Por Pablo Álvarez Icaza Longoria

Consulta Mitofsky destacó que en la semana del 28 de mayo al 4 de junio la noticia más relevante fue la imposición de aranceles al acero y aluminio por parte del gobierno de Estados Unidos (EU) con 58% de respuesta, superando por mucho a la impresionante ola de calor (21%) y a la preocupante violencia política (12%), en su sondeo realizado en Twitter.

Wilbur Ross, secretario de Comercio estadounidense, no dejó ninguna duda de que la intención era castigar a los gobiernos de Canadá y México por no flexibilizar sus posiciones para renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cumpliendo la advertencia de que no prorrogaría las exenciones a sus socios, de una medida decretada a finales de marzo.

Cuando Donald Trump comenzó hace dos años con sus amenazas de que sacaría a EU del TLCAN, no faltaron los expertos mexicanos que las minimizaron como desplantes o declarando que no sería preocupante, porque México podría acogerse a las disposiciones de la Organización Mundial del comercio (OMC).

Lo que el gobierno de EU demostró con la medida tomada al amparo de la sección 232, argumentando amenazas a la seguridad nacional, es que el derecho al comercio internacional lo tiene sin cuidado y que no va a acatar las determinaciones a las que llegue la OMC.

La respuesta del gobierno mexicano no se hizo esperar y consistió en imponer gravámenes en represalia con base en al artículo 802 del TLCAN a laminados de acero, manzanas, carne de uvas, queso, entre otros productos, expresando que los destinatarios son estados que han sido la principal base de apoyo político de Trump.

Otra medida de México fue sumarse a la demanda presentada por Canadá y la Unión Europea ante la OMC por el arancel impuesto al acero y el aluminio por EU. Trump sabe que está provocando una guerra comercial y en su fuero interno cree que le está dando su merecido al resto del mundo, porque se han aprovechado del esquema de libre comercio que tiene su país.

Si bien es cierto que el arancel beneficiará a los productores nacionales de acero y aluminio en EU, se habla de que la medida recortará el crecimiento de su PIB en 0.2%, provocará un pérdida neta de 80 mil empleos, por lo que tendrá efectos negativos en otros sectores de la economía y generará inflación por el incremento de los costos, de acuerdo con alguna estimaciones reportadas por WSJ.

Luis de la Calle le comentaba el martes pasado a Óscar Mario Beteta por la radio que a pesar de las amenazas de la administración Trump, el sector exportador había mostrado un gran dinamismo en 2017 y lo que va de 2018, lo que si bien es cierto, no significa que se vaya a sostener más adelante. Obviamente, no comparto su optimismo porque las restricciones proteccionistas que ha impuesto EU tendrán efectos posteriores y las anunciadas en contra de las exportaciones de la industria automotriz (sección 232) el pasado día 23, seguramente serán impuestas.

Vamos, el efecto de facto de la cancelación de las negociaciones del TLCAN con los aranceles ha ocasionado que el tipo de cambio (spot) pasara de 19.81 el 30 de mayo a 20.33 el 6 de junio, y no se ve que esta tendencia vaya a cambiar en el corto plazo en un ambiente de incertidumbre por el futuro del tratado, así como por el desenlace del proceso electoral.

Gabriela Warkentin decía en Así las cosas que este escenario negativo ningún analista lo previó. En mi caso, advertí en estas páginas (14-09-2017) que las estimaciones macro que se habían propuesto en los Criterios Generales de Política Económica no habían considerado las repercusiones de las negociaciones del TLCAN y del proceso electoral. Más aún, en el primer artículo del año planteé algunas proyecciones considerando este escenario como el más probable.

Meses después, Banco de México comenzó a alertar sobre estos riesgos, pero siempre considerándolos en un escenario alternativo. No olvidemos que incluso algunos analistas habían comentado a principios de abril que el tipo de cambio se acercaría a los 17.50 por la firma de un acuerdo en principio del TLCAN en la Cumbre de las Américas.

En mi larga experiencia como analista económico, esta miopía colectiva se explica porque la gente tiende a negar lo que no quiere que suceda, a pesar de evidencias objetivas sobre lo contrario; no podemos aceptar que alguien pueda hacer algo en contra de sus intereses, suponiendo que los actores siempre se comportan racionalmente y, el más importante, el deseo de que todo vaya bien, que se refleja en que la percepción de las expectativas tiende a ser mejor a la evaluación de las condiciones actuales.

Como van las cosas, la próxima semana la noticia más comentada será el debilitamiento del tipo de cambio, antes de que el Mundial de Fútbol nos distraiga de los problemas económicos, las elecciones, la inseguridad y la violencia que se presentan en el país.

Catedrático de la EST-IPN.
E-mail: pabloail@yahoo.com.mx

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