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En 1519, Hernán Cortés desembarcó el 21 o 22 de abril, según diferentes investigaciones, en la Villa Rica de la Vera Cruz. Cortés venía en una flota conformada por 10 barcos, a los que hundió en las costas mexicanas.

A 500 años de distancia, Roberto Junco Sánchez, titular de la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el arqueólogo norteamericano Christopher Horrell emprendieron el “Proyecto de arqueología en la Villa Rica. Tras los pasos de Del Paso y Troncoso y los barcos hundidos de Cortés”.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Roberto Junco habla de los avances, las complejidades, así como de la relevancia histórica y social que implica el encontrar los barcos.

“Es un proyecto que nació en 2018 entre el arqueólogo Christopher Horrell y yo. Estábamos en un congreso de Arqueología Histórica, platicamos de la gran pasión que sentimos por este periodo histórico y los eventos que se habían llevado a cabo en 1519, cuando Cortés barrenó sus naves y las hundió. Se nos ocurrió hacer este proyecto, casualmente hay una coyuntura porque este 2019 se cumplen los 500 años; sin embargo, este proyecto continuará después de la conmemoración, porque es un trabajo de largo alcance”, dice Junco.

Horrell, recuerda Roberto Junco Sánchez, desde hace 20 años tenía un proyecto similar, mientras que él, hace 10 años, en su tesis de doctorado descubrió que Del Paso y Troncoso ya había buscado los barcos de Cortés, en 1891, en su expedición a Cempoala, Veracruz.

Del Paso y Troncoso dejó un par de fotografías en las que se puede ver a un buzo con la escafandra entrando al mar, y de esta forma se llevó a cabo la primera expedición de arqueología subacuática en México y una de las primeras en el mundo.

Avances. En 2018, Junco y Horrell solicitaron una beca a National Geographic. Una vez que consiguieron los recursos conformaron un grupo de alrededor de 20 personas, entre investigadores del INAH y del Instituto de Física de la UNAM, además de expertos de Canadá y España.

Junco comenta que la primera expedición que realizaron consistió en trazar un área de 10 kilómetros cuadrados en la Villa Rica, donde hicieron un trabajo de magnetometría, es decir, para poder encontrar restos de un naufragio bajo el agua se utiliza un magnetómetro con el que se midieron niveles de metal que pudieron quedar en el fondo marino.

“Localizamos entre 60 y 70 anomalías magnéticas, las cuales hay que revisar a través de buceo. Hemos revisado una docena de anomalías magnéticas, pero este año tenemos que continuar con la revisión para ver si encontramos los restos de las 10 embarcaciones que Cortés hundió”.

El trabajo de magnetometría duró alrededor de un mes, después se tomaron muestras para ubicar las zonas donde encontraron fierro y hierro. Luego iniciaron las inspecciones visuales, las cuales serán terminadas este año.

“Hemos localizado algunos vestigios de actividad marítima en el área. Todavía falta excavar, es decir, hacer pozos, excavar en los lugares de las anomalías que nos permitirán detallar qué elementos hay, que pueden ser pernos, anclas, cañones, todo tipo de objetos metálicos que tenía un barco, incluso la madera con los clavos de su construcción”, explica.

El investigador comenta que una de las principales complejidades a las que se han enfrentado es el comportamiento que la costa de la Villa Rica ha tenido a lo largo de 500 años, y, supone, los restos de los barcos se encuentran algunos metros debajo del sedimento que se ha generado.

Los trabajos requieren tecnología específica y es en esa parte donde apoyan los especialistas canadienses, quienes con determinadas máquinas previzualizan lo que se encuentra debajo del sedimento, pues “los barcos no van a estar sobre la arena esperándonos”. De momento no han extraído nada del mar.

“Seguimos la filosofía de dejar las cosas in situ. Hasta que no puedas conservar verdaderamente un objeto no lo sacas, porque el agua lo conserva bastante bien, a pesar de lo que pudiera pensarse. Una vez que lo sacas del medio acuático se empieza a deteriorar con muchísima rapidez. No sacamos nada a menos de que estemos seguros de que podemos conservarlo”, añade el investigador.

En cuanto a las probabilidades de encontrar restos de los 10 barcos, Roberto Junco indica que son altas, sobre todo porque si encuentran uno, el resto de la flota estaría muy cerca, por lo que asegura: “Encontrar un barco implica encontrarlos a todos”.

El subdirector de Arqueología Subacuática del INAH dice que el proyecto se encuentra en la primera de varias etapas, por lo que esperan entrar en 2020 a la segunda y que en la medida que localicen las embarcaciones planearán nuevas fases.

Implicaciones histórico-sociales. Roberto Junco señala que un proyecto como la búsqueda de los navíos hundidos por Cortés es relevante porque se podría estudiar la tecnología usada en aquella época.

“Estos barcos son muy importantes porque son de los primeros que surcaron las aguas mexicanas, el continente americano, que descubrieron las islas del Pacífico. Estos barcos representan una tecnología muy precisa que facilitó a los españoles y portugueses poder ‘descubrir’ para los europeos una figura del mundo global, porque si bien ya había gente que habitaba en la región, para los europeos era una zona desconocida. Además, la vieja historia de que llegaron los españoles y nos conquistaron ya debemos dejarla atrás, provenimos de ambos mundos y si valoramos ambos mundos tendremos un devenir más rico, más decoroso e interesante. Con la historia que nos enseñaron nos dividieron mucho, en malos y buenos, y estas historias sabemos que no existen. Hernán Cortés tuvo luces y oscuridades”, expresa el especialista.

Roberto Junco enfatiza en que el proyecto de la búsqueda de los barcos no tiene preconcepciones, sólo han pensado en revalorar el pasado español con el de los mexicanos, “eso fortalecerá mucho el espíritu de nuestra nación. Además, el discurso de ‘vinieron y nos conquistaron’ es un tanto derrotista, algo triste”.

Otro de los objetivos que tiene el proyecto, comenta, es resaltar el papel de la Villa Rica, lugar que antaño era importante para la navegación, “un resguardo natural y el primer asentamiento europeo en Norteamérica, pero al que no se le da la importancia que debiera”.

“Actualmente, la Villa Rica se encuentra bastante abandonada, valdría la pena rescatar eso y desde el INAH intentamos impulsar su puesta en valor”, dice.

El arqueólogo comenta que con proyectos de este tipo se contribuye a una reflexión que permite repensar un proceso, pero desde otro ángulo, aun más, porque los barcos no eran tripulados únicamente por españoles, también había italianos, portugueses y griegos.

Roberto Junco declara que, como científico, no le corresponde hablar sobre propiedad de los barcos; sin embargo, “estos barcos hoy en día serían mexicanos porque están en nuestras aguas”, y adelanta que también buscan restos de las naves de Pánfilo de Narváez, que en años posteriores a Cortés hundió barcos en la misma zona.

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