Un proyecto de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño (EAAD) del Tecnológico de Monterrey representa a México en la Bienal de Arquitectura de Venecia, evento representativo en la disciplina y que celebra su edición 19, dedicada a reflexionar sobre la crisis climática y medioambiental que atraviesa el planeta en la actualidad.
El proyecto no sólo representa a México, sino a toda América Latina, y se titula “Fostering Care Ecologies: Tech-Community Driven Living Labs”, una red de Laboratorios Regenerativos Vivos (LRV) que diseñan soluciones sostenibles en colaboración con comunidades locales, y que fue desarrollado por cuatro docentes de la institución.
Se trata de la única propuesta universitaria del continente, entre las más de 280 seleccionadas, provenientes de más de 750 participantes de todo el mundo.
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María Elena de la Torre, profesora de la EAAD y líder de uno de estos LVR, detalla que el proyecto nació hace tres años en conjunto con alumnos del Tecnológico. “Desde hace tres años se lleva una serie de concentraciones, una especialidad que se da a los alumnos en los últimos semestres, donde se abordan estos laboratorios regenerativos y les enseñamos a entender qué es la naturaleza, cómo podemos diseñar desde la naturaleza y cómo podemos vincular a las comunidades con los proyectos”, señala.
De la Torre detalla que estos proyectos se trabajan en directo con las comunidades, en específico con algunas que se ubican aledañas a los diferentes campus del Tecnológico de Monterrey en el país.
El propósito final de esta arquitectura regenerativa, señala la académica, es ayudar a estas comunidades a regenerarse con el tiempo. “Creamos esta idea de los laboratorios regenerativos, en donde pudimos poner en valor nuestro valor académico y de investigación, y los presentamos de acuerdo con los lineamientos de esta bienal, que tiene el componente de pensar cómo podemos aliarnos con la naturaleza, trabajar con ella en este contexto de crisis climática sin precedentes”.
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Es, subraya la investigadora de la EAAD, una reflexión y acercamiento de volver a construir con alianza en la naturaleza.
Carlos Cobreros, otro de los investigadores del proyecto, da más detalles del diseño regenerativo, el cual toma como punto de partida los lugares en los que se trabaja, comprender su sistema y usarlo.
“Los tres proyectos, uno en Jalisco, otro en Querétaro y uno más en Chihuahua, tienen en común que cada uno entiende la singularidad del lugar, y nuestra aportación especifica es que el punto de arranque no es el problema del lugar, sino la solución. Usamos la vocación y potencial del lugar para intervenirlo, así se inician los procesos de cambio del lugar, no vemos en esta arquitectura un final, sino el inicio de algo, una semilla, un soporte, de evolución” explica.
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La riqueza de este proyecto, señala Alfredo Hidalgo, decano interino del EAAD, es que el Tecnológico de Monterrey se encuentra en diferentes puntos del país, por lo que pudieron trabajar cruzando diferentes realidades y vinculándose con distintos territorios.
“Hicimos una búsqueda especifica en distintas comunidades cercanas a los campus, buscamos lugares y comunidades con características especiales, como la vulnerabilidad, pero que al mismo tiempo tenían potencialidades claras para implementar el proyecto”, agrega.
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Los proyectos
Cobreros dice que en la Bienal de Arquitectura de Venecia presentaron un libro y un stand con imágenes de los Laboratorios Regenerativos Vivos, que sintetizan lo que fueron todos los proyectos de investigaciones en las tres regiones del país: en la región del Bosque la Primavera, Jalisco; en las comunidades de Paso del Norte, Nuevas Delicias, Julimes y Basaseachi en la Sierra Tarahumara, en Chihuahua; y en la Reserva de la Biósfera de la Sierra Gorda, en Querétaro.
“La Sierra Gorda es una de las zonas más biodiversas de México, hay un potencial cultural muy fuerte; en este caso, primero llegamos ahí con una cuestión pedagógica, llevamos a los estudiantes a este ámbito natural, creemos que habrá un cambio de conciencia al trabajar en estos entornos”, indica.
En esta área se instalaron dos hubs, o nodos, uno nombrado “Ejido de La Barranca” en el que, a través del aprovechamiento forestal (madera) responsable, se busca preservar y regenerar el ecosistema del bosque, y otro llamado “Tejamanil”, que busca que la sociedad adopte acciones de cuidado y concientización sobre la naturaleza con actividades de ecoturismo vinculado al bosque.
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En Chihuahua se trabajó con diferentes tipos de comunidad, desde la urbana hasta la rural.
“Al estudiar los lugares vimos diferentes necesidades, como temas de movilidad, usos del agua, y sensibilización ambiental, trabajamos un año con estas comunidades y les preguntamos qué tipo de proyectos les gustaría desarrollar; en este caso comenzamos con implementaciones tecnológicas, por ejemplo, demostramos como transformar bicicletas tradicionales en eléctricas donde hay problemas serios de movilidad y las entregamos a la comunidad, filtros de agua que no contaminan e invernaderos, así como drones para revisar fugas de agua”, detalla Emanuele Giorgi, docente y encargado de esta parte del proyecto.
Por último, en Jalisco se trabajó en un ambiente boscoso en la regeneración del río Las Tortugas, en el cual se realizaron intervenciones para mitigar los efectos de la contaminación. “El objetivo es generar un espacio para la apreciación de la naturaleza que fomente una mejor relación entre el bosque y su comunidad”, dice De la Torre.
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Sobre lo mostrado en la Bienal de Venecia, explica Alfredo Hidalgo, se hizo una selección de lo más representativo de los tres proyectos, lo que se puede ver en el Arsenale, uno de los puntos expositivos más importantes de este encuentro dedicado a la arquitectura.
Además, Hidalgo destaca que también se presentaron 17 de los mejores trabajos individuales de los estudiantes de arquitectura del Tecnológico en relación con el tema principal del encuentro.
Del papel de la arquitectura frente al cambio climático, De la Torre señala que no hay una respuesta única que responda cómo la disciplina puede mitigar la crisis ambiental, y que es una pregunta abierta que esta edición de la Bienal pone sobre la mesa.
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“Se están dando múltiples respuestas en esta experiencia, pero se vuelve evidente el daño que hemos hecho al planeta con este esquema capitalista y extractivista, que comenzó en siglo XV y que hoy ha escalado a crisis sin precedentes, y justo, lo que vimos en esta bienal es que muchos de los pabellones reflexionan sobre la extracción de materiales usados para la arquitectura, y se están explorando nuevos materiales sustentables que no sean extractivos, se está pensando en mitigar la huella ecológica”, expone.
La edición 19 de la Bienal de Arquitectura de Venecia presenta a más de 750 participantes repartidos en 66 pabellones nacionales. Concluye el 23 de noviembre.