La presidencia de la República recientemente declaró al embajador Kim Hyong Gil de la República Popular Democrática de Corea persona non grata , otorgándole un plazo de 72 horas para salir del país. Instruyó además a la Secretaría de Relaciones Exteriores a dar a conocer públicamente las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que imponen sanciones al régimen de Pyongyang, publicar los nombres de personas y entidades sujetas a estas sanciones, e instruye a sus dependencias del poder ejecutivo para tomar las medidas necesarias a fin de dar cumplimiento a estas resoluciones del consejo. En mi opinión esta es una decisión correcta por diversas razones.

Desde entonces se ha criticado abiertamente esta decisión. Se menciona que el país se ha sometido a los intereses de los Estados Unidos. Sin embargo, esta decisión está lejos de ser un caso aislado. Filipinas (el quinto mayor socio comercial de Corea del Norte) también suspendió el 8 de septiembre relaciones comerciales. Perú, Kuwait y España también han expulsado a los diplomáticos norcoreanos. Causar estas decisiones a la presión del presidente Trump es darle demasiado valor a esa administración por encima de valiosos principios como la lucha por la paz y seguridad internacionales y la desnuclearización en el mundo. Considero en cambio que México se tardó demasiado en tomar esta medida. Se dice que no debemos luchas guerras ajenas, pero pregunto, ¿estamos seguros ante una hipotética conflagración entre Estados Unidos y Corea del Norte? ¿hay daños ajenos o daños propios ante amenazas no tradicionales como la contaminación radioactiva?

Otra importante crítica proviene de la aparente falta de efectividad en la medida tomada por el ejecutivo federal. Ha quedado muy claro que ni las conversaciones a seis bandas de 2004 a 2009 entre Corea del Norte con Corea del Sur, Estados Unidos, China, Rusia y Japón pudieron lograr este cometido, ni la aprobación de sanciones graduales al régimen norcoreano le han impedido acceder a tecnología de destrucción masiva. La medida, creo, debe ser vista como una declaración de claro repudio y absoluto rechazo a la actitud de Pyongyang de continuar con sus programas de desarrollo nuclear, y como parte de un rompecabezas global de presión que se arma (lentamente) y que va mucho más allá de la supuesta subordinación a Washington.

Una tercera crítica deriva de las actuales negociaciones del TLCAN en marcha y de que México tomó esta medida de alguna forma para complacer al vecino del norte. Independientemente de las negociaciones del TLCAN, México es un actor con intereses en Asia Pacífico, y entre ellos se ubica la consolidación de las relaciones con Japón y Corea del Sur, importantes socios económicos y políticos. Japón es nuestro segundo socio comercial en Asia y aliado en el tema de la desnuclearización. Corea del Sur es otro importante socio comercial y miembro de MIKTA al cual pertenece México, grupo informal a través del cual aspiramos a ejercer una mayor influencia en la gobernanza global. En términos de intereses económicos ellos son los que importan.

México debe actuar en congruencia. Somos pioneros en el tema de la desnuclearización, tierra de la negociación del Tratado de Tlatelolco, sede del Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América latina y el Caribe, y un importante interlocutor de la aspiración por un mundo libre de armas nucleares. En esta era de proliferación nuclear la política exterior mexicana debe adaptarse rápidamente a estos retos del siglo 21 bajo los lineamientos consagrados en el artículo 89 de nuestra Constitución.

Programa de Estudios Asia Pacífico del ITAM

@ulisesgranados

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