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El Estado mexicano debe seguir cumpliendo su función en el fomento a la lectura y el libro, pero debe hacerlo con políticas públicas que engloben todos los actores de la cadena, sobre todo cuando hay un plan de integrar, fusionar o incorporar en una sola entidad tres instituciones del nivel del Fondo de Cultura Económica (FCE), la Dirección General de Publicaciones y la red de librerías Educal.

Ante la poca información y la idea general de que estas tres instancias podrían fusionarse desde el FCE para convertirse en un instituto del libro, editores y estudiosos del mundo editorial, como Tomás Granados, Gerardo Ochoa Sandy, Alberto Ruy Sánchez y Déborah Holtz, han citado como ejemplo el “caso francés”, una política de fomento a de lectura que conoce bien el editor, promotor cultural y escritor francés radicado en México desde 1994 Phillipe Ollé-Laprune, quien fue responsable de la Oficina del Libro de la embajada de Francia en México, y quien señala que el de Francia no es un Instituto del Libro sino un Centro Nacional de las Letras (CNL), que ha sido modelo de naciones como España y Argentina.

“El CNL es una institución que se encarga básicamente de animación, apoyo a la traducción; lo que pasa es que en Francia hubo toda una estrategia de lectura pública que decidió meter muchísimo presupuesto al fomento de lectores; en 1981 había 36% de los franceses que no leían ni un libro al año, 12 años después había bajado a 25%”, señala Ollé-Laprune, quien además fue director de la Casa Refugio Citlaltépetl.

Además de analizar las implicaciones de lo que podría ser un instituto del libro en México, Tomás Granados, Gerardo Ochoa Sandy, Alberto Ruy Sánchez y Déborah Holtz manifiestan su preocupación por lo incierto del proyecto, pues aseguran que nada se sabe y lo que se sabe no es oficial.

Las preguntas sin respuesta sobre el plan para crear instituto del libro en México
Las preguntas sin respuesta sobre el plan para crear instituto del libro en México

El editor de Artes de México reconoce que la parte de la promoción de la lectura y las coediciones deberían seguirse haciendo desde la Dirección de Publicaciones, “sería como un instituto del libro en el sentido de Francia”; mientras que las librerías deberían funcionar y crecer “como una red de librerías potente en México que haga crecer el mercado de los libros”, que es justo donde estaría Educal; y por último, indica, que el FCE siga siendo “la gran editorial de México”.

Tomás Granados, quien es experto en el mundo del libro y dirige la joven editorial Grano de Sal, señala que conceptualmente no está mal que se reúnan en una sola institución las tres actividades que cumple el gobierno, el asunto real será llenar esa institución de contenido. “Lo que urge es que se defina qué sí van a poder hacer y qué van a dejar, también qué es lo que no van a hacer”.

El editor y autor de Libros. Historia ilustrada de México dice que no hay una definición de cuál es el objetivo de que haya una actividad editorial gubernamental ni tampoco sabemos de un diagnóstico que haya realizado Paco Ignacio Taibo II, escritor y promotor de la lectura que por decisión presidencial dirigirá el FCE.

“Debería ser un diagnóstico de varias cosas, de necesidades de lectura, de capacidad de producción, de puntos de venta, de políticas comerciales, de la relación con el resto de la industria editorial; hace falta una descripción muy objetiva y muy clara porque si no tienes eso para qué se hacen los cambios”, afirma Granados.

El punto de llegada. Gerardo Ochoa Sandy afirma que esta fusión de las tres instancias no la ve en el corto plazo ni necesariamente en el mediano. “Más que punto de partida es un punto de llegada, no sólo por la complejidad de las tres áreas sino porque tienen figuras jurídicas y administrativas distintas”.

El escritor y periodista y gestor cultural asegura que el punto es exactamente qué queremos o qué entendemos por este instituto. “Creo que Taibo tiene una idea y el rector de la UNAM tendrá otra, el director de El Colegio de México una diferente y ex directores de Educal también tendrán otra, a partir de la experiencia que han tenido como funcionarios públicos, por lo tanto esta fusión no es un punto de arranque sino es una meta; si se va a querer al vapor para tener el instituto a la brevedad y presumirlo como un logro pues van a hacer un desgarriate”.

Francia es el ejemplo que tienen más claro por su trabajo con el libro, varios de ellos hablan del caso francés, otros del instituto del libro en Francia, pero la realidad es que no hay información. “Nadie sabe nada, no sabemos cuál es el plan, qué quiere decir fusionar, cuáles van a ser las atribuciones. No hay claridad sobre el tema, lo que sí te puedo decir a grandes rasgos, desde mi perspectiva, es que lo que haría falta es una dirección del libro, y la dirección del libro es una entidad muy diferente al Fondo de Cultura Económica”, afirma Bárbara Holtz.

La directora de la editorial Trilce asegura que el Fondo de Cultura tiene una ambición y una serie de procesos, de misiones, de cuestiones a cumplir que no tienen nada que ver con el resto del mundo del libro.

Tampoco Tomás Granados sabe del proyecto a ciencia cierta, pero le parece importante que la actividad del Estado se coordine con la actividad privada e incluso con la actividad comercial. Dice que en los lugares donde hay una buena interacción, donde las leyes están alineadas con los objetivos culturales y los objetivos comerciales del mundo del libro es en Francia, con la Ley del Precio Único que, dice es una medida legislativa que responde a una idea de lo que es el acceso al libro, que beneficia evidentemente a los editores y librerías privadas, pero todo está armonizado respecto de un objetivo común, que es democratizar el acceso al libro.

A Granados le parece clave la sintonía entre la acción gubernamental, la acción legislativa, los intereses de la sociedad en general y los actores privados. “Me parece esencial que se pudiera abordar, el esfuerzo de sintonizar a todos los que tienen el interés común de que haya más lectores, más lecturas, más libros”.

Por eso les preocupa que el tema sea abordado de manera superficial. Ochoa Sandy dice que la propuesta debe presentarse muy bien para ponerlo ante el Poder Legislativo. “Taibo tiene que ser consciente de eso, tiene que verlo como un proyecto de llegada. Tiene que hacerse de manera razonada, meditada y con la participación de los distintos involucrados”.

Hasta ahora no hay claridad y menos certezas. Paco IgnacioTaibo II no ha podido asumir la dirección del Fondo de Cultura porque la Ley Federal de Entidades Paraestatales que ha sido modificada para que él como español naturalizado mexicano pueda asumir el cargo, se encuentra en manos de la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados.

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