La Secretaría de Cultura publicó la “Guía básica. Reapertura de espacios culturales. Retorno seguro, saludable y solidario”, con medidas que serán aplicables a espacios abiertos, como zonas arqueológicas , festivales y conciertos , entre otros; espacios cerrados, como museos, cines, teatros , librerías y más recintos; y mixtos; así como para centros de trabajo, educación e investigación del sector. Además, esta nueva normalidad sólo podrá ser posible cuando el semáforo se encuentre en los colores amarillo y verde.

En las últimas semanas, la comunidad cultural ha discutido acerca de cómo debían ser las medidas que garanticen un retorno seguro y que al mismo tiempo permitan que las actividades sean rentables y, sobre todo, que no alteren sustancialmente la programación, las investigaciones, la docencia y las temporadas durante el resto del año. Entre las preguntas que más inquietaban era quién cubriría los gastos que implicarán las medidas de sanidad . Hoy, la Guía de las autoridades no ofrece una respuesta.

Además, para las artes escénicas será un gran reto seguir algunas de las medidas que, según la Secretaría de Cultura, son sólo de “orientación”, es decir, no se plantea en ningún momento que tengan carácter obligatorio y que, en caso de no acatarlas, haya alguna sanción.

Entre las medidas de sanidad destacan: los teatros y salas, en función del color del semáforo, recibirán entre 30% y 45% del aforo del recinto. En los escenarios se sugieren distancias de 1.50m, 1.95m y 2.25m, y, en espacios abiertos sólo podría haber hasta tres intérpretes.

Asimismo, los teatros , auditorios , cines , foros y salas de proyección deberán diseñar esquemas para espaciar a músicos e integrantes de grupos artísticos en escenarios, camerinos y áreas de acceso. Y tendrán que evitar el uso de materiales físicos, como programas de mano, carteleras y boletos.

Para los espacios abiertos resalta que en zonas arqueológicas deberán adaptar el aforo a 50% y distribuir a los visitantes con estrategias de sana distancia , sanidad, señalización y vigilancia.

En las bibliotecas se suspenderá el préstamo domiciliario hasta tener semáforo verde. Los museos tendrán que definir el aforo óptimo de las salas de acuerdo a la dimensión de sus espacios para asegurar una distancia de 1.5m entre personas.

Dudas y certezas

En entrevista, Rodrigo González, director de Infinita compañía y del Festival Internacional de Danza Contemporánea de la Ciudad de México, lamenta que las actividades se puedan realizar hasta que el semáforo marque amarillo. “No sabemos cuándo sucederá y me inquieta un poco que existe la posibilidad de que el color cambie en caso de que haya un rebrote, eso genera una gran incertidumbre. La distancia en los escenarios nos obligará a modificar nuestras coreografías, no podría haber cargadas o besos o escenas románticas; en los espacios abiertos piden hasta tres intérpretes; pensaría que sería más flexible al aire libre”.

González advierte que cuando las autoridades marquen el cambio de color en el semáforo, se tendrá que estar listo para poder regresar. "Con esta Guía nos marcan las nuevas reglas del juego, nos queda resolver las cosas. Por ejemplo, para el Festival estamos pensando en solistas, duetos, tríos, queremos prever que seguirá el aforo reducido así que podríamos plantearnos una cartelera mixta, es decir, si el público no quiere ser espectador presencial que tenga la opción de ver nuestras funciones en línea, con costos diferenciados. Lo que quisiera evitar es que el público no desee volver a los teatros, que el acto escénico presencial se deprecie y que la gente prefiera vernos en una pantalla".

Faustino Díaz, trombonista, tubista, trompetista y arreglista, miembro de la Orquesta Sinfónica del Estado de México, coincide con González en que la distancia en los escenarios en espacios abiertos y cerrados es poco clara. “¿Podemos meter a una orquesta completa en una sala de conciertos? Como las distancias cambia entre un foro abierto y uno cerrado, no es claro. Lo cierto es que las salas de concierto son pequeñas, así que la opción será crear grupos de cámara, ensambles de aliento. Si vemos lo positivo, estamos ante la gran posibilidad de fomentar repertorio de cámara, para obra nueva creada para grupos pequeños, en la OSEM ya se está comisionando obra y es muy bueno”.

El músico agrega que las orquestas tendrán que seguir el ejemplo de las medidas que están tomando en otras partes del mundo, especialmente en Europa, pero los músicos populares enfrentarán a mayores retos: “Las orquestas podemos copiar los modelos que salgan bien en Europa, pero somos un gremio muy pequeño, una minoría, 95% de los músicos mexicanos se dedica a lo popular. ¿Qué pasará en un concierto de rock, jazz, banda, popular? Pienso en los mariachis, sé que han fallecido al menos 50 músicos de Garibaldi y la mayoría son trompetistas, eso quiere decir que los alientos sí tienen más riesgos. Los clásicos tienen un director, una institución, los demás tendrán que lidiar con su propia suerte, es muy lamentable”.

El trompetista explica que tampoco es claro quién será el responsable de los gastos para acatar medidas como la sanitización y los insumos. “¿Quién lo tiene que pagar?, ¿el teatro?, ¿los artistas? Creo que debe haber más claridad en este sentido”.

