Con la misma discreción que podría ofrecer un elefante rosa al centro de una sala familiar, el debate de esta noche tendrá como telón de fondo evidencias de una tensión política sin precedente en varios frentes del país, que amenaza con desbordarse. Resultará poco menos que imposible que ello no contamine el segundo encuentro de los cuatro candidatos presidenciales, a 40 días de los comicios.

Una cada vez más evidente convulsión en la política partidista permite anticipar la reconfiguración de nuestro sistema de partidos, y no cabe duda que en este proceso tendrá peso importante el dinero de los empresarios.

Para documentar la injerencia de los magnates, no es difícil encontrarlos, con nombre y apellido, atrás de la decisión de Margarita Zavala de declinar su candidatura independiente. Se trató de la salida más decorosa que pudo encontrar ante la presión de sus mecenas, que la habían condenado a la inanición económica para obligarla a retirarse de la contienda y beneficiar, de una u otra forma, al abanderado del Frente, Ricardo Anaya.

Pero el resto de los principales partidos (Morena, de Andrés Manuel López Obrador) viven sus propias pesadillas.

Una endulzada entrevista periodística publicada este jueves con Emilio Gamboa, coordinador parlamentario del Institucional en el Senado, desnudó la desbordada reyerta interna que experimenta el oficialismo. La crisis es provocada central pero no únicamente, por la expectativa de que el candidato oficial, José Antonio Meade, no pueda escapar del tercer lugar en el que parece estancado en las encuestas desde el inicio de las campañas.

Gamboa Patrón, que por décadas ha encarnado a la política cortesana, deslizó en sus declaraciones apenas tres frases sustantivas con las que aseguró que el PRI está “muy repudiado”, lo que atribuyó a militantes que fueron “ejemplos muy malos” durante la administración Peña Nieto. Y avisó que en agosto tomará distancia de la política, “pero no me retiro”.

Horas después, desde las redes sociales, la respuesta se alejó de las formas cuidadosas: “Emilio Gamboa: corruptos son quienes abusaron del PRI en años recientes y comprometieron la campaña de Meade por el rechazo a los gobiernos que impulsaron. En julio vamos a Asamblea para volver el PRI a la militancia…”, expresaba, gritaba casi, un tuit de Ulises Ruiz, el controvertido ex gobernador de Oaxaca.

El mismo Ruiz Ortiz muestra en su cuenta de Facebook un breve video en el que Luis Donaldo Colosio, el candidato presidencial priísta asesinado en 1994, condena en un discurso que personajes ajenos al partido sean postulados a cargos de elección popular “con la sorpresa de los verdaderos militantes”.

Los pronunciamientos en las redes de Ruiz son frecuentemente dirigidos hacia su rival y antecesor en Oaxaca, José Murat, de quien recientemente se mofaba por haber sido “expulsado” del cuarto de guerra de la campaña de Meade Kuribreña, a quien a su vez urgía a “sacudirse” también de su coordinador, Aurelio Nuño, y del entonces presidente del PRI, Enrique Ochoa, el cual fue removido de ese cargo el pasado 30 de abril.

Ulises Ruiz fue un gobernador (2004-2010) que encaró múltiples señalamientos, al grado de que por primera vez en su historia en Oaxaca, el PRI perdió la sucesión a manos Gabino Cue. La influencia política de Ruiz alcanzó su cúspide en 2006 cuando fue uno de los operadores y patrocinadores de la campaña presidencial del priísta Roberto Madrazo, en cuyo derrumbe también se vio atrapado.

No obstante, la cercanía de Ruiz Ortiz con Manlio Fabio Beltrones, uno de los priístas más connotados, o con Ivonne Ortega, ex gobernadora de Yucatán, entre otras figuras notables del oficialismo, parece sugerir que en esta historia puede encontrarse mucho más mar de fondo que los exabruptos de un político amargado y nostálgico del poder.

Como si hicieran falta en este escenario tan complejo, hay tensiones cada vez más abiertas entre gobiernos estatales y la Federación, por temas que van desde el reparto de los fondos públicos hasta el uso de los militares en las estrategias de seguridad, con fines electorales.

Al menos media docena de mandatarios estatales han elevado quejas por diversos conductos, con el ánimo de pesar en el ánimo del presidente Peña Nieto. Las querellas alegan desde manipulación política de fondos federales hasta el retiro de destacamentos militares en estados en los que se busca acendrar la inseguridad para debilitar ante las urnas a gobiernos identificados con candidatos de la oposición.

Aun en la coalición que conduce Morena junto con el PT y el Partido Encuentro Social, se multiplican las fricciones en particular entre el partido fundado por López Obrador y Encuentro Social, cuyos ligas hacia una facción del PRI (la encabezada por Miguel Osorio Chong) son inocultables.

Y todavía nos faltan 40 días para la cita del primer día de julio.

rockroberto@gmail.com

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