La madrugada del 25 de diciembre de 1985 Carlos Perches Treviño y Ramón Sardina García cometieron el robo más impactante a un museo en México: sustrajeron más de un centenar de del .

Si bien la historia de este robo, sus protagonistas y sus repercusiones han sido contadas innumerables veces y en distintos formatos (por ejemplo, el filme Museo, de Alfonso Ruizpalacios de 2017), además de la cobertura mediática que tuvo el caso desde la sustracción de las piezas hasta el anuncio de su recuperación en junio de 1989, 40 años la historia no ha concluido porque hay algo muy importante que responder: ¿qué sucedió con las piezas que nunca se recuperaron?

Recientemente, un hecho parecido sacudió la vida cultural de Europa: el robo al Museo del Louvre, en París, donde se evidenció la falta de seguridad de este recinto, considerado uno de los centros culturales más importantes del mundo. A partir de ese robo volvió a la discusión pública el estado de seguridad de los museos, la vigencia del tráfico ilícito de bienes culturales y el valor que tiene el patrimonio en el mercado negro del mundo del arte.

Tras su rescate, piezas de jade, obsidiana y otras joyas fueron exhibidas a la prensa y luego en una muestra. Foto: Hemeroteca / EL UNIVERSAL
Tras su rescate, piezas de jade, obsidiana y otras joyas fueron exhibidas a la prensa y luego en una muestra. Foto: Hemeroteca / EL UNIVERSAL

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México, a través de su campaña #Mipatrimoniononosevende, pretende crear conciencia sobre el tráfico y saqueo de bienes culturales, sin embargo, llama la atención que, por ejemplo, la información acerca del robo perpetrado por Perches y Sardina es escaza, con apenas algunas referencias en la página web del Museo de Antropología y algunos artículos publicados en la revista Arqueología Mexicana, que edita el INAH.

Lo que se sabe proviene de investigaciones académicas, periodísticas y testimonios de personas cercanas al caso, quienes han coincidido en que la información del robo a Antropología es bastante limitada, confusa y opaca. A pesar de que predomina la desinformación, un dato sobresale: siguen faltando 25 piezas del total de los lotes robados.

Este dato lo confirman dos fuentes: la investigación del historiador Salvador Lira Padilla, realizada como tesis en 2017 en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y titulada El sismo cultural de 1985. Una reflexión en torno al cuidado del patrimonio cultural dentro del MNA, donde el académico realizó una exhaustiva investigación sobre el caso, las piezas robadas, su posterior recuperación y los lotes faltantes.

Tras su rescate, piezas de jade, obsidiana y otras joyas fueron exhibidas a la prensa y luego en una muestra. Foto: Hemeroteca / EL UNIVERSAL
Tras su rescate, piezas de jade, obsidiana y otras joyas fueron exhibidas a la prensa y luego en una muestra. Foto: Hemeroteca / EL UNIVERSAL

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La periodista cultural Adriana Malvido publicó en el diario La Jornada, el 24 de junio de 1989, el mismo dato, que eran 25 las piezas faltantes, de acuerdo con información de la Procuraduría General de la República. Luego del robo, y durante los años en que las piezas estuvieron en manos de Perches, se manejaron diferentes cifras e hipótesis.

Un dato que llama la atención es que primero se anunció que el total de piezas robadas era de 140, luego de que un narcotraficante de nombre Salvador Gutiérrez, alías “El Cabo”, diera el pitazo de que Perches era el responsable del robo, y tras recuperar las piezas, el anuncio de la Procuraduría y del INAH fue que no eran 140, sino 124, “pues se contaron una por una las cuentas del sartal de jade y nueve anillos del mismo material pertenecientes al ajuar funerario de Pakal”, según documenta Lira Padilla en su investigación.

Wendy Osorio Cemé, arqueóloga y divulgadora cultural, también realizó una investigación para un material divulgativo acerca del robo a Antropología, el cual está disponible en el canal de Youtube de Libreta NegraMx. En su documentación, agrega otro dato poco conocido: es posible que Perches vendiera algunas de las piezas a un empresario y a un “reconocido periodista”, información que consultó en la investigación de Salvador Lira Padilla.