Esta preocupación la comparte Leonor Quijada, directora general de la Sociedad Artística Sinaloense (SAS). “Me parece que es un buen documento, pero puede mejorarse. Me inquieta que no sea clara la capacitación y la vigilancia de las medidas, es decir, partimos de que todos seremos responsables, pero el presupuesto de los espacios es muy distinto en todo el país, habrá quien tenga que cubrir los gastos con productos de poca calidad o que no los puedan adquirir por falta de recursos”.

Al dramaturgo, director de escena y miembro del Consejo directivo de Teatro El Milagro, también le inquieta este aspecto. "Creo que los gastos que implican las medidas de sanidad caerán sobre los productores y sobre los teatros, pero esperaría que, en el caso de los productores que trabajamos en sociedad con el Estado, haya algún tipo de apoyo. Tras el sismo de 2017 el mundo de los DRO y demás cuestiones, propiciaron una especie de chantaje y extorsión para los espacios independientes, esperemos que esto no ocurra de nuevo si hay vigilancia sobre cómo se están acatando. Sin embargo, por más exageradas que suenen las medidas, deben ser acatadas, pero creo que deberán ser adaptadas a las condiciones físicas y económicas de cada espacio".

Respecto a los aforos, Quijada, con amplia experiencia en la producción de conciertos, óperas y teatro, sostiene que para subsanar la reducción de 30% y 45%, una opción es que se consideren que cambien los porcentajes de distribución de taquilla y se dupliquen los apoyos como Efiartes. “Nosotros somos una asociación civil y los recursos que tenemos provienen hasta en 40% de la taquilla, tendríamos que vender todas las butacas, tener más funciones. Hay producciones que tuvimos que postergar hasta 2022”.

Para Olguín un teatro cerrado siempre será más caro que un teatro operando con poco público. "Tenemos que aceptar esa norma de reducción. En EL UNIVERSAL le preguntaron hace unas semanas a diversos productores sobre esta cuestión y les dijeron que sería terrible, y sí, coincido, los grandes teatros privados se enfrentarán a condiciones muy difíciles; pero aquellos que estamos en otras condiciones como los que tenemos apoyos como México en escena, pues nos impone la necesidad de dialogar con nuestros espectadores en este momento, así que tenemos que regresar y tenemos que remontar la desconfianza inicial que tendrá el espectador para volver a un teatro".

Finalmente, añade que tendrán que estudiar a fondo la Guía y se deberá complementar. "Sin embargo, me pregunto en qué medida las reglamentaciones se volverán como un corsé para la estética de lo que ocurre en el escenario. Planteamientos como la distancia entre los actores, parecieran que son contrarias a la esencia del arte escénico, que consiste en la unión de los cuerpos. Hay retos enormes", dice.

Bibliotecas y zonas arqueológicas

El promotor, agente cultural y editor Philippe Ollé-Laprune y Marina Garone, investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, señalan que la Guía tiene los planteamientos esenciales y básicos de cuidado, pero que luego habría que explicitar algunas cosas.

“Lo que yo leo referente a bibliotecas, centros de investigación y archivos, en términos generales los cuatro rubros que se incluyen, me parecen mínimos, pero están bien; son lo mínimo que se debería pedir. Se habla de manera genérica de bibliotecas y opera muy distinto una biblioteca barrial, una pública, una universitaria o el Archivo General de la Nación, habría que ver si hay alguna recomendación más puntual”, dice Marina Garone.

La investigadora añade que en la primera página de la Guía dice que está dirigida a todas las personas, pero se centra más en quienes van a dar el servicio, no en el usuario en general. "Me perece importante definir a quién se le está hablando con esta Guía, a quién atiende en el espacio bibliotecario o a quien va a hacer uso del espacio bibliotecario", cuestiona.

Por su parte, Ollé-Laprune dijo que es notable que no sea un reglamento y que no haya obligaciones ni sanciones, “es un paquete de consejos que me parece bastante sensato, no estamos hablando de algo genial, pero es útil; me parece que es bueno que los profesionales de la cultura no estén abandonados frente a esa situación”.

Y agrega: "Me parece que no va a haber una muchedumbre que va a regresar a los espacios culturales mañana, creo que todo mundo está un poco temeroso y prudente de estar en riesgo; creo que hay poca información para bibliotecas y es algo esencial, es muy triste pensar que van a suspender el préstamo domiciliario, hubiera sido muy agradable imaginar que tú puedes llevarte libros a tu casa porque no quieres estar ahí".

Aída Castilleja, secretaría técnica del INAH, advierte que la Guía cuenta con lineamientos “generales”, porque, aunque distingue entre espacios abiertos, cerrados, mixtos; así como de educación, investigación y oficinas, “cada uno tiene sus propias particularidades”, como, por ejemplo, las zonas arqueológicas.

“En el tratamiento de los bienes culturales, la cuestión de los químicos tiene que ser muy cuidada, además se deben definir cuáles van a ser los distintos métodos de sanitización. Las marcas están pensadas para áreas donde puedan generarse concentraciones como taquillas o sanitarios. Una medida es la de reducir personal, pero esto no implica despidos, esto se hace para garantizar la salud de los trabajadores, dependerá de la pirámide de edad y las condiciones de salud del personal de cada centro de trabajo”, dice la funcionaria.

La secretaria técnica adelanta que el INAH prepara un programa de señalización que será “muy dinámico”, porque considerará el aforo de los visitantes aprobar o no si se pueda subir las estructuras: “Probablemente se llegue a un punto en el que se prefiera que no suban a una determinada estructura, porque el área no es suficientemente amplia para garantizar la sana distancia”.

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