“Más triste que la muerte, es la manera de morir” Marco Valerio Marcial.

Quieres echarle ganas a la vida, quieres ser “alguien”, quieres salir adelante, quieres enamorarte, quieres viajar, quieres disfrutar, quieres experimentar, quieres divertirte, quieres aprender, quieres ir a fiestas con tus amigos, quieres conocer nuevas personas, quieres ser y para ser necesitas vivir… ¡Bam!, lo escuchaste como el preludio de la nada, ¡bam!, es un eco en tu espalda que reverbera hasta tu pecho, ¡bam!, duele mucho, ¡bam!, penetró en tu piel, ¡bam!, te desgarra, ¡bam!, te punzan los órganos, ¡bam!, lo esfumó todo, ¡bam!, te jodió, ¡bam!, es un suplicio que está rasgando tu existencia, ¡bam! no serás “alguien”, para ser “alguien” necesitas estar viva, ¡bam!, se acabó, estás muerta.

Eran cerca de las 15 horas del lunes 29 de abril, Aidée Mendoza Jerónimo atendía su clase de matemáticas en el Edificio P del CCH Oriente de la UNAM, cuando sintió un dolor muy fuerte a la altura del corazón que la hizo desvanecerse: una bala le había atravesado el cuerpo.

La joven de 18 años, era originaria de Tempexquixtla, Puebla, una comunidad indígena de apenas 300 habitantes, vivía en la zona de Iztapalapa, era una chica tranquila, alejada de los problemas y comprometida con su iglesia. Hoy, es parte de una macabra estadística que abruma a la nación.

Aidée es la sexta mujer asesinada en la UNAM en dos años y su muerte se suma a los más de 13 mil homicidios en el presente sexenio y a los más de 100 mil de los últimos seis años.

La hipótesis más certera que hasta el momento maneja la Procuraduría Capitalina apunta a una bala perdida, calibre 9mm, que pudo venir desde el jardín trasero del plantel a causa de una riña entre narcomenudistas.

De acuerdo a los peritajes, la bala que terminó con la vida de Aidée habría sido disparada desde, al menos, 300 metros de su cuerpo, por lo que la hipótesis de una pistola pluma dentro del salón de clases pasa, sin descartarse, a un segundo plano.

Elementos del área forense de la Procuraduría encontraron en las azoteas de dos edificios del CCH Oriente cuatro ojivas de eventos anteriores, al parecer, es común que en los patios de la institución los narcomenudistas se disputen el control del territorio a balazos, disparados en varias ocasiones por el forcejeo que se genera, cuerpo a cuerpo, en las riñas.

Desde hace tiempo, se tiene conocimiento de varios grupos criminales que operan en la zona de Iztapalapa, como el Cártel de Tláhuac y los Rodolfos, sin que hasta el momento, aún con múltiples detenciones, se haya podido aminorar la violencia en la zona.

Una ofrenda por Aidée respira en el CCH Oriente al contrario de la vida de una alumna, las velas se extinguirán pero los narcos, al menos por el corto plazo, no.

DE COLOFÓN.— Al estancamiento económico súmele la renegociación de créditos que miles de burócratas despedidos están solicitando a los bancos, pongamos lupa sobre los datos de cartera vencida que vendrán el futuro.

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