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El primer Festival de danzas negras: reflexiones afroindígenas arrancó el fin de semana. El programa está integrado por 62 actividades, entre conferencias, talleres, coreografías, proyecciones de cine y una exposición. En palabras del coordinador Nacional de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), Alonso Alarcón, el origen del festival se remonta a los años en que él hacía su investigación posdoctoral en danza por la Universidad Federal de Río de Janeiro “sobre travestismos ancestrales en danzas de la cultura popular de Brasil. Esto implicaba una aproximación que tuve con el tema de la matriz negra africana en Brasil, en las danzas de la cultura popular y en las diversidades. Entonces, cuando yo me integro al equipo de Alejandra de la Paz y de Claudia Curiel de Icaza, y haciendo este trabajo, digamos, de comparativa entre Brasil y México en relación a las políticas públicas sobre las negritudes, las danzas y demás, lo consideré un tema muy relevante que, cuando coloqué sobre la mesa, inmediatamente tuvo resonancia”.
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Uno de los hallazgos de su investigación, destaca, fue que en las prácticas sociales, como la danza, o en las prácticas artísticas y de la cultura popular, hay ciertos códigos que se van encarnando: en el caso de México se trata de un país que vivió un borramiento sobre las historias de las negritudes: “Hay registros, rastros, que pueden ayudar a seguir indagando y reforzando la identidad mexicana desde lo afro”. Subraya que el origen es la voluntad de hacer un aporte, desde la danza, a las investigaciones hechas al respecto en las universidades; también señala la importancia de los trabajos en política pública que se han hecho en torno a los afromexicanos, sin omitir que su incorporación constitucional se dio, recién, en 2019.
Uno de los mayores retos es enfrentar el relato que, como mexicanos, se ha construido a lo largo de la historia sobre las identidades: “El mayor desafío es que en México sigue siendo una población pequeña la que se puede considerar como afrodescendiente o afromexicana”.
En el festival habrá más de 300 artistas que se presentarán, hasta el 31 de agosto, en el Palacio de Bellas Artes, el Centro Cultural del Bosque y el Museo Nacional de Antropología, entre otras sedes (el encuentro llegará a Tlacotalpan, Veracruz, y Pinotepa Nacional, Oaxaca).
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Los artistas provienen de Veracruz, Guerrero y Oaxaca, a nivel nacional, y Brasil, Cuba y Colombia, en el terreno internacional.
“Los países convocados —concluye Alarcón— y con los que hemos tejido una relación para hacer el festival tienen que ver con regiones que tienen un trabajo potente en estudios de danzas y negritudes, y a nivel de políticas públicas”.
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