Piensan que de alguna manera todo se solucionará a su favor, casi son supersticiosos, se inclinan por lo cíclico de la historia; dicen que a López Obrador lo conocen bien por sus dos décadas de campaña y por eso ha llegado a su techo, que al mismo tiempo es su piso, dicen que Anaya y Meade se disputan el segundo lugar y que el ganador crecerá, cuál espuma mágica, hasta empatar, por ahí de marzo o abril, a Andrés... Casi siempre rematan a la hora del café con un mantra que repiten para convencerse: “no lo van a dejar llegar, no lo van a dejar llegar”.

En sus análisis, olvidan el factor de las redes sociales que tumbaron a los medios tradicionales el control de la información, tampoco toman en cuenta que el presidente Peña Nieto es el peor calificado en la historia en cuanto a su popularidad y que, con ello arrastra, justo o injusto, a gran parte de la clase política.

No les importan mucho los independientes que juntos alcanzarán, lo más probable, más de tres millones de votos, hablan del pragmatismo político de los chapulines, pero no toman en cuenta su discurso que, en muchos casos, suma votos a López Obrador, pero sin la maquinaria electoral tradicional y sí con el prestigio de su imagen y sus declaraciones, no dicen nada de la división interna del Frente Anayista ni de las bases fracturadas en el tricolor, sólo repiten el mantra: “no lo van a dejar llegar, no lo van a dejar llegar”.

Piensan que la campaña del miedo, la de hace diez años, volverá a tener éxito, Venezuela y Rusia serán claves, el nerviosismo de los mercados y la construcción en el imaginario de una posible crisis económica de proporciones bíblicas terminará por apanicar a la clase media y alta del país, pero minimizan el hecho de que empresarios de primer nivel apoyan, en algunos casos, de forma abierta al Peje, no dicen nada sobre el peso devaluado y sobre una sensación, en el mejor de los casos, de estancamiento y futuros cancelados.

Lo peor es que piensan que México es el ombligo del mundo y se olvidan del crecimiento en los últimos años del movimiento antisistema global, pasan por alto la probable influencia de la Primavera Árabe, de los Indignados, del Occupy Wall Street, de los fenómenos Le Pen, Bernie Sanders o las Cinco Estrellas de Beppe Grillo en Italia, del triunfo electoral de Trump, de Jimmy Morales o del mismo Brexit, por citar algunos.

Piensan que de alguna forma, algo pasará “algo”, se repetirá la historia, Anaya o Meade serán el segundo lugar y uno alcanzará al puntero, tal vez hasta vuelvan a construirse los puentes de comunicación, hoy derruidos, entre el PAN y el PRI, algo pasará, piensan que Andrés se va a equivocar como siempre se equivoca, que no importa la experiencia ganada, porque siempre se equivoca, algo pasará, porque al final: “no lo van a dejar llegar, no lo van a dejar llegar”.

DE COLOFÓN.— Son regios, son panistas, eran anti AMLO, pero los ha convencido una mujer de abolengo apellido azul pasada a Morena. De menos, un millón de votos para el candidato en Nuevo León a cambio de... ¿?

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