Para el rey del dibujo erótico, Milo Manara , hace tiempo que el sexo es más contemplativo y lo asume ahora que ha volcado su obra en personajes históricos, como Caravaggio , del que publica la segunda entrega de su vida y donde, no obstante, siguen saliendo señoritas bastante ligeras de ropa.

A sus 74 años, el autor de "El click" , invitado por Comic Barcelona , se muestra pesimista por el estado de la cultura con mayúsculas, banalizada, entre otras causas, por los efectos de la televisión y otros medios, explica Manara.

Así, parece aferrarse a los clásicos, a los maestros de los siglos XV al XVII -Miguel Ángel, Tiziano, Rubens, Velázquez. ..- una época por la que siente predilección (ahí está su trabajo sobre "Los Borgia") , porque entonces, dice, se puso en marcha una "modernidad" que ayudó a crear una comunidad cultural en Europa en la que los artistas dejaron de vivir aislados.

Aquel arte figurativo, que cumplía una importante labor narrativa y de doctrina, porque era la única forma de transmisión de imágenes, le atrapó de niño desde la portada de su libro de catecismo: la hiperreralista crucifixión de San Pedro de Caravaggio.

"Era una imagen que me golpeaba al verla, aún ahora me acuerdo de ella", explica el dibujante italiano, que cierra con "Caravaggio 2. La gracia" una biografía "libre" y de contenido sensual, como no podía ser de otra manera en él, sobre el pintor de vida maldita, llena aventuras y acción, "un espadachín que recuerda al capitán Alatriste, perfecta para ser contada en cómic".

Caravaggio, el asesino y el pendenciero

, sería en la actualidad un artista complicado, políticamente incorrecto, aunque para Manara, si el maestro tenebrista hubiera nacido hoy, "sería director de cine, porque trabajaba con sus modelos como actores, organizaba los sets, las luces, creaba una ambientación, inventó la ficción, la narración con el máximo de realismo".

De hecho, el dibujante se toma una licencia provocadora para mostrar cómo el pintor logra captar el éxtasis de su Santa Magdalena a través del acto de autosatisfacción de una de sus modelos.

"El éxtasis es siempre éxtasis, no importa de donde viene, ya sea erótico o místico", aclara sobre esta interpretación.

El Caravaggio de Manara

viene acompañado de dos mujeres fuertes, una de origen real, la condesa Colonna, una de sus protectoras, e Ipazia, personaje de ficción que interviene providencialmente en diferentes momentos del relato para salvar al protagonista de los líos en los que se mete y que representa la "gracia" del título.

El papel de las mujeres en las obras más conocidas del dibujante italiano ha tenido siempre numerosos detractores por su excesiva sexualización, aunque él asegura que en los encuentros donde ha debatido sobre el tema con grupos feministas, estas siempre le han "absuelto".

De hecho, no reniega del erotismo, su carta de presentación, que al igual que otros creadores -entre otros, cita a Pedro Almodóvar -, introdujo en su obra cuando era socialmente necesario como "elemento liberador".

Lo realmente escandaloso e inmoral para el artista italiano es el funcionamiento del mundo actual, la injusticia y las desigualdades, la concentración de riqueza en unas pocas manos que convierten a la inmigración en consecuencia lógica: "no podemos pensar que la gente se quedará quieta sin hacer nada".

Y lo que hace incrementar aún más su pesimismo es que no cree que las cosas puedan cambiar fácilmente, ya que mientras el poder económico es global, argumenta, las políticos se mueven en ámbitos nacionales "y lo único que les interesa es ganar las próximas elecciones, es la primera vez que vemos el futuro con desconfianza y miedo", sentencia un Manara receloso de los populismos, que no votó en las últimas elecciones.

Como "antídoto" a este diagnóstico terminal sugiere retomar la senda de la cultura, ahora "sin parámetros, ni referentes", como fueron, por ejemplo, directores como Antonioni, Fellini, Visconti. .., apunta entre sus compatriotas.

"En el 68 se decía que todo era política, pero he elaborado una postura propia y digo que todo es cultura, incluida la política. Ésa es la única batalla que se puede ganar, la cultural. No soy totalmente pesimista si los jóvenes son capaces de combatir", afirma.

Pero antes, reconoce, habrá que saber hacia dónde hay que dirigirse "porque ahora estamos en un autobús sin conductor".

Manara subraya la paradoja de que la creación artística, ese combate cultural, a veces es más fácil cuando se cuenta con un enemigo claro, "si tienes delante un Franco u otro dictador", cuya censura sirva de estímulo.

"Cuando no tienes un enemigo, cuando no sabes quién es, resulta complicado luchar contra él porque combates contra un enemigo invisible", comenta resignado.

akc

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