo, cuando los persas exigieron que los espartanos dejaran las armas, Leónidas famosamente respondió:

"Μολων λαβε" o, en español, "¡Ven y tómalas!".

Y cuando las letales flechas de los arqueros persas taparon la luz del sol, Leónidas bromeó diciendo: "¡Excelente, ahora lucharemos en la sombra!".

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Leonidas en las Termópilas (1814). Leonidas, rey de Esparta, en el pase de las Termópilas con sus hombres luchando contra el ejército persa en una obra del pintor francés Jacques Louis David (1748-1825)
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La batalla de las Termópilas, en la que los espartanos fueron aniquilados por los persas, afianzó su fama de grandes guerreros.

Es admirable también la constancia de los espartanos para lograr una gran forma física, dureza y resistencia.

En la actualidad, le dan su nombre a un tipo de carrera de obstáculos particularmente extrema, que desafía a las personas a lograr su mejor rendimiento atlético y físico frente a enormes dificultades.

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Además, las mujeres espartanas eran tan duras y fuertes como los hombres.

Las fuentes antiguas cuentan que se ejercitaban, que recibían educación y que podían poseer propiedades por derecho propio. Todo eso era negado a las mujeres de otras partes de Grecia.

Valores cuestionables

Sin embargo, creo que hay algunos aspectos en los que debemos pensar antes de aceptar a los espartanos como el ícono perfecto de nuestros valores modernos.

Por un lado, pueden ser usados como figuras insignes de los xenófobos.

La historia de la batalla de las Termópilas puede ser manipulada para esos fines.

El ejemplo más pernicioso de ese uso ocurrió en la Alemania de la década de 1930, cuando llegaron a representar la ascendencia de la raza maestra aria y esencialmente legitimaron el antisemitismo y otras formas extremas de xenofobia.

Cartel publicitario de una de las películas sobre la batalla de las Termópilas.
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"Los 300 espartanos" han inspirado varias obras.

Otra cuestión es si hoy realmente queremos revivir el paradigma espartano de la masculinidad.

La emoción era anatema. El individuo no era nada. El Estado lo era todo.

A medida que nos vamos dando cuenta de la necesidad de alentar a las personas a expresar en lugar de negar sus emociones y mostrar la angustia que pueden estar sintiendo, tal vez el ideal espartano de la masculinidad no sea el que realmente queremos.

No es casualidad que los espartanos hayan inspirado el sistema escolar público británico del siglo XIX y principios del XX, un sistema en el que los ideales de disciplina, aguante y austeridad eran primordiales.

Incluso la dureza de las mujeres espartanas es sospechosa.

Las fuentes antiguas nos dicen que entrenaban sus cuerpos, no por su beneficio, sino en función de producir hijos fuertes, por lo que incluso el atletismo por el que son famosos servía en última instancia a la máquina de guerra espartana.

Y la triste alegría con la que veían a sus hijos morir en la batalla es hoy desagradable.

El autor Plutarca dice que las mujeres espartanas le decían a sus hombres que se iban a la guerra:

"Vuelve con tu escudo o en tu escudo".

Los espartanos muertos eran llevados a casa sobre sus escudos; solo un cobarde soltaría su escudo y huiría.

  1. ¿Es cierta la historia de la Guerra de Troya?
Helena y París
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La mujer más bella del mundo, Helena de Troya, era también conocida como Helena de Esparta pues estaba casada con con el rey Menelao de Esparta cuando fue secuestrada por el príncipe Paris de Troya.

Evocar Esparta es a menudo una forma de tratar de recuperar valores que se creen perdidos o a punto de desaparecer.

Valores anticuados de resiliencia y abnegación, que algunos en la sociedad moderna sienten que hemos desestimado.

Sin embargo, los historiadores de la antigua Esparta han desafiado durante mucho tiempo la veracidad histórica del antiguo estereotipo de los espartanos.

Durante décadas, han estado tratando de presentar una Esparta alternativa con una cultura más rica. Arte, música y una gama de valores mucho más compleja que la que tradicionalmente se les ha atribuido.

Sin embargo, no hay señales de que esto suceda. Somos demasiado adictos al estereotipo espartano, aunque sea inexacto, como para abandonarlo en favor de una realidad más matizada.

*La autora de este texto es Emma Aston, experta en estudios clásicos y catedrática de la Universidad de Reading, Reino Unido.


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