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Madrid.— La Casa de México en España no se inauguró ayer. Ése fue el principal mensaje que quisieron transmitir sus promotores en un acto bautizado como “presentación”.

Un día después de la visita oficial del presidente mexicano Enrique Peña Nieto, la institución —llamada a convertirse desde Madrid en núcleo de la actividad cultural mexicana en Europa— volvió a abrir sus puertas. Pero sólo el piso bajo del palacete de la calle de Alberto Aguilera era accesible a causa de las obras, que impiden ir más allá de la nueva librería del Fondo de Cultura Económica y el auditorio en el que se celebró el acto.

La directora de la Casa, Ximena Caraza, avisó: “A partir de mañana vamos a seguir con las obras. Vamos a tener que cerrar”, añadiendo que el 1 de octubre será la apertura oficial. Caraza aclaró que incluso “se va a levantar la propia librería”, la cual se instaló sólo para la visita del Presidente y su comitiva. Incluso el auditorio en el que se celebró el acto deberá cerrarse para remodelarlo como una sala de cine.

Esta es una más de las sorpresas que ha rodeado un proyecto que ha generado gran debate entre la comunidad mexicana en Madrid desde que echó a andar hace un año.

El palacete fue cedido al gobierno de México por el Ayuntamiento de la capital española en cumplimiento de un convenio de cooperación firmado hace 25 años, pero la gestión del proyecto no será pública sino que lo dirigirá una fundación mixta. Se da así la circunstancia de que se tratará de un edificio con inmunidad diplomática, que contará con la presencia de un delegado de la Embajada, pero con una gestión 50% privada.

En esta línea, la Casa de México no quiso revelar cuál había sido el costo de las reformas efectuadas en el edificio ni el presupuesto del proyecto, pero sí trascendió que los gastos fueron asumidos en su integridad por la parte privada.

El empresario hispano-mexicano Valentín Díez Morodo, presidente de la Fundación Casa de México y su gran impulsor, defendió ayer este planteamiento. “A diferencia de otras instituciones análogas, la Casa de México contará con un modelo innovador que le permitirá llegar más lejos”, dijo.

Díez Morodo argumentó que el apoyo de firmas privadas y de sus fundaciones es fundamental, por lo que prometió que el patronato de la Casa “seguirá sumando a su causa cada vez más empresas”. Con estas aportaciones, la aspiración es hacer de la Casa un “puente” que “marcará una nueva etapa en las relaciones hispano-mexicanas”.

Caraza explicó que el proyecto quería ir más allá de los límites de las instituciones culturales tradicionales: “Cuando comenzaron los análisis de los contenidos que queríamos, era una casa que fuera más allá de la cultura”. Aseguró que el emprendimiento y la gastronomía serán dos pilares del proyecto, y celebró la creación de “una plataforma entre la sociedad civil y el gobierno para dar a conocer a México”.

La directora también aseguró que la Casa no quiere generar suspicacias. “No venimos a sustituir a la Embajada”, dijo en su discurso: “Vamos a tener libertad, evidentemente, pero venimos a sumar”.

Además presentó el plano del edificio, con su futura distribución. En el semisótano albergará un restaurante mexicano de 89 plazas cuya licencia fue otorgada a Puntarena. En la planta baja estarán la librería del FCE, un cine-auditorio de Cinépolis y una tienda de arte popular. La primera planta se dedicará a exposiciones. Y la segunda se dividirá entre un espacio para talleres, una sala de reuniones y un coworking “donde empresarios españoles y mexicanos van a poder reunirse”.

Ximena Caraza explicó que el programa de la Casa será muy amplio y abierto a todo tipo de aportaciones ciudadanas, tanto de la comunidad mexicana como de los vecinos de Madrid. Incluirá actividades artísticas y visuales (por ejemplo, conciertos), cine y letras, iniciativas académicas, seminarios y encuentros del área económica, ferias artesanales, un aula gastronómica, e incluso clases de danzón.

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