El diálogo entre distintas épocas en la obra de Abel Quezada Rueda (Ciudad de México, 1952) se explora en la muestra Luz de sombra, que puede verse en la Galería 526 del Seminario de Cultura Mexicana (Masaryk 526, Polanco) hasta el once de enero de 2026: “La mayoría de las obras que expongo son nuevas. Sólo hay tres obras de 1978, que nunca había expuesto y son, digamos, la génesis de la muestra”, explica.
Cuando el artista explica que estas tres piezas fueron el punto de partida se refiere a que se trataron de los primeros ejercicios que hizo después de trabajar como diseñador editorial (Quezada fue director artístico de la revista Vuelta y trabajó en varias editoriales): “Me llamó la atención que dejé de ver esas obras por muchísimos años y al volver a encontrarlas me di cuenta que tenían bastante que ver con la obra reciente que yo estaba haciendo. Entonces, dije: mejor me sigo con la obra reciente”.
En las 19 obras de la muestra, dibujos y pinturas en óleo, pastel y grafito hechos entre 1978 y 2025, dialoga con artistas como Paolo Uccello, Piero della Francesca, Rogier van der Weyden, William Turner y Mark Rothko. Para Quezada, detrás del proceso que conlleva el acto de abstraer, está la meditación sobre el manejo de la luz y la sombra, su contraste, en obras particulares de estos grandes maestros. Un ejemplo es la especie de radiografía que hizo de la estructura de El descendimiento de la cruz, de Rogier van der Weyden, un cuadro maravilloso, dice: “Entonces, quise sacarle una especie de radiografía, reducirlo al mínimo. Son estas líneas muy finas que no tienen nada que ver con el cuadro original, pero que fue mi inspiración (...) Otro ejemplo es la obra en la que quise hacer la similitud con el acto de asomarse a una ventana y empezar a descubrir un cuadro. En este caso son los frescos de la Santa Cruz que están en Arezzo, de Piero della Francesca, que tuve la fortuna de visitar y me fascinaron”, continúa.

Quezada también recuerda a sus maestros mexicanos: Vicente Rojo, a quien describe como un mentor impresionante; otra influencia fue el pintor Ricardo Martínez: “ Hay un libro que me regaló y es como una biblia de la técnica de la pintura, lo tengo siempre conmigo, Ricardo fue también de una generosidad y una sabiduría impresionante que tuve mucha suerte de poder compartir”. Recuerda que Vicente Rojo lo recomendó para trabajar con Octavio Paz: “Me tocaba llevar la revista todos los meses a casa de Octavio para que la viera y la revisara. Eso fue una cosa única”, cuenta). Y recuerda, por supuesto, la convivencia con su padre, los viajes y visitas a museos, que describe como una experiencia enriquecedora: “Los viajes con él eran una delicia”.
La muestra puede verse de martes a domingo, 11:00 a 18:00 horas. La entrada es libre.
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