Imponer, de la manera que quieren imponer, a Raúl Cervantes en la Fiscalía General de Nación es un suicidio triple: el del PRI, el de la nueva institución y el de Cervantes mismo.

Raúl Cervantes es uno de los mejores juristas en el país, de eso no cabe duda, es un hombre capaz y con credenciales de sobra para poder contender con otros perfiles, igualmente capaces, sin embargo, imponerlo con el pase automático que marca la ley representaría su muerte política, una mancha cuasi indeleble similar a la que todavía hoy día sigue cargando Virgilio Andrade con la investigación de la Casa Blanca donde, según la Función Pública que presidió, no existieron jamás “conflictos de interés”.

Virgilio, empero, tuvo razón jurídica con sus conclusiones, pero perdió a todas luces la batalla política y tal vez arrastró derrotas en su propio partido, no es complicado entenderlo: la imagen de un subalterno que investiga a su jefe, simplemente no pasa en una opinión pública que está fastidiada de corrupción pero, aún más, de impunidad.

De imponerse, a través del mecanismo legal del pase automático que se encuentra condicionado a la aprobación de la Ley de la Fiscalía en el Senado, el PRI estaría casi firmando una sentencia de derrota en 2018, sin importar el carisma del candidato que elijan o el discurso que inventen, además de que favorecerían la construcción de una oposición de tercera vía que vendería con gran éxito el concepto del Fiscal Carnal, de un hombre que estaría ahí para defender los conflictos post sexenio de Peña Nieto y sus más cercanos, el cuestionamiento público de la institución sería casi insalvable… a menos que le apuesten a los milagros, claro.

Y sí, la institución, que costó mucho diseñar y aún vive en obra negra, nacería aguada, con cimientos endebles y, de perder el PRI la Presidencia (cosa muy probable), con gran chance de terminar en los anales del basurero histórico de las ocurrencias, dándole pie a prolongar el retraso mayúsculo en la impartición de justicia mexicana.

Pero, lo cierto también, es que la oposición de hoy es hipócrita, doble cara de los tiempos, ¿de verdad, nadie vio que esto podía pasar cuando se votó el transitorio del pase automático en los tiempos de Murillo Karam?, ¿hasta ahora se dan cuenta de las letras chiquitas?, ¿de tan bajo nivel es nuestra clase política?

El discurso charro del macho mexicano que por sus chicharrones truena debería congelarse en todos los partidos y a cambio discutir la iniciativa presidencial que corrige el pase automático y al mismo tiempo discutir la Ley General de la Fiscalía con la que podría nacer una institución que le urge al país.

El grave problema es que para ello, requerimos de altura de miras en un momento en donde lo que pesa es, más bien, la oportunidad de joder al adversario.

Y todavía no empieza el 2018…

DE COLOFÓN.—

Una foto del informe: ¿quién está detrás del presidente del Senado cuando se pone el saco antes de entrar a Palacio Nacional?

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