Al ejecutar el hurto, los ladrones fueron cuidadosos y no rompieron los cristales de las vitrinas. Foto: Hemeroteca / EL UNIVERSAL
Al ejecutar el hurto, los ladrones fueron cuidadosos y no rompieron los cristales de las vitrinas. Foto: Hemeroteca / EL UNIVERSAL

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Asimismo, documenta algunas declaraciones de la época, en donde se afirmó que el Museo Nacional de Antropología no contaba con un catálogo completo de sus piezas. “Me sorprende y a la vez no que el Museo de Antropología no tuviera un catálogo completo de sus piezas; en términos simples, se dijo que no sabían qué era lo que tenían y qué era lo que no, además de eso, la información de la época en su mayoría fue tergiversada por los medios, por eso ha sido difícil saber qué sucedió con estos objetos, hace falta mucha documentación”, apunta Osorio Cemé.

Las piezas faltantes

Adriana Malvido rememora que en la cobertura que realizó en 1989 de la recuperación de las piezas, fue a revisar, con catálogo en mano, las piezas que nunca se recuperaron.

“Fui a ver la exposición que se hizo con los objetos recuperados, recuerdo que se entregaron en dos partes, la principal, y luego otras 19 piezas. Pero nadie hablaba de las piezas que faltaban, así que, con catálogo en mano, fui a ver lo que faltaba, y lo puse en mi nota, que faltaban 25, hoy desconozco si se recuperaron esas piezas”, declaró la periodista.

La vasija de obsidiana en forma de mono, que se recuperó, estaba valuada en 10 mil millones de pesos. Foto: Hemeroteca / EL UNIVERSAL
La vasija de obsidiana en forma de mono, que se recuperó, estaba valuada en 10 mil millones de pesos. Foto: Hemeroteca / EL UNIVERSAL

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En la investigación de Lira Padilla se agrega un catálogo realizado por el investigador en el que especifica las 25 piezas faltantes. La mayoría de los objetos no recuperados son de oro, como pendientes, discos, laminas, orejeras, prendedores, tubos, discos y adornos, todos de este material. La información concuerda con la reportada por Malvido.

También falta una cuenta de jade de forma tubular, perteneciente a la cultura maya, un collar de 33 cuentas esféricas y una orejera de obsidiana, ambos de origen mixteca.

El catálogo toma como base el expediente del robo al Museo Nacional de Antropología, así como el libro Herencia Recuperada, publicado en 1989.

Perches y Sardina

Salvador Lira Padilla entrevistó a uno de los principales involucrados en la recuperación de las piezas, el subprocurador de lucha contra el narcotráfico de ese momento, Javier Trejo Coello.

Imagen de los ladrones Carlos Perches Treviño y Ramón Sardina García. Foto: Hemeroteca / EL UNIVERSAL
Imagen de los ladrones Carlos Perches Treviño y Ramón Sardina García. Foto: Hemeroteca / EL UNIVERSAL

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En esa entrevista, Trejo Coello afirma que, tras vigilar a Perches durante 45 días, lo acorralaron y éste terminó cediendo y les mostró donde estaban las piezas, que mantuvo ocultas en un armario en su casa, en Ciudad Satélite, Estado de México.

El abogado revela que durante los casi cuatro años que tuvo las piezas, Perches logró vender dos a un empresario y a un periodista. “No diré el nombre de las dos personas que le compraron, eso no se colocó en la averiguación previa. Le comentamos la situación al presidente (Carlos Salinas de Gortari); él se encargó de hablar con el periodista y yo fui con el empresario, sin rechistar los dos devolvieron las piezas”, dijo Trejo en la entrevista con Lira Padilla.

Incluso en la condena de Perches persiste la desinformación, ya que se le sentenció a 32 años de cárcel, pero hay versiones que apuntan a que salió en libertad condicional en 1995, y otras que fue asesinado poco después de salir de prisión. De Ramón Sardina no se sabe nada, sólo que sigue prófugo de la justicia.

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“Al investigar las versiones de la condena de Perches, me di cuenta de que tal vez no lleguemos a la verdad. Hubo muchos errores y muchas omisiones en todo el proceso; por experiencia, puedo decir que hay personas que se niegan a hacer pública la situación que atraviesan los sitios arqueológicos en México, y es porque hay problemas graves de saqueo y porque no se quiere poner en evidencia todo el trabajo que no se ha hecho”, refiere Osorio Cemé.

Por su parte, Malvido entrevistó a una persona quien dijo conocer de la infancia a Sardina, quien le reveló que éste sigue con vida, pero su paradero es desconocido, al igual que las 25 piezas faltantes de las que ni siquiera hay una alerta detallada y accesible para identificarlas para su recuperación. El INAH no respondió a las preguntas de EL UNIVERSAL sobre este tema.

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